La preparatoria Shujin, clasificada por algunos como la peor de todas o simplemente referida como un nido de delincuentes por otros.
Hanagaki Takemichi tiene solo dos objetivos al entrar ahí. Sobrevivir y mejorar sus notas, para lograrlo cree que lo...
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Shinichiro Sano podría llegar a considerarse como un chico problemático.
A primera vista no es algo fácil de creer por sus calificaciones excepcionales y su gran carisma, pero también era un imán de problemas.
Problemas en los que no podía evitar entrometerse por su afán de serle fiel a su sentido de la justicia. Por esta razón es que no era raro que a veces su personalidad chispeante y labia no fueran suficientes y tuviera que regresar herido a casa en más de una ocasión.
Porque otro dato de Shinichiro es que era un completo desastre en peleas o cualquier cosa atlética que involucre usar demasiado los músculos.
Solo había durado un año en su escuela anterior porque su madre quedó horrorizada por ver a su hijo llegar lastimado a casa tantas veces y creyó que a su retoño le hacían bullying—no importó lo mucho que Shinichiro intentó de explicarle que no era así —por lo que convenció a su marido de que un cambio de ambiente podría mejorar la situación del azabache.
Ahora se encontraba en su nueva institución en la que si el guión estaba de su lado, se quedaría más de un año y no se metería en problemas.
El lugar era bastante común, nada resaltaba realmente.
Entró al salón que le correspondía pero estaba casi vacío, hasta ese momento solo estaba un pequeño grupo de tres chicas hablando animadamente y alguien durmiendo plácidamente en el fondo del aula. No podía distinguir bien su rostro porque traía puesta la capucha de la sudadera y estaba abrazando su mochila.
Dejó de analizar al desconocido y revisó el reloj que estaba colgado en la pared. Aún era temprano, tal parece que la escuela estaba más cerca de lo que creyó en un principio.
Después soltar un suspiro cansado se sentó al frente.
¿Qué iba a hacer en los minutos que faltaban para empezar la clase?
Recargó su cabeza en el pupitre. Recién había llegado y ya se estaba muriendo de aburrimiento.
"Que gran inicio de año" pensó.
— Disculpa, nunca te habíamos visto por aquí ¿eres nuevo?—le preguntó una de las chicas que habían llegado antes que el.
— Si, soy Shinichiro Sano—sonrió—espero que nos llevemos bien y si existe algo en lo que las pueda ayudar pueden decirme.
— Eres muy amable—respondió otra de las chicas—ojalá podamos ser amigos.
— ¡Si!—la chica que restaba de hablar se unió a las otras dos—también puedes preguntarnos lo que sea.
"Con que amigos..." A pesar de que siempre había tenido gente rodeándolo nunca hubo nadie a quien pudiera considerar amigo. Si tuviera que decidirse por alguien los más cercanos que se le ocurrían eran su madre y su abuelo.