SOPHIA
Salgo del sanitario con la mirada en mi vestido, confirmando que no lo mojé al sacudirme el agua con la que lavé mis manos...
—Sophia —los dedos se me enroscan de inmediato en la tela de mi vestido, formando dos tensos puños al escuchar esa voz.
Estoy alucinando, estoy alucinando.
—¡Sophia! —Repite la voz más de cerca. Me está faltando el aire, me cuesta respirar. Con la fuerza que no tengo, alzo la vista.
Erick no puede parar de parpadear mientras me observa de arriba abajo— Tú estás... Estás... —Su boca se mantiene abierta, tratando de hablar, pero parece qué no logra articular ninguna.
—¿Qué haces aquí? —Pregunto con los ojos muy abiertos, dejando expuesta mi vulnerabilidad.
—Vengo con mi jefe para entregar la donación de la compañía.
—Erick, quería... —un hombre se posa al lado del que un día fue mi esposo, pone una mano en su hombro y junta las cejas al verme—. Mucho gusto —el desconocido trajeado extiende su mano, ofreciéndola para mí y nos damos un rápido saludo—, ¿no vas a presentarme? —Le cuestiona a mi ex.
—Claro, jefe —titubea—, ella es Sophia Müller, mi... —se detuvo, no pudo con la etiqueta o simplemente no sabía cómo presentarme.
—Su exesposa. —Añadí por él, y noté una sonrisa en el rostro de su jefe.
—Sophie —prosigue Erick al aclararse la garganta—, este es Declan, mi nuevo jefe. —Le resta importancia—. ¿Vienes sola?
—Yo...
—Cariño —la voz de Chris a mi espalda y el acto de sentir su brazo envolviendo mi cintura me puso los vellos de la nuca en punta—, te estaba buscando. —Su voz tranquila golpeando en mi oído hizo que soltara un suspiro y pudiera relajarme un poco, los nervios por tener a Erick enfrente se disiparon, estaba más concentrada en el calor que emanaba el hombre que me tenía envuelta en él.
—¿Christopher Hartell? —Le cuestiona Erick con un tono confuso. Si bien, nunca se conocieron uno al otro durante la duración de mi matrimonio, Erick estaba consciente de quién era Christopher Hartell, porque no era solo mi jefe, sino uno de los hombres más influyentes de Manhattan.
—Así es. —Haciendo gala de sus perfectos modales, Chris extiende su brazo libre y le estrecha la mano al hombre frente a mí y al tipo a su lado que parece no entender nada.
—¿Estás saliendo con tu jefe, Sophia? —Mis ojos se entrecierran un poco y mi nariz se arruga al escuchar el juicio en su voz.
—¿Quién eres tú para hablarle en ese tono? —La voz autoritaria y molesta de Christopher sale a flote antes de que yo pueda responder, me molesta un poco, porque sé que puedo patearle el trasero yo misma, sin embargo, entiendo y agradezco la necesidad de defender a los que quieres.
—Erick, soy su exesposo. —Lo dice con un toque tan orgulloso, mientras que yo bajo el rostro sonrojado y pongo una mano en frente para girar los ojos ante la manera en la que lo declara, mientras Erick parece que está presumiendo un premio, yo en realidad, me siento avergonzada de haber pasado años con él.
Puedo sentir el cuerpo de Chris hacerse más grande, cuadrarse más, pero me sorprende el sentir como deja un beso sobre mi coronilla.
—Gracias por eso. —Contrario a lo que creí, Christopher baja el volumen de su voz y la frase sale con un tono demasiado relajado.
Espera, ¿qué acaba de...?
—¿Perdón? —Erick borra su sonrisa del rostro y dibuja una expresión de confusión.
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La asistente perfecta [En edición]
RomanceElla solo buscaba un trabajo normal, para seguir con su vida monótona. Para seguir creyendo que la rutina que tenía le hacía feliz. Pero no contaba con su amigo el destino, que le tenía preparado un poco de emoción a su aburrida costumbre.