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Y ahí estaban bajo el —no tan cálido— manto nocturno de enero. Si se les cuestionara al respecto, no podrían decir cuánto tiempo pasaron bajo el hechizo del contrario. Porque sí, ese beso que empezó como algo tímido, era como un hechizo del que ninguno de los dos se quería librar.

Tampoco podrían saber si lo que hacían era correcto. Pero mierda, lo único que les importó es que se sentía bien.

Si se sentía bien, ¿qué más importaba si era correcto?

Ninguno de los dos se lo cuestionó. El mundo a su alrededor pareció desaparecer por completo. Incluso pasaron por alto que el mismo Jisung los vio compartir su primer beso del año. Pero nada de eso importaba, porque estaban bajo el hechizo que sabía más como a un dulce encantamiento bajo una flor de cerezo.

Tal vez era el alcohol en sus sistemas, pero en ese momento se sentían como si lo pudieran todo. No les importó el mundo en lo absoluto, porque solo se podían concentrar en el fino y suave movimiento efectuado por sus bocas.

La acción que empezó como un beso tímido sobre los labios del pecoso comenzó a tomar un poco de más ritmo. Porque como lo imaginarán, Hyunjin solo intentaba que el beso durara unos cortos segundos, con miedo a la reacción del menor. Pero lo que nunca esperó es que cuando trató de separar sus rostros, Felix volviera a buscar sus labios, como si solo hubiese estado esperando a que Hyunjin diera la iniciativa de la acción.

Ninguno de los dos sabía con exactitud el por qué esos besos se sentían tan bien, tan correctos.

Sus labios se movían en perfecta sincronía. El compás que los regía no era muy rápido ni muy lento, sino que más bien, era un ritmo perfecto en el que cada uno dejó expuesto bajo la luz de la luna lo que tal vez estaban asustados de reconocer.

La atmósfera del lugar se sentía lleno de magia. Una magia tan fuerte y poderosa que podrían jurar que nunca saldrían de su burbuja. Incluso cuando tuvieron que separar sus rostros para tomar un poco de aire debido a la falta de oxígeno en sus pulmones, la burbuja en la que se encontraban los volvió a envolver y volvieron a sentir los labios del otro sobre los suyos.

Hubo dos realizaciones esa noche. Felix solo pudo comprobar lo que supo desde el primer momento en que vio al mayor. Mientras tanto, en Hyunjin surgió una duda que llevaba ignorando y enterrando en lo más profundo de su ser tanto tiempo como le fue posible.

Me equivocaría al decir que el miedo no invadió sus mentes en esos momentos, porque así fue, el miedo de qué pasaría después de eso les invadió el pensamiento al primer roce de sus labios. Pero se esfumó tan rápido como llegó, porque sus labios entrelazados era lo único que importaba en ese momento.

Si Felix pudiera describir todo lo que sintió en esos momentos muy probablemente acabaríamos con un simple wow. Y no por el hecho de que ese momento fuera un simple wow para él, sino que no podría tener las palabras suficientes para describir lo mucho que Hyunjin lo hizo sentir en el momento.

Para Felix, Hyunjin siempre había sido este ser inalcanzable que muy probablemente nunca podría tener, y no había nada de malo en ello, él estaba consciente de que Hyunjin era demasiado y él simplemente era... él.

Él sabía que él no era la octava maravilla del mundo, pero Hyunjin lo era, incluso podría decir que era muchísimo más que eso. Y siempre lo había visto de esa manera. No había noche en la que Felix no pensara en lo mucho que es Hyunjin. 

Esa era su rutina favorita, mirar hacia el techo a altas horas de la noche a pensar en Hyunjin. Él sabía que no debía, todo a su alrededor le gritaba que eso no podía ser. Y no porque él estuviera en conflicto con su sexualidad, él ya tenía muy claro desde hacía años que le gustaban los hombres también. Tampoco era que le importara lo que pensaran los demás de él, eso dejó de importarle hacía un largo tiempo. 

En caso de que algo me pase || HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora