Normalmente, a James le gustaban los aeropuertos. Le gustaban los
diferentes dialectos, idiomas, vestimentas y costumbres. Le gustaba ver a la gente comprar un recuerdo de mal gusto de último minuto, que sólo los extranjeros pensarían que eran interesantes. A él le gustaba escuchar las observaciones de la gente sobre Londres: lo confuso que era el metro, sus destinos turísticos favoritos, y las pequeñas diferencias culturales en cuanto a comidas.Pero nunca antes había visto a tanta gente viéndose desesperada, llorando y tirando de sus seres queridos cuando ellos se disponían a abordar el avión con destino a los EE.UU. O tal vez él nunca les prestó atención.
Cada vez que había dejado Inglaterra antes, él sabía que iba a volver. No esta vez. Echaría de menos Inglaterra.
James sonrió un poco para sí mismo,
recordando las miserablemente noches frías, lluviosas en Stoke.Pensándolo bien, tal vez no lo haría.
Echó un vistazo a su reloj. El abordaje comenzaría pronto.—¡James!
Se congeló y luego se dio la vuelta.Nhoa estaba empujando a través de la multitud hacia él.
El corazón de James se salteó un latido antes de comenzar a martillar tan fuerte que él difícilmente podría concentrarse en otra cosa.
Una parte de él quería alejarse. Pero la otra parte bebía de su mirada -por última vez- y el pensamiento hizo que su pecho le doliera físicamente.
Entonces vio a una pareja de ruidosos reporteros siguiendo a Nhoa,
gritando preguntas en su cara. Nhoa debería usar gafas de sol oscuras. No es de extrañar que fuera reconocido.James avanzó para encontrarlo a mitad de camino. Ignorando las
preguntas de los periodistas, agarró el brazo de Nhoa sin decir una
palabra y lo llevó hacia el baño más cercano.Empujando a Nhoa en el interior, James cerró la puerta, la trabó y se
volvió hacia Nhoa.— ¿Qué estás haciendo aquí? No debería haber…
Nhoa cayó contra él. No había otra palabra para ello: cayó, enterrando la
cara en el hombro de James y envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de James apretadamente.—No te vayas, —dijo, con la voz quebrada.— Por favor. Yo no puedo. No puedo… no puedo vivir sin ti.
James cerró los ojos. Sus brazos subieron en torno a Nhoa y lo
apretaron con fuerza. Nhoa gimió, acariciando su garganta con la nariz, y James sintió una abrumadora oleada de amor, de la que era doloroso no tener una salida para ella.Él nunca supo que era posible extrañar a alguien a quien estabas sosteniendo con tus propios brazos. Su garganta apretada por la pérdida, él apretujó a Nhoa aún más fuerte, pero se sentía como si tratara de aferrarse a la arena escapándose entre sus dedos.
—No lamento haberte conocido, —dijo James y Nhoa hizo un ruido que sospechosamente sonaba como un sollozo. —Oye, —James dijo suavemente, tomando la barbilla de Nhoa y obligándolo a mirar hacia arriba.
Húmedos ojos cafés se encontraron con los suyos, y algo oprimía en el pecho de James.
Nhoa nunca lloró. No había llorado incluso cuando él estaba paralizado y
nada que hicieran parecía ayudar. No había llorado cuando fue abucheado y
repudiado. La nariz de Nhoa nunca se enrojeció y sus ojos estuvieron
siempre luminosos y secos.Hasta ahora.
—No…
—No estoy llorando, —Nhoa dijo, levantando la barbilla obstinadamente y mirándolo.— Yo nunca lloro.
James sonrió y limpió la lágrima en la esquina del ojo de Nhoa.
— En algunos años o incluso meses, mirarás atrás y te reirás de lo tonto que fuiste al pensar que no podrías vivir sin mí. Nhoa abrió la boca, pero James apretó un dedo contra sus labios. —Verás. Tú eres joven y… —Él tragó.— Lo que sientes por mí es... no es muy saludable para ti. Estarás mejor sin mí. Esto... pasará, y tú serás más fuerte por ello.
Podía ver que Nhoa quería discutir, pero entonces algo se rompió en su
expresión.— ¿Qué hay de ti? —preguntó en cambio.—Voy a estar bien, también. — «Eventualmente. Probablemente.» Jamesforzó una carcajada.— No tengo ninguna intención de ser un hombre
antisocial, solitario, deprimido. Quizás algún día, voy a enamorarme de
alguien que efectivamente me ame también. —Al menos él quería creerlo -creer que él sería capaz de amar a alguien más-. James forzó una
sonrisa.— Todo saldrá bien, ya lo verás.Nhoa lo miró como si él no pudiera entender una palabra de lo que
estaba diciendo.Cuando el anuncio de embarque del vuelo llegó a través de los altoparlantes, James se aclaró la garganta, dejando caer las manos a los costados. Sus brazos ya se sentían vacíos.
—Ese es mi vuelo. Me tengo que ir.
Nhoa todavía lo miraba fijamente, con el rostro pálido.
Nhoa se volvió hacia la puerta, pero se detuvo y miró hacia atrás por
última vez: al alborotado pelo oscuro y a los ojos cafés que tanto amaba y a la vulnerable curva en los labios de Nhoa. Ellos temblaban mientras luchaba para decir algo.Los pies de James se movieron por su propia voluntad. Sus manos acunaron la cara de Nhoa.
—Estoy orgulloso de ti, —dijo con voz ronca, presionando sus frentes juntas.
Tomó una respiración profunda, inhalando su aroma con avidez. Nhoa.
Su Nhoa.— Recuerda eso. —Rozó sus labios contra la esquina de la boca de
Nhoa y sintió los labios de él temblar.Besó la otra esquina y le
susurró:— Adiós, Nhoita.
Lo miró tirando hacia atrás, pero Nhoa se agarró a su camisa, sus ojos
húmedos y suplicantes.—Déjame ir, —James dijo, mirando hacia otro lado. No podía mirarlo. No
creía ser lo suficientemente fuerte como para seguir diciendo que no
mientras que Nhoa lo estaba mirando de ese modo.Silencio.
Entonces sintió los dedos de Nhoa aflojarse lentamente, liberándolo.
Debería haberse sentido aliviado.
No fue así. Dio un paso atrás, abrió la puerta y se fue del baño.
Ignorando a los periodistas, se alejó, la sensación de vacío en su pecho
creciendo con cada paso que daba.Adiós...
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Quizás algo enfermizo
RomanceNoah Greyhound, un joven futbolista en ascenso, se encuentra en una relación entre el amor y la amistad con James Akershus, el médico del equipo. A pesar de que para el mundo exterior son solo buenos amigos, la confusión de Noah sobre lo que realmen...