NARRADOR OMNISCIENTE
TRES AÑOS DESPUÉS
El reloj sonaba a las 6:00 a.m. como siempre, Sophia despertaba al primer timbre, seguía su rutina normal.
Cepillar sus dientes, bañarse, hacerse ese feo moño en la cabezaVestirse y calzarseDarle un beso a su esposo ErickPreparar el desayunoLlegar a las 7:35 a.m. al trabajo
Como desde hace 3 años. Así es tenía ya tres años en la empresa, tres años siendo la asistente de Christopher Hartell, amaba su trabajo, le permitía llevar una buena vida económica al lado de su esposo.
A pesar de que estaban pasando una crisis matrimonial, ella quería un bebé, anhelaba estar embarazada, y esto era una pelea constante con Erick. Sophia ya tenía 28 años y no quería ser una mamá "vieja", no entendía la negativa de su pareja, tenían una vida estable, eran felices, se encontraban en excelente estado en cualquier aspecto y principalmente se amaban.
¿Cuál era el problema, entonces?
—Buenos días Sophia, ¿se encuentra usted bien? —Pregunta su jefe, sacándola de sus tristes pensamientos. El hombre llevaba unas hojas en la mano, y con cuidado las puso sobre el escritorio de su asistente, fijándose en el semblante ido de la mujer.
—Buenos días, ingeniero. Sí, todo —sacudió un poco su cabeza, estaba distraída y no muy segura de que había escuchado correctamente, ella no lo notó, pero Christopher formó una uve entre sus cejas, extrañado por su imagen retraída—, todo bien —volvió en sí—. Ya está su café en el escritorio y ya confirmé sus citas para el día de hoy, ¿necesita algo? —pregunta mientras apila los papeles que su jefe dejo sobre su mesa, sin importarle que estos estaban en perfecto acomodo.
—Excelente, por favor, empiece a revisar todos los contratos y papelería que manejamos en lo que va del año, en unos días habrá auditoría y no quiero sorpresas, si necesito algo más le llamo. —Su cara era de seriedad pura como siempre, jamás se le había visto en la empresa ninguna sonrisa o intento de esta.
Siempre se hablaba de usted, a pesar de que Sophia era joven, no era por algo en específico, simplemente, se trataron así desde un inicio y se quedó.
Chris estaba contento con su asistente, jamás pensó que fuera a ser tan eficiente, le agradaba que fuera igual de perfeccionista que él, eso le ayudaba en gran parte a llevar la presidencia de manera intachable y excelente. No sabía mucho sobre la vida personal de la mujer, no tenía de hecho que, si quiera hablar más de lo necesario con Sophia. Era tan buena que no necesitaba decirle las cosas dos veces o estar sobre ella para ver si hacía las cosas bien. Esperaba nunca tener que leer su carta de renuncia o eso sería un completo caos, aunque no tuvieran nunca una conversación más allá de lo laboral, él sabe que Sophia Müller era la asistente perfecta y no quería otra, de preferencia, nunca.
Müller, jamás llegaba tarde, nunca faltaba ni pedía permisos, más que sus vacaciones obligadas, no perdía el tiempo con otros compañeros, simplemente era la empleada que cualquiera quisiera tener.
Sophia estaba sumergida en su escritorio con un montón de papeles, releyendo cada hoja, verificando que todo estuviera en orden y sin errores.
Dejó de pensar en tonterías y se metió a su oficina sin darle un último vistazo a la mujer que le hacía el trabajo más sencillo.
Mientras Christopher revisaba su agenda, viendo sus pendientes y comenzando con el primero en lista, su mano derecha estaba lanzando un suspiro al ver a la mujer frente a ella.
—Mírate, igual a un ratón de biblioteca, siempre escondiéndote en papeles —le dijo con burla la rubia a Sophia.
—Buenos días, señora Vanessa —la cara de Sophia era neutra ya estaba acostumbrada a las groserías de la esposa de su jefe.
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La asistente perfecta [En edición]
RomanceElla solo buscaba un trabajo normal, para seguir con su vida monótona. Para seguir creyendo que la rutina que tenía le hacía feliz. Pero no contaba con su amigo el destino, que le tenía preparado un poco de emoción a su aburrida costumbre.