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La casa de Kelso Gray cayó en manos de Dorian junto con el resto de la herencia del viejo, la quisiera o no

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La casa de Kelso Gray cayó en manos de Dorian junto con el resto de la herencia del viejo, la quisiera o no. Más que una casa, deberíamos hablar en términos de mansión. La estructura pertenecía a los diseños señoriales del siglo XVII; demasiado espacio, demasiada madera, muebles pesados y un ambiente que hacía pensar que se encontraban atrapados en un cuento.

Nada más dar unos pasos en el vestíbulo y toparse con la sala en que estaba la chimenea y el retrato de un anciano con un abrigo, sombrero y un bastón, quedaba claro que su abuelo vivía atorado en el siglo en que nació. Kelso Gray todavía hablaba de los modales que hacían al hombre inglés cuando un Dorian preadolescente quería poner parlantes en la sala para escuchar a la banda popular de turno.

Por supuesto que no estaba permitido modernizar un poco el lugar en presencia del viejo, pero incluso ahora que había muerto y era el legítimo dueño, Dorian no introdujo muchos cambios en la casa.

Ahí estaban las escaleras de servicio que llevaban a la cocina en el sótano, ahí estaba el estudio y su biblioteca llena de libros en griego antiguo, latín clásico y lenguas derivadas del "latín vulgar", ahí estaba la caldera que se usaba antes de la invención de la calefacción actual e incluso los doseles de las camas en cada habitación.

La herencia de la casa además venía con empleados, los únicos dos empleados que soportaron al viejo durante sus últimos años de vida. El primero era Víctor, que servía de asistente y se ocupaba de la limpieza y de contratar jardineros y a quienes debían reparar cualquier cosa que lo necesitase desde que Kelso era un adolescente, y Beatriz, que era una cocinera que Dorian sospechaba que tenía unos cien años, pero lo que preparaba era delicioso.

Antes había más, pero ni siquiera un buen sueldo podía darte la fuerza para lidiar con ciertos tipos de jefes y Kelso era uno de ellos.

Aquella enorme y vieja casa debía parecer un suplicio para quien viviese solo allí. Incluso con esta compañía, siendo personas a quienes conocía de toda la vida, Dorian todavía sentía una chispa de emoción cuando Víctor le avisaba que tenía una visita.

Basil al fin se había animado a ir a verlo allí.

Hasta entonces, sus reuniones siempre fueron en el estudio de Basil. Dorian no se quejaba más de este, porque desde que conseguía salir por la ventana sin resbalar ni causar un desastre y Basil lo dejaba llevar bocadillos de su cocinera, disfrutaba la experiencia como un pequeño escape de su casa, pero en serio quería que se apareciese por allí y probar si Basil podía darle una imagen más alegre de ese lugar con sus tizas y pinceles. Cuando se lo preguntaba, la respuesta usual de Basil era que no le gustaba mucho ir a lugares que no conocía donde había personas a las que tampoco conocía.

Temiendo que se pudiese arrepentir nada más llegar, Dorian corrió hacia la puerta y se puso a un lado de Víctor para saludar a Basil. No creía que fuese a dar media vuelta y huir después de que lo hubiese visto.

Dorian GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora