CAPÍTULO 10

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CHRISTOPHER

"Logré acceder a los archivos, está su nombre, sin embargo, no la he encontrado en el sitio, en cuanto tenga nuevas noticias, se las haré llegar".

Releo el mensaje y decido no contestarlo, prefiero centrarme en el trabajo.

Los ojos me pican, tengo que separar el rostro del computador y suelto un suspiro. Siento molestia a causa de la corbata, la aflojo un poco, sin embargo me sigo sintiendo asfixiado. No recuerdo si mi asistente se despidió, pero es muy tarde, así que seguro no está, esa conclusión me hace terminar con el nudo de la prenda, la deslizo por mi cuello y la guardo en uno de los cajones del escritorio, paso a desabotonar el inicio de mi camisa, me dejo caer en el respaldo y echo la cabeza atrás, siento alivio cuando mis yemas masajean los lagrimales de los ojos.

Paso las manos por mi cabello y hago que mis pulgares giren en mis sienes, mientras sigo despeinando mi cabello, tratando de relajarme un poco para seguir trabajando.

Escucho la puerta abrirse y mis ojos se abren de golpe.

-Lo siento tanto -mi asistente se disculpa y queda paralizada aferrándose a las carpetas que lleva en su pecho-, creí que ya se había ido. -No lleva gafas y eso solo me hace inclinar el rostro, tratando de ver el natural color miel que tanto esconde.

-Lo mismo pensé de usted. -Alzo una ceja y la veo deslizar media sonrisa y bajar el rostro.

-Quería adelantar trabajo no tengo sueño y realmente pensé que usted se había ido hace horas, ya sabe por lo de su aniversario.

Sacudo la cabeza y clavo la vista en el monitor, fijándome en la hora y fecha, hoy es mi aniversario de bodas con Vanessa.

No sé quién está peor, ella por no estar o yo por olvidarlo.

-Envié las flores como cada año. -Dice cuando nota la preocupación en mi rostro.

El saber que llegaré a casa y veré ese ramo el cual nunca llegó al destinatario, solo me quita las ganas de volver al penthouse.

-No se puede festejar un matrimonio cuando falta uno de los dos -murmuro, mi asistente no responde, así que no estoy muy seguro si escuchó o no-. Puede retirarse, es tarde y...

-Si no le molesta, de verdad quiero avanzar en esto, falta poco para la junta y...

Me pongo de pie y decido ignorar cómo se sonroja en cuanto sus ojos se clavan en mí, tengo que hacer uso de mi autocontrol y no sonreír.

-Tome asiento. -Cuando escucha mi voz sacude la cabeza, niega y asiente, finalmente avanza mientras y camino a la pequeña barra de bebidas.

Lo divertido de su actitud y sonrojo es que no lo hace a conciencia y eso solo le da un toque tierno, uno al que no estoy acostumbrado, solo me hace verla más bonita.

Me regaño por mis pensamientos, pero no estoy siendo infiel ni faltando el respeto a mi esposa, no haré ningún movimiento, no ha pasado eso por mi cabeza en ningún momento, y dudo mucho que el apreciar la belleza en otra persona sea algo malo.

-¿Café o agua? -Pregunto.

-¿No debería de hacer eso yo? -Pregunta desde su lugar, bajo la cabeza para reír, porque suena realmente indignada.

Alguna otra, se hubiera parado y preparado el café posando sus manos sobre las mías o intentando ir más allá, ya lo he vivido.

Sophia no, por supuesto que no.

-Una de crema, dos de azúcar y el agua no tan caliente. -Recito mientras preparo su café.

-Mi esposo nunca aprendió cómo me gustaba. -Dijo por lo bajo, pero alcancé a escucharla.

La asistente perfecta [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora