La vivienda de Anne Bonny era una modesta casita de madera construida de cualquier modo, con el techo de hojas secas, como las viviendas de los indios de las grandes Antillas; pero bastante cómoda y amueblada con cierto lujo, pues aquellos fieros y rudos hombres de mar gustaban del lujo y del fausto, y como era de esperarse Mary Bonny gozaba de dichos lujos al igual que su madre.
Hallábase a media milla de la ciudadela, en el extremo de la espesura, en un lugar ameno y tranquilo bajo la sombra de grandes palmeras, las cuales sostenían constantemente una deliciosa frescura.
Anne Bonny introdujo a su hija en una habitación de planta baja, cuyas ventanas cubría una esterilla de nipa; le hizo sentarse en un gran asiento de bambú, mandó llevar a uno de sus servidores varias botellas de vino de España, probablemente procedente del saqueo de algún barco enemigo, destapó una y, llenando dos vasos, dijo:
—¡Hija mía, a tu salud, y por los ojos de tu dama! —dijo chocando el vaso.
—¡Prefiero que bebas por el éxito feliz de nuestra expedición! — contestó Mary Bonny.
—Será completo el éxito, hija mía, te lo prometo; y te prometo también poner en tus manos al matador de tus dos hermanas.
—¡De los tres, madre!
—¡Oh!, ¡oh! —exclamó Anne Bonny—. ¡Yo sé, y como yo todos los piratas, que Jhon Smith mató a la bruja Verde y a la dama de Rojo, pero que hubiese matado a otro, eso lo ignoraba!
—¡Sí; tres! —replico Mary Bonny.
—¡Por los arenales de Olona! ¿Y todavía vive ese hombre?
—¡Pero pronto morirá, madre!
—Eso espero; y yo estoy dispuesto a ayudarte con todas mis fuerzas. ¡Ante todo, sepamos! ¿Conoces bien a Jhon Smith?
—Le conozco mejor que los españoles, a cuyo servicio está ahora.
—¿Qué clase de hombre es?
—Un soldado antiguo que ha guerreado mucho en Flandes, y que lleva uno de los apellidos más ilustres de la nobleza flamenca.
En otro tiempo fue capitán valeroso, y quizá hubiera podido añadir algún otro título a los que tiene si la ambición no le hubiese convertido en traidor.—¿Es viejo?
—Debe tener unos cincuenta años.
—Me parece que todavía tiene mucha fibra. Dicen que es el más valiente de los gobernadores de España en estas colonias.
—Es astuto como un zorro, enérgico como Montbars, y valiente.
—Entonces debemos esperar una resistencia desesperada en Maracaibo.
—Seguramente, madre mía; pero ¿quién podrá resistir el asalto de seiscientos piratas? ¡Ya sabes lo que valen nuestros hombres!
—¡Por los arenales de Olona! —exclamó Anne—. ¡Lo he visto muchas veces! Además, tú conoces a Maracaibo, y sabrás cuál es el lado débil de la plaza.
—Yo te guiaré, madre.
—¿Te retiene aquí algún asunto?
—Ninguno.
—¿Ni siquiera tu bella flamenca?
—Me esperará; estoy seguro —dijo Mary Bonny.
—¿En dónde la has alojado?
—En mi quinta.
—¿Y tú adónde vas a ir si está ocupada tu casa?
—Permaneceré contigo.
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MARY BONNY_ LA ÚLTIMA CORSARIA
Historische fictieAnne Bonny, también conocida por su diminutivo Boon, fue una pirata irlandesa que operó en el Caribe durante los primeros años del siglo XVIII y una de las mujeres piratas más famosas de todos los tiempos. Anne, nació en Irlanda pero sus padres pr...