Ni una cosa ni la otra

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Tan pronto como James se encontró con los ojos de Nancy, él supo que
ella lo sabía.

Algo desagradable se enrollaba en la boca de su estómago y le tomó un
esfuerzo considerable mantener la sonrisa en su rostro.

La sonrisa en respuesta de Nancy fue vacilante.— Estoy contenta de que
hayas vuelto. —dijo ella y lo besó en la mejilla.

—Invité a James a quedarse aquí hasta que encuentre un lugar nuevo, — Nhoa dijo, tocándole el hombro.

—Por supuesto, —dijo Nancy con la misma sonrisa falsa.— Eres bienvenido a quedarte, James. Por el tiempo que quieras.

James buscó en su rostro alguna señal de hipocresía y no halló ninguna.

Nancy hizo una mueca, mirando su camisa manchada de leche.— ¡Dios, me
veo terrible! Regreso después de cambiarme la ropa. —Con una sonrisa
torcida, corrió arriba, un aire de incomodidad sobre ella.

—¿Por qué se lo dijiste? —dijo James. De haberlo sabido, él no habría accedido a quedarse con ellos.

—Porque tenía que hacerlo, —Nhoa dijo, dando un paso más cerca de él.— Tú no eres ningún pequeño secreto sucio para mí. No tenemos nada que ocultar. No voy mentirle a nadie, mucho menos a Nancy. —Miró a James con firmeza.— Mira, sé que todo esto es extraño, pero voy a tratar de hacer que funcione. Y no voy a complicar la situación con mentiras. Así que le dije a Nancy lo importante que eres para mí y que quiero hacerte feliz. Y tuve que decirle que tú estás…que tú estás...

—Que estoy enamorado de ti, —James dijo claramente.

Mordiéndose el labio inferior, Nhoa asintió.— ¿Estás enojado conmigo?

—¿Qué te parece? —dijo James.— ¿Tienes alguna idea de lo incómodo
que es para mí? Ella es tu esposa…

—¡Ella no lo es!

—¿De verdad? —dijo James con dureza.— Ella es la madre de tu hijo. Eso
es por lejos más importante que un pedazo de papel. Y ahora se supone que
debo permanecer bajo su techo, sabiendo que ella lo sabe y viéndolos a
ustedes dos y su hijo…

—Lo sé, —Nhoa dijo, y el tono de su voz hizo que James lo mirara, realmente lo miró. Los ojos de Nhoa estaban muy abiertos aturdidos, sus hombros tensos debajo del suéter verde suave que llevaba puesto.— Lo sé, —dijo de nuevo.— Yo no soy tan insensible. Sé lo difícil que debe ser esto para ti. ¡La puta que lo sé! —Tomó un respiro tembloroso.— ¿Crees que me gusta? ¿Que disfruto hacerte sentir como la mierda? Lo odio. Y estoy cagado de miedo.

—¿De qué?

Nhoa lo miró a los ojos.— De que acabarás lamentándolo. Que te
arrepentirás de haber dejado a ese tipo y mudarte aquí por mí cuando yo no
tengo mucho para darte. —Él sonrió sin alegría.— Te dije que te haría feliz,
pero me conoces: me dejo llevar a veces. Quizás no pueda hacerlo.Probablemente terminaré decepcionándote y haciéndote infeliz. —Sus labios
se apretaron en una línea fina.— Tal vez debería haberte dejado en paz. Ese
tipo, Bryan, podía darte cosas que yo no puedo, pero... —La mandíbula de Nhoa se tensó. Apoyó la frente contra el hombro de James.— Pero tan sólo no puedo. Me carcome por dentro.

James se quedó mirando fijamente a la pared de enfrente.

—¿Sabes cuál es la parte más jodida? —Nhoa dijo, con la voz un poquito
ahogada.— Si Nancy se enamorara de otra persona, la dejaría ir. Apestaría,
pero respetaría su decisión. Porque quiero que ella sea feliz. Pero es
diferente contigo. Cuando te imagino amando a alguien más -alguien más
siendo más importante que yo para ti- me vuelvo loco. Tú eres mío. Mío y de
nadie más. —Su mano empuño la camisa de James. Su voz se apretó.— Es
jodidamente estúpido, pero sinceramente me siento como… como que fuiste creado para mí y nadie más tiene derecho a tenerte. —Nhoa se rió entre dientes, todavía ocultando su rostro en el hombro de James.— Dilo: soy un bicho raro. Estoy enfermo.

James luchó para controlar la reacción de su cuerpo. La extraña posesividad de Nhoa siempre le afectaba. Sabía que Nhoa realmente no quería decirlo de forma sexual, pero había algo vagamente sexual en su posesividad, ya sea que Nhoa lo quisiera o no.

— Eres un bicho raro, — dijo, acariciando la nuca de Nhoa y dejando caer un beso en su pelo.

—Pero me amas de todos modos, ¿no? —La necesidad en la voz de Nhoa era imposible de ocultar.

—Te amo, —dijo James. Las palabras sabían agridulce en su lengua, pero
era también un alivio poder decirlas.

Inclinó el rostro de Nhoa hacia
arriba y arrastró su boca suavemente por la mandíbula de Nhoa.— Te
amo.

Nhoa prácticamente se derritió contra él, escondiendo la cara en el
hueco de cuello de James.— Te amo más, —susurró, rozando sus labios
contra la garganta de James.

Un beso casto. Palabras castas. Pero no había nada casto acerca de la forma
en que su cuerpo reaccionó. El corazón de James le martilleaba en el pecho, la familiar mezcla de necesidad y deseo, dolor y euforia corría por sus venas. James cerró los ojos y se preguntó si esto era como se sentía al estar entre el cielo y el infierno.

<3

Quizás algo enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora