(+21) (Libro 2) La manera en como se conocieron y ocurrieron las situaciones entre los Sam's fue muy peculiar. Al parecer el segundo amor había triunfado en la millonaria vida de Sam Chaidez Telles.
Sin embargo, las situaciones y los embrollos apena...
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Capítulo 27.
(Sam).
—Admito que llevo días esperando algo como esto —Samanta sujetó mi pene con decisión y desde abajo me dedicó una mirada de niña buena y coqueta.
—Te ves hermosa arrodillada, mi dragona —jadeé cuando comenzó a masturbarme lentamente, de abajo hacia arriba, lubricando mi pene con el líquido de mi excitación—. Chúpamelo, beba —me relamí los labios con una mirada expectante hacia ella, ansioso de que lo llevara hasta su boca.
Una vez que introdujo mi pene en su boca, lo llevé hasta el fondo de su garganta, jadeando de gusto y desesperación, a tal punto, que no pude evitar agarrar su cabello con dureza.
—Eso es, beba —gruñí al remover su pelo, desesperado por el placer que sentía gracias a la calidez de su boca—. Es todo tuyo.
Mientras ella lamía y chupaba la piel de mi dureza, me deleité al ver que había cerrado los ojos más que entregada, disfrutando de lo que me hacía y causaba en plena fiesta.
—¿Te gusta hacerme esto? —lo saqué de su boca y rocé mi hinchado glande sobre sus labios, sus mejillas y su nariz.
—Claro que sí, joven Chaidez Telles —susurró y luego lamió la base de mi pene hasta llegar al hinchado glande, con el cual comenzó a jugar al mirarme con lujuria.
—Así que te gusta jugar a la empleada del servicio y al jefe —presioné mi dedo pulgar contra su labio inferior y luego palmeé una de sus mejillas con suavidad—. Quiero que abras la boca para mí y te ahogues con él, beba —le ordené por lo bajo.
Samanta obedeció al abrir la boca y sacar su lengua, lista para recibir mi dureza hasta el fondo de su garganta una vez más. Sin embargo, antes de que eso sucediera, me agaché un poco e intercambié saliva con ella, escupiendo su boca y lamiendo su lengua con la mía. Luego, al recuperar mi postura, agarré su cabello con más decisión e introduje mi pene con brusquedad, sintiendo la fricción de sus labios lubricados por mi saliva y excitación.
Escuchar sus arcadas provocadas por mí comenzó a desesperarme sobremanera, logrando exteriorizar mi dragón enfurecido por la lujuria y causando que deslizara su boca con más fuerza sobre mi pene.
Sin embargo, cuando los minutos pasaron y sentí que explotaría, sujeté su pelo con más fuerza y la detuve, manteniendo mi pene en el fondo de su garganta.
—Trágatelo todo, beba —gruñí y jadeé desesperado cuando mi semen se disparó con presión en su garganta, provocándole deliciosas arcadas que me mantenían en la cima del éxtasis.