(+21) (Libro 2) La manera en como se conocieron y ocurrieron las situaciones entre los Sam's fue muy peculiar. Al parecer el segundo amor había triunfado en la millonaria vida de Sam Chaidez Telles.
Sin embargo, las situaciones y los embrollos apena...
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Capítulo 3.
(Sam).
Héctor y yo acabábamos de llegar a la universidad en su Cadillac. Cuando salí del vehículo y coloqué la mochila sobre mis hombros, observé el ambiente a mi alrededor. Algunos edificios eran visibles desde el estacionamiento donde nos encontrábamos. Era la primera vez que venía personalmente a la institución, ya que mis padres se habían encargado del papeleo.
Aunque ellos ni siquiera lo consultaron conmigo, situación que me molestaba, estaba más o menos entusiasmado con mi maestría. Continuar con mis estudios en lo que más me apasionaba era una de mis metas. Sentía que podía lograrlo sin la ayuda de nadie y que los días volvían a tener sentido para mí en el aspecto profesional.
—¿Listo, bro'? —Héctor se ubicó a mi lado con despreocupación. Parecía divertirse con nuestro primer día de clases mientras ajustaba la mochila sobre sus hombros.
—Supongo —me encogí de hombros y me dispuse a caminar junto a él—. ¿Y los demás muchachos? —le pregunté.
Hasta había olvidado que Iván, Xander y Ángel también estudiaban en el mismo lugar. Aunque, francamente, tampoco me sorprendía. Era la institución más cercana en la zona para los hijos de padres ricos. La mayoría acudían por los programas completos que ofrecía la universidad.
—Sobre eso te quería hablar —Héctor carraspeó y me miró de reojo. Me conocía lo suficiente para tratar ciertos temas con pinzas—. Te están esperando en el edificio de admisiones.
—¿Y eso cómo para qué? —bufé con arrogancia.
La mayoría de los estudiantes que pasaban por nuestro lado nos miraban de reojo al murmurar. Evidentemente, me conocían por las revistas de economía o por los estúpidos rumores de pasillos.
—Es que todavía tienes que terminar de firmar un papeleo como nuevo estudiante de esta institución. Además, el presidente de la universidad quiere darte la bienvenida en persona.
Rodé los ojos con fastidio y solté un suspiro lleno de pesadez más que evidente. Solo quería ser un estudiante normal que pasaba desapercibido por los pasillos de la universidad, pero era obvio que eso no pasaría. Al menos no donde me encontraba, ya que la mayoría de los que estudiaban en la institución eran hijos de familias sumamente adineradas que conocían de mis padres. Así que, obviamente, también sabían quién era yo.
—Qué sea rápido —le dije a Héctor cuando nos detuvimos delante del edificio de admisiones—. Cuanto antes comience con mis clases, mejor —ignoré a un grupo de chicas que nos miraban con emoción.
Iván, Xander y Ángel se acercaron y nos saludaron con un gesto de manos.
—Dragón, será divertido tenerte por aquí —me dijo Ángel con emoción—. Empiezo a creer que los días en esta aburrida universidad tendrán más sentido para mí —enarcó las cejas repetidas veces.