n u e v e | cafuné

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finalmente te encontré, tus besos y el cafuné
me enamoré de tu alma

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aún conservaba aquella nota, ¿la razón? ni yo sabía.

me preguntaba si él también lo recordaba tan bien como yo.

deslicé mi espalda sobre la estantería, imitándolo, quedando frente a él. todavía permanecía con los ojos cerrados, pero era conocedor aún de mi presencia.

abracé mis piernas y coloqué mi mentón sobre mis rodillas, no había cambiado mucho desde que lo conocí, el único cambio notorio fue su corte en la ceja y el pelo más largo. fuera de eso seguía siendo el mismo matías de hace un año.

el rostro de la arlette se me presentó y recordé por qué había venido en un principio.

quizás..., si me acercaba a él cuando tuviese su atención en su celu, podría sacarle el ig sin necesidad de pedírselo directamente.

abrió sus ojos—¿por qué tengo la sensación de que querís preguntarme algo?

me sobresalté en cuanto lo oí.

—¿no que estabai durmiendo?

—difícil si estai tú aquí.

me encogí de hombros—no quiero preguntarte nada, sólo estoy aquí matando el tiempo—jugué con un hilo que sobresalía de mi buzo con ansias.

—¿segura?

mis labios formaron una línea recta y luego negué con la cabeza exageradamente.

se rió.

—dime entonces—susurró sacándose los audífonos, los envolvió con cuidado para dejarlos dentro de su bolsillo. puso toda su atención en mí, provocando que mi corazón incrementara sus latidos.

inhalé un poco de aire, y armándome de valor, comencé a gatear hacia su dirección.

se quedó expectante a lo que yo fruncí las cejas—no tienes permiso de molestarme.

entornó sus ojos y una sonrisa quiso colársele, pero no lo permitió.

—no prometo nada.

lo tenía frente a frente, a una distancia prudente, aunque aún así mi vientre experimentó un burbujeo peculiar.

quizás le estaba poniendo mucho color, y ni atao tenía en darme su ig.

me quedé callada por unos segundos, pero ante la insistencia de sus ojos, no pude seguir dándole vueltas al asunto en mi cabeza.

sentí el rostro arder—¿me dariai tu ig?—balbucee.

se quedó sin habla.

la verdad yo tampoco me lo esperaba, no lo culpaba.

fruncí los labios un poco ansiosa, quizás había sonao' muy lanzao', o no sé. ¿seré muy rollenta?

sonrió de lado—así mismo tenís que ser con el uriel—dió énfasis apoyando su antebrazo sobre su rodilla vagamente—, ¿y pa' qué seria? porque algo me dice que si me lo estai pidiendo, precisamente no es porque estís interesá en mí.

uní las yemas de los dedos de ambas manos.

—es... para mi hermana—dudé si debía decirle eso o no, pero ya filo.

—ahora entiendo por qué su cara se me hacía tan familiar. ¿es la misma cabra que me lo pidió ayer?

asentí.

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