Arruinado

11 3 0
                                    

Las manos de Nhoa estaban algo inestables mientras preparaba una cena
tardía. James no había regresado del trabajo aún, el personal médico
estaba trabajando horas extras, pero estaba llegando tarde. ¿Seguramente
James regresaría pronto?

Nhoa se cortó el dedo y dejó caer el cuchillo, siseando. Maldita sea.
Se apoyó en la mesa y se obligó a tomar algunas respiraciones profundas. No
ayudó. El sentimiento de pánico no desapareció.

Estaba asustado.

No le gustaba la mirada en los ojos de James, cuando se había alejado de
él. James se había visto como un hombre que decidió hacer algo muy
desagradable pero necesario. ¿Había empujado a James demasiado lejos?

Para cuando la cena estaba lista, Nhoa estaba cerca de enfermarse por la
preocupación.
¿Por qué no había vuelto James aún?

Por fin, apareció el ruido de un coche en la distancia, acercándose a la casa, y
el corazón de Nhoa comenzó a golpear tan fuerte que podía sentirlo en
todo su cuerpo.
Se limpió las manos, ignorando el escozor en su dedo, echó un vistazo a la
mesa por última vez, asegurándose de no haber olvidado nada, y esperó a
que James viniera a su encuentro.
Pero James no lo hizo. La puerta principal se abrió y se cerró, y allí estaba
el sonido de los pasos dirigiéndose hacia arriba.

Y luego nada.

Diez minutos pasaron.

Con su ansiedad creciendo, Nhoa dejó la cocina y se dirigió hacia el piso
de arriba también.
Encontró a James en su dormitorio, recién salido de la ducha y
cambiándose.

—Voy a salir, —dijo James, poniéndose una camisa oscura.

—Pero... Pero ¿qué hay de la cena?

—No tengo hambre, —James dijo, cerrando la cremallera de sus jeans.
Agarró su chaqueta y se encaminó hacia la puerta pasando a Nhoa.

—James, —Nhoa dijo, agarrando su brazo.

James finalmente lo miró.— Mira, esto está jodiéndome la mente, —él
dijo.— Esto -nuestra relación- se ha vuelto algo totalmente desquiciante. Es
demasiado y no es lo suficiente. —Un músculo palpitaba en la mandíbula de
James.— Quiero cosas de ti que nunca me podrías dar y, para ser
totalmente honesto, no confío en mí mismo para no presionarte en algo que
no quieres. Necesitamos algunos límites. Nunca pensé que diría esto, pero
era más fácil para mí cuando fingía ser tu amigo y nada más.

Nhoa tragó. Tenía la sensación de que esto no le iba a gustar.— ¿Qué quieres decir?

Los labios de James apretados en una fina línea.— No más besos ni toqueteos excesivos. Voy a salir y voy a tener sexo. —Suavemente, él retiró
su brazo del flojo agarre de Nhoa y salió de la habitación, dejando a Nhoa congelado en su sitio.

Cuando la puerta se cerró abajo de golpe, las rodillas de Nhoa cedieron.
Él se sentó pesadamente en la cama de James y se quedó mirando fijamente a la nada.
Bueno. Necesitaba pensar racionalmente. Todo estaba bien. Esto era lo que habían acordado, ¿no? Esto era lo que él mismo había sugerido en los Estados Unidos: que a pesar de que trataría de hacer feliz a James, James tendría que conseguir sexo en otros lugares. Eso es lo que había
querido -lo que todavía quería-. No le importaba a quien follara James.

No era asunto suyo. Encuentros de una noche, que no podrían robarle a James, no eran una amenaza; ellos no le importaban una mierda.
Excepto que su estómago se sentía como una dura pelota de hierro, arañando sus entrañas y tratando de subir a su garganta.
Nhoa jaló sus rodillas al pecho y envolvió sus brazos alrededor de ellas.
Respiró hondo, tratando de luchar contra la sensación de enfermedad
repugnante en la boca de su estómago. Su pecho le dolía y no entendía por
qué. ¿Qué estaba mal en él? Nunca se había preocupado demasiado sobre
los encuentros de una noche de Él.

James lo amaba a él; eso era lo único que importaba. ¿No era así?
Su mirada cayó sobre la camisa de James que yacía junto a él en la cama.
Nhoa la recogió y la miró durante un largo rato antes de llevarla a su
nariz. Olía a hospital y a James. Inhaló ávidamente de nuevo, una parte de
él encogiéndose. Si James supiera... Ya era bastante malo el que apenas había sido capaz de mirar a James a los ojos después de la otra noche -la noche que se esforzaba en no recordar-. Incluso pensar en ello ahora trajo un
rubor a sus mejillas. Probablemente había sido un golpe de suerte. Sólo había
estado caliente ese día. Quizás entrar y ver a James simplemente lo
confundió demasiado. Quizás.

Pero no importaba ahora, ¿verdad? James quería que ellos volvieran a ser
solo amigos. Y probablemente él tenía razón. Era más fácil de esa forma.
Mucho menos confuso. Menos íntimo e intenso. Esto -su relación- no era de
ningún modo sano o normal. Estaban atrapados en tierra de nadie, entre ser
amigos y amantes, platónicos y románticos. Algo tenía que dar. Era lógico que James quisiera sexo. No podía esperar que James fuera un monje
por el resto de su vida. Nhoa no era tan egoísta. No podía ser tan egoísta.

Él podría hacerlo.

Podría.

Era lo mejor. No más besos y toqueteos excesivos. Solo amigos. James se
follaría a alguien, volvería a casa, y entonces todo estaría bien y sin
complicaciones.

Un bulto se alojaba en su garganta negándose a moverse. Se sentía como si
algo estuviera royéndolo desde adentro, tratando de arañar una forma de
escapar. Su corazón.

....

Quizás algo enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora