¿Estás libre esta noche? (Jai Courtney)

Capítulo XVII : Que la noche no acabe

Entonces lo atrapé con un de mis piernas alrededor de su cadera y comencé a mover mis caderas yo también. Sus manos estaban apoyando en la cama a los lado de mi cuerpo , yo subí mis manos hasta su espalda para pegarle aún más a mi. Era incapaz de definir los sonidos que escapaban de mi boca por la excitación de volver a sentirlo dentro. Él gruñía, podía intuir las mismas ansias y la misma necesidad que tenía el de mí que yo de él.
Pocas fueron las estocadas que hicieron falta para que ambos llegásemos a un intenso orgasmo, con un último gran grito juntos.
Aquel Dios del Olimpo se dejó caer sobre mí, quedándose un rato sin retirar su miembro de mi interior , cosa que agradecí infinitamente, lo había extrañado tantísimo..

Esa misma noche lo hicimos de diversas formas, con urgencia, no quedó un solo centímetro de mi cuerpo que no hubiese quedado sin cubrir por sus besos ni caricias y entonces comprendí que daba igual cuanto lo intentase , le necesitaba y no podía alejarme de él, era completamente adicta a sus besos y caricias , a ese maldito cuerpo hecho para el pecado. Me declaraba vencida y completamente perdedora de mi propia batalla.

Una vez más colapsamos juntos , con nuestros cuerpos repletos de sudor , nuestras respiraciones erráticas y con el pulso en las nubes. Se acostó a un lado , con su corazón y respiración acelerada. Nos quedamos en silencio, intentando recuperarnos. Mientras en mi mente buscaba la manera de preguntarle si él había sido quien me había llamado cuando un fuerte trueno se escuchó seguido de una intensa lluvia , sin poder evitarle solté un pequeño chillido abrazándome a él, provocando en él una pequeña sonrisa curiosa .

-¿Te dan miedo las tormentas?-

-Desde pequeña- Respondí sonrojándome en aquel mismo instante, al darme cuenta de lo que acaba de hacer, por un instante me sentí algo absurda al sentir vergüenza después de todo lo que habíamos hecho-

-No pasa nada. La lluvia es vital para la vida.Además no estás sola-

-Lo se... - Solté una sonrisa aún así nerviosa- Es solo que... - En ese momento las famosas normas volvían a mente , así que simplemente guardé silencio- No importa-  Solté mis brazos de aquel abrazo , volviendo a colocarme en el lado de la cama en el que estaba-

-Tranquila, me quedaré hasta que pase- Se giró hacia mi , subiendo una de sus manos para acariciar mi hombro-

- ¿De verdad?-

-Si. No traje coche y no quiero mojarme-

Mi ilusión se desvaneció en el aire, por un segundo pensé que se quedaría sólo por hacerme compañía, pero supuse que eso rompería la regla de los lazos afectivos, así que me giré dándole la espalda, me abracé a la almohada hasta que me quedé profundamente dormida.

Un ruido me despertó, me pareció que era la puerta al cerrarse, pero al enfocar mi vista en ella no había nadie, miré mi reloj y eran las 10:45 de la mañana, entonces me levanté a toda prisa de la cama y cuando terminé de vestirme caí en la cuenta de que era sábado, sola me reí y moví la cabeza negando varias veces , de seguro me habría visto muy graciosa corriendo como una loca por la habitación. Tomé mi bolso de la mesa y me encontré otra nota escrita en computadora

Recuerda que después de la tempestad viene la calma, la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso

Volví a leerla varias veces, no comprendí el mensaje de trasfondo si es que lo había, la guardé en mi bolso y salí de la habitación, no sin antes girarme hacia la cama y recordar lo que había pasado en ella, el desorden era prueba fiel de la noche más desenfrenada y placentera de mi vida, una amplia sonrisa apareció en mis labios y salí rumbo a mi departamento.

Tomé un largo baño, mientras imágenes de lo sucedido la noche anterior se repetían, sus besos, sus gemidos, sus caricias, todo lo tenía tatuado en mi mente y en mi piel, me sentía satisfecha como nunca antes y estaba decidida a seguir con él, no podía renunciar a todo lo que me hacía sentir, quizá con el tiempo el dios griego se olvidaría de las reglas y me mostraría quien era en realidad, pero, extrañamente, yo no estaba muy segura de que él quisiera saber quién era yo. Aquella Aura metódica, obsesionada con su trabajo, con una vida de lo más normal que tuvo que recurrir al sexo con un hombre que no conocía de nada para buscar una locura que le diese algo de sentido a sus días. Pero lo peor fue cuando ese pensamiento me llevaron a Daniel... Le amaba... o eso creo... Después de todo lo que había pasado y de nuestras idas y venidas y lo poco que había estado junto a él debido a mi trabajo ya no sabía decir si en verdad le amaba o simplemente no sabía vivir sin él...