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Al final, el director había decidido que Takemichi tendría que ayudar a limpiar la biblioteca además de que tendría que a asistir a la encargada en lo que necesite a la hora del almuerzo y a la salida durante dos meses. Chifuyu recibió un castigo bastante similar, solo que él estaría bajo la supervisión de la encargada de la cafetería.

Ese sería el primer día del castigo de ambos menores y Takemichi le había mandado un mensaje al resto de los integrantes del grupo en el que explicaba que después de su castigo tenía que ir a hablar con Wakasa por lo que no se podrían reunir esa tarde.

A la salida Mitsuya fue el primero en marcharse porque tenía que cuidar a sus hermanas, después Hakkai recibió una llamada de alguien y también se marchó. Al final Baji dijo que tenía que irse pero en realidad iba esperar a Takemichi afuera de la biblioteca, por si las dudas salió un momento de la escuela para asegurarse de que no lo estuvieran siguiendo y después volvió adentro.

Era el plan perfecto, lograría conseguir un momento a solas con el teñido y al mismo tiempo podría estar ahí para ayudarlo a recuperarse de las posibles secuelas que le dejaría convivir con la bibliotecaria durante tanto tiempo.

Se había sentido como un genio.

Hasta que llegó al frente de la biblioteca y se encontró con Kazutora, Angry y Smiley.

— ¡U-ustedes! ¡¿Qué hacen aquí?!—preguntó Baji sorprendido.

— No vamos a entrar, aún no queremos morir—respondió Kazutora con inocencia.

— Sabes a lo que me refiero.

— Bueno pues si creíste que dejaríamos que estuvieras solo con Michi estás equivocado, además tu excusa era terrible—explicó el Kawata mayor.

— ¡¿Qué tenía de malo mi excusa?!

— Dijiste que tenías que llevar a tu perro al veterinario y todos sabemos que no tienes perro—habló Angry.

— Sabíamos que planeabas estar a solas con Michi e hicimos una alianza estratégica temporal—dijo Nahoya.

— Así que solo vienen a joderme...—concluyó Baji.

— Si lo dices así suena muy feo—Kazutora fingió inocencia de nuevo.

— Pero en esencia si es eso—y Souta fue sincero.

Baji estuvo a punto de reclamarle al trio pero fue interrumpido por el sonido de la puerta abriendo con brusquedad y vieron a la bibliotecaria salir. Los cuatro se pusieron rígidos y cuando notaron que llevaba a su fiel bate de baseball en las manos se les erizó la piel.

La bibliotecaria era una mujer joven, sus largos cabellos negros se veían sedosos y bien cuidados—aunque en cuanto a melenas seguía ganando Baji—, las facciones de su rostro eran eran delicadas, no era robusta pero tampoco muy delgada y no se podía negar que era hermosa. Pero mas allá de su belleza, lo que sin duda caracterizaba a esa mujer era su actitud fría que combinaba a la perfección con su semblante serio y el aire imponente que solía desprender.

Testigos afirman que su habilidad para usar el bate era impresionante.

— Son muy ruidosos, además creí haberles dicho que no volvieran aquí ¿o necesitan que se los recuerde?—la mujer ladeó la cabeza al mismo tiempo que balanceaba el bate de un lado a otro de manera amenazante.

Ninguno de los chicos fue capaz de articular palabra, solo sintieron como sus almas regresaron a sus cuerpos cuando vieron a Takemichi salir por la puerta. El rostro alegre del menor fue reemplazado por uno de preocupación ante la escena que estaba presenciando.

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