モンキー･D･ルフィ
monkey d luffy
— ¡Vamos, baila conmigo! – Tu novio se quejo, agarrándote de las manos y acercándote a él. El resto de la tripulación te ánimo, aplaudiendo una vez que Luffy finalmente te atrapó en su abrazo, dándote un beso rápidamente en tus labios, Dejó que sus manos se preguntaran y acariciarán tu cuerpo, antes de dejar que cayeran sobre tu cintura, sosteniéndote más cerca de él.
El violín de Brook tocaba las notas más dulces mientras Luffy guiaba tus movimientos, haciéndote girar para luego atraparte en sus brazos una vez más. El resto del equipo también se unió a la pista de baile, Usopp y Chopper bailaban torpemente, disfrutando de la alegre velada.
— ¿Ves? Es increíble. – Te susurro al oído. Asintiendo en respuesta, le enganchaste tus brazos alrededor del cuello para continuar bailando. No te gustó la idea de estar frente a una multitud, a pesar de estar compuesta por tus compañeros de tripulación de confianza, pero tenías que admitir que había algo mágico en bailar en un barco mientras navegabas por el océano con un cielo lleno de estrellas justo encima de ti. La vergüenza inicial se reemplazó rápidamente por una sensación inmediata de calma. No había ningún lugar en el que preferiras estar; aquí era donde pertenecías: dondequiera, pero con Luffy. Habrías seguido a este hombre a donde quiera que quisiera ir, habrías tocado el sol con tus propias manos si lo hubiera necesitado, concederle un baile era lo menos que podías hacer.
Ambos se mantuvieron en silencio durante un tiempo, abrazándose firmemente y dejando que las dulces notas os acojan. Luffy se preguntó si ese era el momento adecuado para preguntarte, ya había estado pensando en ello durante el tiempo suficiente. Pero sostenerte en sus brazos mientras bailaba bajo la luz de la luna hizo aún más cosquillas a su fantasía, no había dudas en su mente.
— Cásate conmigo. – dijo finalmente, con la voz ligeramente temblando. Ni siquiera era una pregunta, no podía considerar un no como respuesta.
Era ahora o nunca, no había forma de predecir lo que podría suceder después de desafiar a los Cuatro Emperadores; y él quería hacer las cosas bien. Luffy quería tener una noche más tranquila contigo; quería crear el recuerdo más hermoso, uno al que siempre te aferrarías en tiempos difíciles. Quería verte con un vestido blanco, darte su apellido, dejar que todo el mundo supiera que eras suya, la cónyuge del pirata más temido de la peor generación.
— ¿En serio? – Preguntaste con la sonrisa más ancha que tus labios podrían formar. Luffy asintió inmediatamente, mordiéndose el labio inferior esperando una respuesta. Presionando su frente contra la tuya, te miró con sus habituales ojos grandes. Las lágrimas apresuraron a nublar tu visión, un nudo apretado que se formaba en tu garganta cuando una repentina ola de felicidad abrumaba tu cuerpo.
— ¡Sí, sí, sí! – Gritaste con emoción, saltando en sus brazos. Envolviendo tus piernas alrededor de su torso, presionaste tu frente contra el suyo una vez más, ahora de pie un poco más alto que él. Acopando su mejilla con una mano, te inclinaste hacia él para finalmente encontrar sus labios en un beso apasionado, bastante lloroso.
