d o c e | de ti

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vas y vienes, vuelves a golpear mi subconsiente
por más que vuele lejos no puedo dejar de verte

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katia



había sido un alivio gigante que el matías no tuviera intenciones de sacar a colación lo que había pasado ayer, estuve carcomiéndome el mate toda la noche, incluso evité encontrarme toda la mañana con él por la misma razón. aún no podía olvidarme de la tensión que había sentido entre los dos, y eso me tenía un poco confusa, quizás sólo había sido algo sin sentido del momento, y en particular me gustaba esa opción, porque no encontraba otro tipo de explicación coherente.

además él sólo tomaba la iniciativa en cosas así porque sentía que estaba en deuda conmigo, y quería ayudarme con el uriel, de lo cual no me quejaba del todo, era como tener un cupido personal.

por lo mismo me negaba a pasarme rollos. era imposible.

nos desafíamos con los ojos hasta que el uriel interrumpió la tensión con su presencia.

lo recorrí de pies a cabeza y sentí la gran necesidad de comprarme un babero. estaba con el buzo del colegio y se veía entero mino.

—hola—me dio un beso en la mejilla y quise enterrarme mil metros bajo tierra al percatarme de la burla personificada en el matías.

le hizo un gesto con la cabeza al susodicho.

—hola uriel—lo saludó de vuelta sin interés.

¿por qué sentía cierta incomodidad? como si una densa nube se hubiera colado sobre los tres.

—te estaba buscando—me contó.

—¿y eso?—le dediqué mi sonrisa más linda, pese a que el corazón me latía desaforado.

—es que quería pasar el recreo contigo—confesó sin una pizca de vergüenza. aquello me vino como balde de agua fría, no porque no me gustara la idea, ¡al contrario! y eso era lo que me paniqueaba, porque muchas veces me pillaba desprevenida y me costaba cada día más ocultar lo feliz que me ponía que él tomara la iniciativa—¿te molesta?—esta vez su pregunta fue dirigida al matías.

—no, pa' na' si yo ya me iba incluso—lo tranquilizó con una sutil mueca, supongo que era una sonrisa lo que quiso hacer pero no le funcionó tanto, quizás porque no estaba acostumbrado a sonreír mucho—. chao, kit kat. te espero mañana en mi casa— me dedicó un guiño sutil para después irse en dirección contraria. afirmé con mayor fuerza el pilar, tan pesao que era. sabía exactamente siempre como pillar mi irritación.

—¿los viernes también tenís que ir?—ambos nos quedamos viendo la silueta del matías desvanecerse entre la multitud de hueones.

—sí, pero mañana es distinto.

—¿distinto?

—se saca casa—le conté como quién no quiere la cosa, con la clara intención de que mordiera el anzuelo.

que tuviera libre mañana, que tuviera libre por favor.

—¿irás? pero si se llevan mal—repuso sin terminar de entender.

—pero carrete es carrete—me balancee con mis pies mientras me reía bajito—, y tu irás también.

alzó ambas cejas.

—¿ah si?—sonrió y yo asentí enérgica.

—invitará a todos los cuartos—respondí jugando con las tablas de mi falda cuadrillé—, y yo quiero que vayas—continué cohibida y ansiosa ante su posible respuesta.
mi plan no era comérmelo como tal (weno sí pero no era lo principal) sino que vaciláramos juntos un rato y lo pasáramos bien, verlo en otra faceta que no fuera necesariamente la del colegio.

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