- ¿Puedo ayudarla en algo?Un joven de cabellos blancos se asomó desde el escritorio tras abrir la puerta. Lo miró con indiferencia y el mismo chico amable tembló por su frialdad aparentada. Ella esbozó una media sonrisa, dejando salir una moda para sí misma, mirando aquellos ojos de un color peculiar, brillantes.
- Vengo con Fukuzawa-dono. ¿Está?
Dejó el maletín en el escritorio, sorprendiendo un poco a él joven, quien tembló de nueva cuenta ante la firmeza de su voz, suave, que cautivaba, pero no dejaba de pensar, ni sentirse, en constante amenaza.
Abrió dicho contenedor, sacando una carpeta, y tomando de su interior un papel. Alzó su mano hasta dar con un bolígrafo y dió por firmado el documento, un poco impaciente de que el chico no le dijera nada en respuesta, siseando por lo bajo.- ¡Ah, vaya, cuánto tiempo sin verte!
La animada voz de Yosano le llegó al oído. Dió media vuelta con una pequeña sonrisa, y saludó con su mano a la doctora, dejando el bolígrafo en la mesa y cerrando el maletín. Se mordió la lengua un instante, para después asentir levemente.
- Pensé que estaría allá hasta la eternidad.
- El presidente está en su oficina, ya sabes.
Ella asintió, siendo interrumpida por una carcajada sonora de Yosano al ver la confusa expresión de uno de los miembros más recientes de la agencia. Sus cejas, blancas, se curvaron en confusión, hasta ver al chico, probablemente no lo conocía, ni ella a él, pero tenía un aspecto de oficinista inofensivo. Akiko hizo un ademán antes de retirarse, mientras ella solo tocó tres veces la puerta de la oficina, documento en mano; del otro lado un serio, y firme "Pase" resonó.
Tras cerrarse la puerta, cesó todo sonido. Atsushi se rascó la nuca en confusión, quedando completamente solo. Ranpo estaba en Seya-ku* resolviendo un caso de asesinato en serie, mientras que Kunikida y Dazai se dedicaron a reunir información acerca de sujetos sospechosos de un incendio hacía dos días antes. Los hermanos Tanizaki y Kyōka tenían un pequeño encargo por lo que regresarían hasta el día siguiente. El Jinko estaba solo, o al menos hasta que los pasos en el pasillo se hicieron presentes.
- ¡Ah, Kunikida-kun~! Si no dejas de fruncir el ceño te saldrán arrugas.
- ¿En serio?
- ¡Por supuesto! Anótalo.
La puerta se abrió, dejando ver a Dazai sonriente mientras Doppo escribía en su libreta de ideales. Dazai volvió a usar un tono burlón, solo para decir «era broma» y recibir un golpe en la cabeza de parte de Kunikida.
- U-uhm...
Atsushi quería preguntar acerca de la persona que había llegado, pero ninguno le prestaba atención alguna por lo que suspiró. La puerta de la oficina de aquél hombre se abrió de golpe, dejando asomar la silueta pálida de la mujer joven. Los observó con ojos de cazador, y después le sonrió a Kunikida.
- Ah, Kunikida-san... Tiempo sin verte.
El rubio se acomodó las gafas, y asintió. Atsushi miró aún más confundido la escena, por lo que esté suspiro.
- Cierto, Shoku-san. Atsushi, ella es Dokuhebi Nishoku, trabaja para la agencia en las negociaciones con el extranjero desde hace tiempo.
- Oh... Un gusto. Nakajima Atsushi.
El chico extendió su mano, esperando que la tomara. Ella lo analizó de pies a cabeza, aceptando el saludo y estrechando su mano con suavidad.
- Oh... ¿Tú eres el nuevo? ¿Jinko?
El mencionado asintió, con un leve sonrojo en las mejillas, mientras soltaba su mano y sonreía levemente, incluso un miembro de la agencia como lo era ella lo conocía.
- Yosano me habló de tí.
Un carraspeo irrumpió la conversación. Los presentes miraron al castaño, haciendo un puchero de la poca atención que había obtenido de la agente recién llegada.
- Hallo**, Hebi-chaan~
- Guten Tag***, Dazai.
- Aah~ tan cortante como siempre.
El castaño se llevó la mano al pecho de manera exagerada, como si las palabras de la joven le hubieran lastimado, cosa que era más falsa que las plantas plásticas de la ventana (que Kunikida había puesto para no gastar agua de más). La de cabellos blancos con mechas negras frunció levemente su ceño, decidiendo ignorar aquello.
- Permaneceré aquí por un mes. Espero trabajar contigo pronto, Atsushi-kun.
- ¡Se-seguro! ¡Estaré e-esperando!
- Vale. Más necesitarás mucha energía, ten eso en cuenta.
La bicolor se despidió, para tomar sus cosas y salir de ahí. Kunikida miró con algo de pena al Jinko, al igual que Dazai.
- Kunikida-san...
- ¿Qué pasa, Atsushi?
- ¿Es ella una usuaria de habilidad también?
-
La joven siguió su camino. Sus pasos resonaron en las calles que empezaban a oscurecer por la ciudad. Un silbido bajo, como una respiración, dió en su oído, pero decidió ignorarlo.
Tras la pequeña frase de «sangre de reptil» que recordó, frunció su entrecejo de nuevo, entrando a su departamento que había comprado tras unos años de ahorrar. Azotó la puerta y puso el seguro, cerrando con llave. Se quitó el abrigo y lo lanzó al sofá, dejando el maletín en la barra de la cocina, en dirección a la habitación mientras desabotonaba su blusa blanca, de largas mangas. La echó al piso, mirándose en el gran espejo del lado derecho de su cama. Acarició los tatuajes de sus brazos, que iban desde los hombros hasta el dorso de la mano, antes de maldecir por lo bajo.- Cállense de una maldita vez.
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(*) Seya-ku: Uno de los dieciocho distritos de Yokohama.
(**) Hallo: Hola en alemán.
(***) Guten tag: Buenas tardes, en alemán.Cómo dato extra, el nombre de ella se escribe "毒蛇ニ色" y se traduce como "víbora de dos colores".
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ᴘᴏɪꜱᴏɴ «Dazai Osamu»
Fanfiction"𝕻𝖔𝖗 𝖖𝖚𝖊 𝖘𝖎 𝖚𝖓𝖔 𝖊𝖘 𝖛𝖊𝖓𝖊𝖓𝖔, 𝖊𝖑 𝖔𝖙𝖗𝖔 𝖊𝖘 𝖆𝖓𝖙í𝖉𝖔𝖙𝖔" Había pasado tiempo ya, desde que había pisado la ciudad. Las luces del atardecer le reciben con gozo, mientras se dirigía al edificio que no creía poder entrar. La Ag...