XIII

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El lugar había sido destruido. Varios miembros de la agencia estaban bajo recuperación a manos de Yosano, mientras que otros estaban en plena discusión acerca de las ofertas de la tal "Guild", y por si no fuera suficiente Kyouka había desaparecido sin dejar rastro. La información que recibió le dio una jaqueca repentina, puesto que hacía apenas pocos minutos habían llegado (ya que Dazai se había negado a adelantarse, o dejarla sola bajo ningún motivo). Se acomodó un mechón detrás de la oreja y se mantuvo firme en su paso hacia el edificio a pesar de que por dentro estaba hecha pedazos. Ojeó la oficina rápidamente y encontró a los anteriores lesionados como si nada hubiera sucedido, obviamente producto de No has de morir. Miró al castaño, alzando un poco la mirada, él le devolvió la mirada por cortos instantes, como si de telepatía se tratara, cada uno volvió a sus respectivos puestos para recibir órdenes. Duró poco la conmoción, hasta que la mujer buscó al chico tigre para preguntar acerca de las apariencias de los miembros de la tal "Guild"; quizá ya los conocía pero el nombre no parecía familiar. 

Pronto lo encontró en la enfermería junto a otra mujer de cabellos naranjos, que de algún creía haber visto antes en algún sitio. Atsushi estaba sentado frente a ella, la mujer rechazando o evitando cualquier pregunta que le hicieran. Decidió observar unos instantes más antes de acercarse, abriendo sus labios para decir algo pero el tirón en su muñeca la distrajo, además de confundirla pues ciertamente alguien con su carácter podría hacerla hablar, de una u otra forma. Los ojos ligeramente oscurecidos, incordiados en maldad, cubiertos por algunos cabellos sobre su frente le provocaron tal reacción, tal sensación de estar congelada en su lugar, que calló sin dudarlo. Osamu sonrió y revolvió sus cabellos con su mano libre y entro al cuarto, murmurando un "Espera aquí".

- Déjamelo a mí, Atsushi-kuun~ Son cosas de adultos, así que permanece afuera.

Pronto los pasos torpes del muchacho se vieron saliendo de la puerta, seguido de un "click" del seguro de la puerta, dejándolos a ambos confundidos. La mujer saludó desganada con su mano, y el muchacho murmuró un saludo antes de pedir permiso, para después retirarse un poco incómodo - claramente confundido, también -; poco después escuchó un ligero crujido, sus sentidos se estaban poniendo sensibles, una clara señal de mal augurio. Movió la mirada vacía a la puerta "De ahora en adelante las cosas se pondrán sucias..."  definitivamente ese era el suicida y sinceramente no quería saber que era lo que le haría a la mujer aquella, pues la frase en sí llevaba muchos sentidos. Mandó la espera al caño y se retiró del pasillo, apenas respondiendo preguntas, deslizándose entre las pocas personas del edificio sin decir nada, aún seguía en su pequeño episodio de vacío. Escuchaba distantes las voces de las serpientes hablando, diciéndole cosas que no se molestaba en escuchar, incluso si eran ánimos.

Salió del lugar y caminó entre la multitud, ausente de todo su alrededor. Era como si el botón de silenciar estuviera encendido, volviendo todo más gris, monótono. No estaba de ánimos, incluso si trataba de mostrarse de forma más regular ante los demás. Trató vagamente de concentrarse en el caso, pero simplemente no podía más que quedarse en blanco cada ocasión que algún nombre o habilidad llegaba a pasar por su mente. Cada recuerdo se desvanecía en la niebla espesa de pensamientos. Cuando menos lo notó, estaba empezando a sonreír. Una sonrisa rara, inadecuada e inesperada, una gracia inminente ante su propio estado. Salió de su trance al verse en un callejón sin fondo, paredes grises y poco amistosas de viejos edificios. Suaves sollozos viniendo de los rincones más oscuros del lugar llamaron su atención, acercándose por mera curiosidad, además de ignorar los constantes sonidos de su celular al recibir llamadas probablemente de la agencia. No la necesitarían.

- ¡P-por favor, aléjese! ¡Y-ya le dije que no pien... pienso ir con usted!

- Vamos niño, no seas tonto, si vienes, les daré a tu familia una buena suma para que puedan vivir. 

ᴘᴏɪꜱᴏɴ «Dazai Osamu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora