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"Podría mirar directamente a los ojos de la víbora, y no sabría sus intenciones."

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Las gotas de lluvia hacían un efecto relajante. El viejo edificio tenía una fachada amable que los recibía gustoso. La mano vendada del mayor se posó en su hombro, teniendo que alzar la mirada para ver los ojos castaños de su compañero, que sonreía levemente.
Palmeó su hombro varias veces, y le dió el pasó, que ella no rechazó. La decoración era simple, y cómoda. Aquél hombre tras la barra les dió la bienvenida, y ambos se sentaron en los bancos frente a la barra, en ropas cómoda tras haber salido del trabajo.

- Un vaso de Whisky, por favor. ¿Y tú, qué tomarás?

- Lo mismo.

Sus ojos dieron con los de él, el barman asintió y se dirigió a servir los pedidos. Entreabrió los labios para decir algo, cuando las palabras de ella se deslizaron más rápido.

- Si quieres que te hable de mí, me hablarás de tí, es una negociación simple, y sé que se te dan bien.

- ¿No puedo negarme, verdad~?

Los ojos rubí de la mujer lo miraron, mientras alzaba los hombros. Los ojos de éste recorrieron sus facciones y contuvieron el impulso de acariciar su cabello, estaba tan bonita como siempre. Suspiró.

- Bien.

Un par de vasos se posaron a su vista. Cada uno tomó el suyo, sin realmente demasiados ánimos de tomarlo. Ella dió un pequeño trago, solo para después mezclar los hielos con el contenido, mirando los círculos al interior del vaso, como si aquel pequeño vórtice la absorbiera.

- Dokuhebi Nishoku. Veintidós años, nacida en Midori-ku. Dime, ¿Qué te trajo para acá?

Su pregunta la desconcertó. Dió otro pequeño trago a su bebida y lo miró, tomando aire antes de responderle, sinceramente, esperaba una mejor pregunta. Pero esa sonrisa decía que había algo detrás de ello. Esa sonrisa siniestra que mostraba un poco su verdadero ser.

- Trabajo. Desde que mi madre y padre se mudaron hacia Tokio, yo comencé a trabajar. Al principio sólo era medio tiempo, pero cuando terminé mis estudios, me dediqué a ello. Por mí habilidad, fuí por muchos distritos, ya que terminaban por huir, o despedirme al verles. Hasta que llegué aquí. Empecé a causar problemas, hasta que Kunikida Doppo-san me encontró, desde ahí me uní a la agencia.

No era exactamente lo que esperaba, pero en ese aspecto, estaba siendo totalmente honesta y no dubitaba en decir lo que le pidió. Desconocía si su honestidad era producto del alcohol, o simplemente su honestidad era así.

ᴘᴏɪꜱᴏɴ «Dazai Osamu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora