Prólogo

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Cuando Hanagaki Takemichi era pequeño, era un niño muy alegre y extrovertido que tristemente desde muy temprana edad tuvo que aprender que el mundo en el que vivía era muy injusto.

Sus padres lo amaban, eran personas muy amables y cariñosas pero cuando Takemichi seguía siendo muy pequeño se tuvieron que ir al extranjero por cuestiones de trabajo y lo dejaron a cargo de su abuela, pero la pobre mujer tenía una edad muy avanzada y al final fue Takemichi quién terminó cuidando de ella.

En la escuela las cosas no eran mejor, a pesar de que el pequeño pelinegro siempre intentó ser amable y sociable con sus compañeros de clase para poder llevarse bien y hacer amigos, estos siempre escontraban una razón para aislarlo de los demás, molestarlo y humillarlo, haciéndolo sentir como un bicho raro, era doloroso ver cómo los demás se burlaban siguiendo el juego o lo miraban con pena pero sin hacer nada, había otros que lo veían aliviados simplemente por no ser ellos el blanco de todo ese abuso y sus profesores solían ignorarlo con la excusa de que 'no era más que un juego de niños'.

Odió todo ese tipo de actitudes y después de un tiempo llegó a la conclusión de que ya no se dejaría humillar tan fácil pues si nadie se atrevía a defenderlo, él mismo lo haría y si veía a alguien sufriendo en silencio o siendo molestado como él, se encargaría de hacer lo que fuera que estuviera en su poder para ayudar a esa persona.

Así fue como conoció a Takuya. Un día de camino a casa, el pelinegro vio cuando unos niños molestaban a uno más pequeño, en un acto de impulso intervino en el alboroto gritándole insultos y sus verdades a aquellos abusivos.

¿Recibió golpes? Claro, muchos. Sólo que aquella vez a parte de la paliza también se llevó el respeto y amistad del pequeño rubio al que defendió.

Takemichi no podía ser más feliz por haber conseguido a su primer amigo de verdad, dando inicio a la "fase rebelde" de nuestro protagonista.

Cuando su abuela falleció sus padres decidieron que lo mejor sería volver para cuidar de su hijo al menos hasta que éste tuviera la edad adecuada para estar por su cuenta.

Al finalmente reunirse con Takemichi después de varios años se sintieron como los peores padres del universo pues descuidaron demasiado a su pequeño sol quien al parecer se había unido a una pandilla con unos amigos e incluso se había teñido el cabello de rubio.

Porque si, durante sus años de secundaria Takemichi solía pertenecer a una pequeña pandilla junto con otros cuatro chicos entre ellos Takuya, aunque ese no era el mayor de los problemas de sus progenitores, el problema el problema era que Takemichi y sus amigos se metían con muchas personas problemáticas y él no era precisamente bueno peleando por lo que siempre llegaba golpeado a casa.

Sus padres estaban preocupados por él, querían que su hijo aspirara a cosas grandes además de que les dolía ver a su bebé llegar tan herido todos los días. Por lo que hablaron con el varias veces intentando que dejara de lado esas ideas de las pandillas pero ninguna tuvo éxito.

hasta que llegó el trágico día en el que Takemichi terminó en la sala de emergencias debido a una pelea que había salido mal.

Ese suceso fue como un llamado por parte de la realidad que le hizo entender que tal vez sus padres estaban en lo correcto en esa ocasión. Que tal vez debería concentrarse en otras cosas.

Cuando dejó de lado sus delirios de adolescente se dio cuenta de que no sólo se había lastimado a sí mismo y que también había lastimado a sus padres todo ese tiempo. Quiso cambiar.

Estaba decidido a mejorar a partir de ese momento, mejoraría sus notas, entraría a una buena universidad y haría que sus padres se sintieran orgullosos. Si, eso haría.

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