¹·

2K 261 37
                                    

Una semana.

Llevaba una semana en su nueva escuela, su plan iba de maravilla y no hablaba con nadie a menos que fuera absolutamente necesario.

Aunque no negaría que era algo solitario.

Las horas libres transcurrían a velocidad tortuga, estudiaba y practicaba ejercicios en sus horas libres para tratar de distraerse e ignorar el aislamiento al que se sometió él mismo pero si era lo que necesitaba hacer para poder sobrevivir ahí, así lo haría.

Por muy desolado y vacío que se empezara a sentir era necesario...

Fuera de eso, todo era justo como Shinichiro le había contado, en esa escuela de locos no te miraban si eras débil y si no te metías con nadie a voluntad.

Nunca había agradecido tanto su poca presencia y su complexión débil.

Todos estaban tan desesperados por presumir su fuerza que en vez atacar o aprovecharse de los débiles buscaban a los más fuertes para enfrentarlos.

Según le había explicado el mayor, en la institución había varios miembros de pandillas importantes y varios de los que se inscribían ahí tenían el objetivo de impresionar a aquellos miembros con sus hazañas para que así los integren a sus pandillas.

¿Cómo sabía Shinichiro todo eso? Ni puta idea, pero se agradecía la información.

Durante esa semana estuvo llenando cuidadosamente su libreta de notas y dudas para preguntar después a su tutor.

Estaba feliz hasta cierto punto.

A pesar de lo que Shinichiro le había dicho, tenía sus dudas con respecto a algunos maestros pues aún había cosas que no llegaba a entender del todo. Muchas cosas de hecho. Y no ayudaba que debido al desinterés muchos de sus profesores daban clases vagas de diez minutos a lo mucho.

¡Dios, como extrañaba sus clases particulares!

Durante su corta estancia en ese lugar había aprendido a la mala que salir del aula durante la hora del almuerzo era el equivalente a una misión de alto riesgo, los pasillos se llenaban de personas buscando pelea en todas partes y la cafetería era un campo de batalla.

Los lugares más "seguros" que había encontrado eran la biblioteca—el lugar que nadie pisaba—y su aula, durante clases se sentía seguro en su esquina al fondo de todos, puesto que los demás dormían o directamente ni se molestaban en entrar.

Cuando el timbre sonó anunciando el inicio de la hora del almuerzo—ya que Takemichi apreciaba su vida—decidió permanecer dentro del aula practicando algunos ejercicios de matemáticas que le había pedido a Shinichiro.

¿Por qué a Shinichiro? Porque también aprendió que los maestros no encargaban tareas ya que se habían resignado al hecho de que nadie la iba a hacer de cualquier manera.

¿Por qué a Shinichiro? Porque también aprendió que los maestros no encargaban tareas ya que se habían resignado al hecho de que nadie la iba a hacer de cualquier manera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Study Group?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora