XVII

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Azotó las palmas sobre el escritorio, exaltada.

No era el contenido de los archivos lo que le molestaba, si no, la mera idea de la colaboración entre la ADA y la Port Mafia. En las últimas horas había leído unas veinticinco veces los documentos y expedientes de los diferentes miembros de Guild. Estudiado era una mejor palabra para describir su interminable martirio de descifrar cualquier mínimo dato extra de los diferentes miembros de la organización.

Aunque de alguno de ellos ya sabía dado a sus conexiones anteriores con el extranjero. No estaba nada cómoda con sus nuevas órdenes, y estaba tan centrada en el flujo de conexiones y posibles resultados que ni siquiera era capaz de escuchar a las serpientes. Cómo si mágicamente usará tapones de oído, o como si hubiese dejado de oír por completo.

- Maldición, Nakajima. Es una idea completamente estúpida. Y ahora Fukuzawa está en la maldita reunión con Mori. Carajo.

A pesar de que se encontraba solamente con Yosano, sus propios murmuros hacían bulla entre insultos varios hacia el joven tigre.

De todas formas, tanto ella como Ranpo saldrían dentro de poco.

Unos tantos días antes.

Cuando Dazai como Atsushi llegaron a la Agencia, una gran parte de las miradas se posaron en ambos. Tras el largo problema con el primer plan de Guild, la destrucción de una parte de la ciudad, junto a unas tantas bajas en la población, cada uno había vuelto completo. Más era tanto el estratega como el joven Jinko quiénes estaban más expectantes. Después de todo, dada la situación, eran piezas importantes en el ajedrez de la guerra por Yokohama.
En cuanto a la Port Mafia contaba con un basto conocimiento de archivos específicos de cada uno de sus miembros, desde Nakahara Chuuya, hasta la cabeza al momento, Ougai Mori. Mucha de ésta información le regresaba en forma de recuerdos aleatorios de algunas conversaciones de sus primeras misiones como miembro de la Agencia. Negociar era importante para cualquier tipo de organización, sin importar su tamaño o naturaleza. 

— Me gustaría hablar con usted, director Fukuzawa.

Concediéndole la audiencia, se llevó al chico tigre a su oficina, mientras el resto de miembros volvía a sus actividades anteriores. A decir verdad, la voz repentinamente seria del joven la tensó un poco. Anormalmente extrañada por el ambiente del lugar, y más aún al ver como Dazai se acercaba directamente a su puesto. Intentó esconderse detrás del biombo de madera, no estaba de humor como para lidiar con él, y se sentía algo cansada tras el ajetreo de sus operaciones encubiertas que el director le había asignado. Ya que cada miembro se enfocaba en Guild, aquél hombre le hizo énfasis en mantener la calma y escuchar sus órdenes. Por sus propios medios se había estado entrando de información variada, no sólo de Guild, si no, de más allá del país Americano. Y eso era desagradable, como una rata. Desagradable como el aullido de las discusiones de sus espectros, como los llantos de los niños al perder a sus padres.

— ¿Tienes un momento?

— No. 

— Es importante.

Suspiró. Le dio un vistazo a su brazo vendado producto del accidente que 'sufrió' junto a Ango, el funcionario. Rodó los ojos y le señalizó la silla frente a ella, dejando la pluma sobre la mesa. Esperaba que hablara rápido y conciso, no deseaba perder mucho tiempo cuando estaba en medio de su recuperación de datos. No parecía tener intenciones ocultas, y apenas notó cuando rozó sus dedos con los suyos. Alzó una ceja.

— Ten. Es para ti, confío en que sabrás que hacer con ello.

De entre su saco marrón claro sacó una carpeta, atada en hilo, medianamente rellena. La dejó sobre el escritorio con media sonrisa de intenciones poco claras; no tenía texto, símbolo, mancha o arruga alguna. Impoluta. Le picó la curiosidad por una vez en el contenido del sobre, más a juzgar por sus palabras, seguramente sería alguna clase de información valiosa.

— Puede que las cosas se pongan un poco tensas por ahora... Y creo que tú lo sabes.

— No me gusta nada la forma en la que has dicho eso, Dazai.

— No eres tonta. Entiendes completamente porqué estoy haciendo esto. Y solo espero que si terminas de descifrarlo, sepas brindarnos una mano. Aún hay cosas que no sé de ti, pero veremos quién te hace hablar primero.

Con eso, se levantó de la silla, mostrando su mejor sonrisa juguetona a integrarse con el resto de los presentes. Le recorrió un escalofrío desde la nuca hasta la espalda, una sensación tan horrible como común, y por un segundo perdió la calma. Le mortificaba un poco que aquél hombre supiera algo más de lo que debería. Odiaba su pasado. Odiaba a la gente que vivió en él, lo que pasó. Se perdió en un mar de susurros y recuerdos borrosos mientras observaba fijamente el sobre, comenzando a percibir como ambas serpientes intercambiaban palabras. Fantasmas y espíritus errantes que le recordaban la miseria, el horror y penumbra de lo que alguna vez fue una niña inocente. Se le aceleraba el corazón, y a cada momento su cólera aumentaba de sólo pensar que todo aquello le pasaba por la cabeza por un comentario completamente estúpido por parte del detective. Y no podía hacer nada al respecto, porque solo ella, el director y la tierra misma sabrían sus misterios. 

(...)

Farfulló, guardándose las ganas de patear el escritorio sin importarle que los informes salieran volando. Escuchó las voces de Akiko y Edogawa abandonando el sitio, por lo que finalmente se había quedado sola. Fukuzawa le preguntó si deseaba quedarse o acompañarlos a la reunión, pero tanto la mirada de Dazai como el tono en que habló el director supuso que era mejor no hacerlo. Dado eventos pasados donde se vió involucrada con la mafia portuaria, ciertamente no sabría controlarse de tener un arrebato ante sus miembros. Se tiró del cabello con algo de fuerza y ahogando un grito dejó que las serpientes salieran, cada una deslizándose a algún rincón de la oficina. Soltó el aire dejándose caer sobre la silla y gruñó.

— Diez minutos, DIEZ, y nos vamos... necesito... pensar. 

Guild. La unión de diversos usuarios de habilidad, bajo el mando de Francis S. Fitzgerald, quiénes efectuaban un plan para llevarse por algún motivo a Nakajima Atsushi.

Indagó, hasta que las ideas sueltas en su cabeza comenzaron a conectarse una tras otra, entrelazando los nombres de los miembros, con sucesos varios. Si aún vivía, Herman Hesse sería el dueño de la actual Moby Dick. Había visto esa cosa surcar los cielos durante el ataque a la ciudad.
Divago en la trivialidad de sus miembros y el objetivo común que la mayoría mostraba en sus informes, el dinero. Algunos de éstos mencionando un tercer contacto extranjero quién sugirió diversas cosas al equipo.

Vagamente se detuvo. Un contacto extranjero que no fuese americano. Abrió los ojos como platos y se levantó de un tirón. Atazajó todos los papeles dentro de la carpeta comenzando a entrar en pánico, inmediatamente haciendo volver a ambas serpientes, con pasos torpes y apresurados moviéndose entre los escritorios.

Tenía que irse. Y rápido. Si sus deducciones habían sido correctas, al igual que el resto del plan, estaba en problemas.

No podía huir más de su pasado.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2023 ⏰

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ᴘᴏɪꜱᴏɴ «Dazai Osamu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora