SOPHIA
La sonrisa del hombre que estaba frente a mí diciendo mi nombre, me aterraba, sus ojos me recorrían como si yo fuese una maravilla o casi un milagro, era algo aterrador.
—Disculpe, ¿lo conozco? —El hombre parpadea un par de veces, su sonrisa va cayendo y cuando menos pienso tengo a Christopher a mi lado, una de sus manos está apretando mi cintura y delicadamente me acerca a su cuerpo.
—Lo mismo iba a preguntar, ¿de dónde conoces a mi novia? —Le cuestiona al desconocido y éste se ríe nerviosamente, pudo ver sus mejillas teñirse de carmesí, algo extraño en un hombre.
—La vimos en televisión —la sonrisa incomoda me hace entrecerrar los ojos y pensar si no lo he visto antes, pero a mi memoria no viene nada—, Isabel y yo estábamos ansiosos por conocer a la mujer que le robó el corazón a Christopher. Además de que Alexandra ha hablado maravillas de ti. —Me dice mientras da un paso atrás.
—No crea que todo es verdad, ella trata de hacerme quedar bien —respondo para aligerar un poco el tenso ambiente, Christopher aprieta más sus dedos en mi cintura y beso mi cabello con una sonrisa en los labios.
—Todo lo bueno que escuches de ella, es verdad. —Añade mi novio y no puedo hacer más que negar con la cabeza.
—No tengo duda de que eso es así. Por cierto, soy Daniel —cuando su mano se extiende, hago lo propio con la mía y las estrechamos en un saludo, sin embargo, Daniel pone su mano libre sobre la mía, así que de nuevo está esa incomodidad, no está haciendo nada inapropiado, pero sigo sin sentirme muy cómoda con los extraños.
—Bueno, es hora de irnos, aún tenemos cosas que hacer para nuestro viaje de mañana —Christopher interviene para que el saludo termine, extiende su mano para que Daniel tenga que soltarme, y eso es lo que sucede—. Un gusto verte, dale mis saludos a tu esposa y a tu hijo.
—Cuenta con ello. Me dio mucho gusto verte bien.
Me despido con un beso en la mejilla de la familia Hartell, Alexandra insiste en acompañarnos a la salida, sin embargo le digo que no es necesario y me hacen prometer que estaré en la siguiente comida familiar.
Una vez que estamos dentro del coche y Chris arranca el motor, se toma un segundo para observarme.
—Eso fue raro, ¿no? —mi ceño se frunce ante el comentario— Con Daniel, fue como raro, como si hace mucho tiempo no te hubiese visto o algo así.
—También tuve la sensación, pero por más que intento recordarlo, no creo haberlo visto nunca,
—¿Alguna vez visitaste a un psiquiatra? —Me pregunta avanzando a una velocidad moderada.
—No, sé que no soy muy normal, pero... —Christopher se echa a reír con soltura mientras toma mi mano y deja un beso en el dorso.
—Daniel es psiquiatra, por eso preguntaba, atendía personas en los centros médicos mentales.
—¡Ah! —dije casi aliviada y Chris se rio más— No, en realidad no.
—Solo espero que no se haya enamorado de ti, no podría culparlo, pero no por eso lo voy a aceptar.
—¿Qué no es casado? —Pregunté algo confundida.
—Como si eso les impidiera algo —soltó un resoplido—, tú y yo nos unimos porque nuestros cuernos se enlazaron de lo grandes que eran —lo dice sin un deje de rencor, por lo tanto no puedo hacer otra cosa que reír—. ¿De qué te ríes? —Me pregunta contagiándose de mi risa.
—Es que imagine que éramos unas cabras marjor que se besaban mientras nuestros cuernos raros se enrollaban —la imagen me viene a la mente y comienzo a reír con más ganas, Christopher también se ríe, pero su expresión me dice que no tiene idea de que hablo, así que sin dejar de reír busco en mi teléfono y le muestro al animal.
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La asistente perfecta [En edición]
RomanceElla solo buscaba un trabajo normal, para seguir con su vida monótona. Para seguir creyendo que la rutina que tenía le hacía feliz. Pero no contaba con su amigo el destino, que le tenía preparado un poco de emoción a su aburrida costumbre.