CAPÍTULO 18

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SOPHIA

Por primera vez salgo antes de la hora de jornada, solo cinco minutos de antelación, se escucha como poco, pero para mí es mucho.

Aplasto en repetidas ocasiones el botón del ascensor, pero de inmediato lo pienso mejor.

Carter suele usar el elevador.

Me doy medio giro y comienzo a avanzar a las escaleras, son seis pisos, pero es menos probable que me cruce con Gibson.

Cuando estoy en la planta baja, apresuro mi andar, veo de un lado a otro como si fuera algún criminal que está huyendo.

No me he robado nada, pero si quiero escapar, el corazón me late más rápido solo al recordar como Carter Gibson me dijo que estaba interesado en mí, que quería una cita.

Cupido quiere atraparme, pero no sabe qué aprendí a correr en tacones.

¿Por qué me estoy fugando para no darle una respuesta?

Fácil, no sé qué responder. Quiero una cita con él y no quiero una cita con él por partes iguales. Carter es guapísimo sí, y quizá mis inseguridades es lo que se están haciendo presentes, siento que al final se va a burlar de mí.

¿De verdad creíste que alguien guapo, rico, responsable y respetuoso te miraría en serio?

Son las voces de mi padre y mi ex golpeándome en los oídos.

Tal vez es mi miedo a caer con Gibson y terminar de nuevo en el mismo punto que con Erick, sé que no todos los hombres son iguales, porque entonces tendrían el físico de Henry Cavill, pero siento que tarde o temprano les voy a aburrir al que sea.

Saldré a cenar con Carter, quizá tendríamos una segunda o una tercera cita, Ximena dice que la mayoría de los hombres esperan algún avance para la tercera salida y eso realmente me da pánico, soy mala para el sexo, soy horrible, no conozco ni mi propio cuerpo, no pudo darme orgasmos, no pude hacer que los dos hombres con los que estuve antes me los dieran y el pasar la vergüenza con otro, simplemente...

-Müller. -La voz de mi jefe me saca de mis pensamientos, sacudo la cabeza y lo miro, él estrecha sus ojos hacia mí. De nuevo lo encuentro recargado en su auto, con la chaqueta abierta y sus manos cruzadas en el pecho, no puedo pasar desapercibido como la tela se estira en sus músculos.

-Hartell. -Regreso el saludo, baja sus manos y las guarda en los bolsillos de su pantalón, dándole un aire totalmente masculino.

-¿Estás bien? -Pregunta mientras inclina la cabeza para ver mejor mi rostro.

-Por supuesto. -La voz me sale demasiado apresurada.

-¿Lista? -no me cree, sin embargo no me presiona- ¿Nos vamos? -me da la espalda para abrir la puerta del copiloto y después sube él.

-¿Por qué ya no viene Francis? -Le pregunto por su chofer, ya que desde que me lleva a casa cada noche, el señor ya no es quien conduce.

-Estás incómoda y no hablas mucho cuando él está, no importa que te diga mil veces que no pasa nada.

-¿Le quitaste el trabajo? -Exclamo preocupada después de abrochar mi cinturón de seguridad y Christopher suelta una risa.

-Ya estarás feliz, por tu culpa despedí a un empleado -abro mi boca y un jadeo se me escapa, es verdad que me ponía tensa, pero es que así soy siempre, no es por qué Francis me parezca malo o algo por el estilo-. Relájate -suelta mi jefe-, no lo despedí, me sigue trayendo y llevando a todos lados cuando necesito, solo que cuando te llevo a casa, él sale temprano, créeme, te lo agradece. -Y entonces de nuevo respiro, mientras él se ríe.

La asistente perfecta [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora