• Oscura Realidad •

Capitulo 30

Mattheo Riddle

La única ventaja de haber rondado por los sueño de la pequeña Lestrange es que ahora podía fingir que todo era solo eso, simples e inofensivos sueños, por eso no pienso dos veces antes de adentrarme en su habitación encontrándola acostada y sumida en un sueño profundo aprovechando eso para acercarme a detallarla, el color rojo se le ve tan bien, creo que ahora ese es mi maldito color favorito y reluce sobre la piel tan blanquecina que posee y hace contraste con la cabellera negra, eso sin mencionar que resalta el celeste de sus ojos, sus labios gruesos y sumamente deliciosos, tan adictivos e inigualables, la playera de su pijama me permite detallar el enorme par de...

— Qué haces aquí? — su voz adormilada me hace determinarla, me detalla con los ojos entreabiertos y sonrío

— Lo mismo de siempre, no es obvio? — la miró acercándome más pasando el pulgar por sus labios — mi hermano no es el único que goza de meterse en tu cabeza — deja caer la cabeza en su almohada soltando un suspiro pesado quejándose abre la boca para discutir pero se mantiene callada cuando mis labios se posan sobre su cuello mordisqueandolo — tu puedes mentirme, pero tú cuerpo te delata muñeca

Se da media vuelta dándome la espalda sacándome una sonrisa, muerdo su hombro con fiereza sacándole un quejido. Regreso a mi habitación hastiado, cansado y caliente, odio la sensación que esa chica provoca en mi y ahora entiendo porque mi hermano la evita todo el tiempo, mi desgracia es no poder hacer lo mismo pero es que resulta tan atrayente y el hecho de que me ignore y no me preste la atención que me daba el año pasado me provoca a querer tenerla si o si, por las buenas o por las malas, preferible que sea por las buenas, me quito la ropa metiéndome bajo las cobijas pasando las manos por el miembro que se endurece con el simple hecho de traer a mi mente cualquier recuerdo de ella, esa niña va a acabar con mi cordura, gruño poniendo mi brazo sobre mis ojos tratando de conciliar el sueño, en vano porque siento que no pasan ni 10 minutos cuando la luz que se filtra por las ventanas hace que mi cabeza quiera explotar, hay clases que debo tomar y un entrenamiento de quidditch al que debo ir, todavía no empieza el día y mi humor ya se descompuso haciéndome querer mandar todo a la mierda, la repentina intromisión a mi habitación me pone el humor peor de lo que ya estaba

— Piensas que ahí tirado vas a conseguir lo que nuestro padre nos pidió? — nunca antes en la vida había tenido tantas ganas de asesinar a mi hermano, solo quizá cuando recuerdo que anda detrás de la misma chica que yo

— No te enseñaron a tocar la puta puerta antes de entrar? — me levanto mirándolo mal, cosa que poco le interesa — tú has lo que tú te pidió y déjame hacer lo mío a mi modo, como quiera y se me dé la gana

— No, porque siempre que haces lo que se te viene en gana terminas arruinando las cosas — me encara apretando los dientes — como por ejemplo cuando te dije que de ____ me encargaba yo

— Que más da si lo hago — me acerco más detallando las expresiones que yo si puedo reconocer en el — si de igual modo a ti no te interesa — me le burlo en la cara pues sé perfectamente que solo se engaña a sí mismo negando lo que para mi es obvio

— Eso no es algo que te vale un centenar de mierda, hermano — me examina furioso mientras mantengo la sonrisa burlona dibujada en mis labios

— Grábate algo en la cabeza Thomas... ella será mía así tenga que acabar contigo — se acerca empujándome, haciendo que mi espalda choque contra la pared sacándome un gruñido colérico

— No si antes te mato — bufa como animal rabioso legándose, me meto en la ducha dejando que las gotas heladas caigan en mi espalda despejándome y quitándome las ganas de regresarme a la cama, salgo y me coloco el uniforme para salir a la sala común topándome con una ____ berrinchuda a la cual los amigos no le dan no sé qué mierda