Capítulo 37

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Dos palabras, dos malditas palabras que poco a poco van despedazando una parte de mi universo cuando Sirius se desvanece de a poco frente a mi y a Harry, sus ojos pierden ese brillo característico que tenían y todo pasa de una manera tan jodidamente lenta que podría jurar ver su alma abandonar su cuerpo atravesando aquel arco antiguo, mi corazón late desbocado y lo siento atorado en la garganta, me cuesta trabajo tragar la saliva con la que siento que me ahogo, caigo de rodillas siendo rodeada por los brazos de Nymphadora quien murmura cosas que no entiendo y es que no escucho más que los latidos acelerados de mi corazón, la risa malévola de mi madre y los gritos desgarradores de Harry que lucha contra el agarre de Lupin, no sé si mi mente decide solo escuchar eso o es que solo se está limitando a envenenarse de un odio enfermizo hacia Bellatrix, Harry lucha desesperadamente contra Remus quien lo mantiene agarrado evitando que vaya detrás de la bruja que ha salido corriendo

— Vuelve aquí perra cobarde — gritó luchando por soltarme de los brazos de mi prima — vuelve y da la puta cara

Forcejee durante lo que fueron largos minutos con Nymphadora, gritando, pataleando, llorando como no lo hice ni siquiera cuando era una niña. Harry logra soltarse emprendiendo la persecución de Bellatrix, mi cerebro no reacciona pero la ira es el motor que me impulsa a tomar la forma de un lobo haciendo que Nymphadora me suelte al no poder contener el tamaño del espectro negro de ojos celestes que resopla mientras corre, las pisadas del poderoso animal que soy retumban en la penumbra, alcanzo a Harry en segundos, me mira y lanza un crucio logrando derribar a Bellatrix, mis patas delanteras se posan en sus hombros impidiendo que se levante, relamo los colmillos afilados del huargo, olfateó la angustia, escuchó el latir de su corazón mientras la saliva se me aligera viendo la sangre fluir por su carótida. Jamás había ansiado tanto la sangre de alguien.

— Mátala — escucho el susurro de Voldemort, aunque lejano logra hacerme salir de mi trance — mátala, conoces el hechizo Harry — levanto la mirada viéndolo detrás del castaño como una aparición, su fría y turbia mirada avasalla la mía — hazlo! — exige haciendo que Harry se gire queriéndolo atacar, algo que no pasa pues en un hábil movimiento, Voldemort ya lo ha desarmado — ahg eres un débil, un cobarde... me das asco Potter

Harry me mira suplicando ayuda, una pelea directa con Voldemort es lanzarlo al matadero, sabe defenderse, si, así como también es buen mago pero el señor tenebroso posee toda clase de trucos, jugarretas y artimañas que lo aniquilarían en un instante, eso sin mencionar el manejo perfecto de la magia negra, retomo mi forma humana no si antes herirle el brazo a Bellatrix con las garras del lobo, me mira con la sangre enardecida chorreándole por el brazo pero se limita a huir como la maldita golfa cobarde que es. Si ella muere, morirá por mi propia mano, yo la aniquilaré, la destrozare, pedazo por pedazo, la muerte de Sirius es el pecado que debe pagar ante mi.

Es demasiado tarde para estar aquí no crees Tom? Los aurores llegarán pronto — la voz de Dumbledore nos hace desvariar a Harry y a mi, no habíamos tenido ninguna noticia de él desde que Cornelius lo amenazo con enviarlo a azkaban

— Ellos pronto llegarán y tu, muerto estarás — el intercambio de hechizos no se hace esperar mientras yo alcanzo a refugiarme detrás de la fuente mientras que Harry es arrojado lejos por Dumbledore evitando así que los hechizos que lanza Voldemort lo dañen, recuerdo hacerme un ovillo evitando ser lastimada... al menos físicamente, las lagrimas vuelven a llenarme los ojos y ruego, suplico que alguien me saque de ahí de una maldita vez

— No vamos a casa, nena — eres tú mi maldito ángel guardián ¿o que mierda?. Las veces que he necesitado de alguien, cuando mas suplico que vengan por mi, siempre llega él y su voz que ahora no suena fría e inexpresiva si no más bien dulzona, es como escuchar el sonido de la salvación, lo que me asegura que todo estará bien, que pronto todo pasará

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