Corte

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A principios de año, James le había dicho a Jeremy, el novio de su primo,
que la gente era buena ignorando cosas que no querían ver. Parecía que él había sido culpable de lo mismo. Nunca se había preguntado por qué no había visto a Nancy en meses. Nunca le había preguntado a Nhoa dónde estaba ella. Él simplemente había estado contento de que ella no estuviera alrededor.

A James no le caía mal Nancy. Ella era una agradable jovencita. Era buena
para Nhoa: ella siempre le llamaba la atención de su mierda y le decía
cuando estaba portándose como un culo. No, a James ella no le caía mal.

Pero había una diferencia entre caer mal y odiar. A él, ella no le caía mal.
James se llevó la botella a los labios y tomó un gran trago. El vodka
incendió su garganta mientras bajaba, pero el entumecimiento que había
estado buscando desde que salió de su oficina no llegó.

Nhoa iba a ser papá.
Un papá,Su Nhoa...

Era surrealista. En muchos sentidos Nhoa era todavía un inseguro,
vulnerable niño él mismo.

Un hijo.

Nancy iba a darle a Nhoa un hijo. Una familia, algo que Nhoa siempre
había querido.

James tomó otro trago de vodka. Su mirada perdida en la pared de
enfrente, se preguntó cómo era posible sentir la pérdida de algo que nunca había tenido. Siempre supo que iba a terminar de este modo. Siempre supo que no había esperanza. Pensó que lo había aceptado. Pensó que estaba preparado. Él se había equivocado.

El timbre sonó.

James miró la puerta y no se movió.
Volvió a sonar.
Suspirando, James dejó la botella, se levantó y cruzó la habitación.
Abrió la puerta y no se sorprendió al ver a Nhoa.

—¿Por qué no me esperaste? Te dije que vendría después del
entrenamiento.—Nhoa olfateó y entrecerró los ojos.— ¿Estabas
bebiendo?

—Sí, —dijo James. Preocupación cruzó por el rostro de Nhoa.— ¿Por qué? —preguntó, empujando a James dentro de la casa.— ¿Ocurre algo malo?

James rió, cerrando la puerta y apoyándose contra ella. Era un sonido
horrible, pero no podía parar. Él se rió y rió y rió -de sí mismo más que de
cualquier otra cosa-. Sí, algo andaba mal: su vida. Un estúpido. Un estúpido enamorado.

—¿James? —Nhoa dijo con voz insegura.

—Creo que las felicitaciones están a la orden del día.

—¿Felicidades?

—Sí, —James dijo, mirando a los ojos de Nhoa.— Por la paternidad inminente.

El rostro de Nhoa  perdió todo color. Abrió la boca, pero la cerró de nuevo
sin hacer ningún ruido.

—¿Por qué? —James dijo, haciendo la pregunta que le había estado
molestando durante horas.— ¿Por qué no me lo dijiste? Pensé… pensé que
sería a la primera persona que le dirías algo tan importante.

La garganta de Nhoa convulsionó mientras tragaba. Él se limitó a mirar a James y no dijo una palabra.

—¿Cuán avanzado está?

Nhoa bajó la mirada.— Más de cinco meses.

—Cinco meses, —James repitió.— Y todo este tiempo, has estado... ¿Por
qué?

Nhoa se mordió el labio, con los ojos todavía bajos.

James lo estudió.

Y luego tomó una profunda aspiración.
No podía ser. Nhoa no podía saberlo. Él no podía.

Quizás algo enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora