(+21) (Libro 2) La manera en como se conocieron y ocurrieron las situaciones entre los Sam's fue muy peculiar. Al parecer el segundo amor había triunfado en la millonaria vida de Sam Chaidez Telles.
Sin embargo, las situaciones y los embrollos apena...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Capítulo 37.
(Sam).
Me encontraba en el camerino deportivo junto a mis amigos. Terminaba de atar los cordones de mis tenis deportivas, intentando concentrarme mentalmente y físicamente para la carrera que se aproximaba. Era consciente de que participaría junto a otros corredores que eran buenos. Incluso, había un par de medallistas.
—Estás muy callado, a pesar de que fuera de aquí hay un alboroto —comentó Xander al mantener sus brazos cruzados y su espalda apoyada sobre uno de tantos casilleros.
—Sí, de hecho, te estás comportando como si fueras un novato en esto de las carreras —añadió Héctor, quien estaba sentado a mi lado mientras fumaba de su vaporizador.
—Déjenlo en paz, muchachos —les dijo Iván—. Debe estar nervioso.
—Por supuesto que no estoy nervioso —puse los ojos en blanco cuando me levanté del banco junto a los casilleros—. Bueno, lo estoy, pero no por lo que creen —confesé—. Es que es la primera vez que Samy me verá participar.
—Ah, es eso —Héctor soltó un par de carcajadas y los demás chicos se rieron también.
—Por supuesto que es eso —bufé—. Sé que ganaré, así que los demás corredores no merecen en lo más mínimo mi preocupación de perder.
Los muchachos pusieron los ojos en blanco al escuchar mis fanfarronerías de siempre. Ángel no dudó en acercarse con mi camiseta de corredor.
—Toma —me la entregó—. No querrás que la gente de las gradas se pongan peor de lo que ya están por querer verte.
—Pensaba salir sin camiseta para que Samy pudiera admirarme —me encogí de hombros—, pero ya veo que ahora mismo no es buena idea —volví a poner los ojos en blanco al escuchar que afuera coreaban "Dragón" como si ya hubiese ganado.
—¿Y no te es suficiente con el hecho de que ella puede verte y tocarte siempre? —bufó Héctor.
—Claro, pero...
—Lo que pasa es que si fuera por el Dragón —interrumpió Xander—, andaría con el torso desnudo las veinticuatro horas del día solo para que Samy lo estuviera viendo.
—Ahora que lo mencionas —enarqué las cejas al ponerme la camiseta que Ángel me había entregado—, suena bien esa idea. No parece tan descabellado.
—El "tan" es lo que preocupa —dijo Ángel por lo bajo, consciente de que yo no tenía remedio alguno.
—Nuestro líder se ha vuelto esclavo de una mujer gruñona —dijo Iván al sonreír con malicia.
—Sí, que vergüenza —reiteró Héctor y todos se echaron a reír.
—¿Podrían estar serios aunque sea una puta vez en la vida? —me quejé al peinar mi cabello hacia atrás con un poco de crema y gel—. Ustedes solo me envidian porque estoy viviendo la flor de mi amor —pestañee repetidas veces, actuando de forma exagerada.
—¿La flor de qué coño? —Héctor posó una mano sobre su frente—. Uno trata de defenderte, pero no te ayudas en nada, bro'.
—Qué cringe —mencionó Ángel por lo bajo, como siempre.
—Definitivamente, lo hemos perdido —comentó Xander y todos volvieron a reírse de mí.
—Al menos ahora hay alguien más rudo que el Dragón —dijo Iván—. Ah, cierto, que esa es Samy. Mejor entrégale el puesto de líder a ella.
Mis amigos se carcajearon, mientras que yo hice un gesto de sacudir mis manos, restándole importancia a sus palabras burlonas. Sin embargo, tenía que admitir que también me estaba divirtiendo con ellos.
—Por cierto, tu tío me llamó —me dijo Héctor cuando todos hicieron silencio y calmaron sus carcajadas—. Me avisó que venía a verte competir.
—Nada raro, siempre ha estado más presente en estas cosas que mis propios padres —me encogí de hombros y le resté importancia al asunto, aunque me hacía muy feliz que mi tío nunca fallara.
—La cuestión es que le acabo de escribir para ver si había llegado —Héctor prosiguió—. Me dijo que está acompañado de Samy, ya que se la encontró discutiendo con la tal Verónica y sus amigos.
—¿¡Qué!? —fruncí el ceño, aunque me hacía sentir aliviado que mi respondona estuviera acompañada del tío Ian—. Esa gentuza está siendo un dolor de culo para mí —me quejé—. Pero ya sé lo que haré.
—Miedo me das —comentó Héctor al enarcar las cejas.
—Yo me espero cualquier cosa de Sam —Ángel se encogió de hombros.
—Será interesante ver lo que harás —dijo Iván.
—Últimamente, amo estos días en los que Sam tiene novia —añadió Xander al reírse—. Ya no nos aburrimos como antes.
Sonreí en silencio, porque en eso Xander tenía razón. Desde que Samanta había llegado a nuestras vidas las cosas habían cambiado y hasta nos divertíamos mucho más que antes.
—Muchachos, ahora que tendré que estar concentrado para la carrera, acompañen a Samanta —les dije—. No quiero que esa gentuza esté cerca de ella.
—¿Y tener que interrumpir el momento entre padrastro e hijastra? —preguntó Héctor—. Quiero decir, ¿entre Ian y Samanta? —corrigió rápidamente.
—Sean discretos con el tema de Ian y Sara —les avisé—. No estoy en la posición de explicar el hecho de que mi tío se tira a mi suegra.
—Debes estar preocupado por tu tío en cuanto a eso —me dijo Ángel, el responsable de que hayamos pillado al tío Ian y Sara haciéndolo en el baño de empleados.
—Por supuesto que no —bufé—. No me preocupa mi tío o la señora Villeda. Ellos están bastante mayorcitos como para saber lo que hacen. Lo único que me preocupa es que esa mierda me salpique a mí con la dragona. Y como sé que será así, me preparo mentalmente para eso.
Mis amigos volvieron a poner los ojos en blanco.
—Siempre pensando más allá —comentó Héctor, acostumbrado a mis palabras.
—Veinte minutos, joven —me dijo uno de los entrenadores cuando entró al camerino deportivo, avisándome para que terminara de alistarme.
Una adrenalina comenzó a reinar en mi sistema. Extrañaba las competencias de pista y campo, pero con Samanta apoyándome sería más gratificante para mí, porque además de mis amigos y el tío Ian, tendría otro motivo para ganar y que se sintieran orgullosos de mí con sinceridad por mis propios méritos.
«Samy, yo también te demostraría que podía lograr cosas por mí mismo, por mis propios méritos».