Stay with me | Eddie Munson [PAUSADA]

25 - Te cuidaré siempre

Narrador omnisciente:

Isabella y Eddie seguían abrazados tiernamente, bajo las mantas, mientras el agua de la lluvia seguía retumbando contra el techo de la pequeña casita. Eddie se deleitaba contemplando lo bonita que se veía ella bajo la tenue luz de la luna llena entrando por la ventana. Comenzó a recorrer su cuerpo desnudo con la yema de sus dedos, provocando que Isabella se estremeciera levemente por lo bien que se sentían sus caricias.

Él siguió su recorrido a través del cuerpo de ella. Deleitándose con cada poro de su piel, inundándose todos sus sentidos del dulce aroma de su cuerpo. Acarició sus clavículas, pasó por sus brazos hasta llegar a su vientre. Una vez allí, pudo observar detenidamente las grandes cicatrices que tenía en sus costados, repasándolas lentamente con el dedo mientras las contemplaba con atención.

— No... No sigas, por favor... —Isabella le detuvo en seco agarrándole la muñeca.

— Lo siento... ¿Te duelen? —preguntó él algo compungido.

— A veces... —suspiró ella sin soltarle la mano—. Cuando tengo pesadillas con Billy, me despierto y siento como que me queman.

— ¿Tienes pesadillas con él? —la miró sorprendido— ¿Son pesadillas o recuerdos?

— Los recuerdos en general son buenos y no me provocan dolor; al menos no físico...

— Lo siento, no debería haber preguntado, sé que es difícil para ti —respondió algo avergonzado.

— Tranquilo, está bien —sonrió ella de lado—. Solo es que en ocasiones tengo horribles pesadillas con él, que nada tienen que ver con el Billy de mis recuerdos... —tragó saliva al recordar como Billy, en esas pesadillas, la culpa una y otra vez de su muerte—. Prefiero no hablar de esas pesadillas, ahora no.

— Está bien —Eddie ladeó una sonrisa y le dio un beso en la frente—. Solo... Es que nunca había visto unas cicatrices cómo estas —volvió a dirigir su mirada hacia ellas—. Son un poco extrañas, no parecen de quemaduras —añadió haciendo una mueca.

— No me gustan nada...  —resopló Isabella—. Aunque intento pensar lo contrario, ya que lo que piensen de mi físico me importa poco, odio estas cicatrices... Son tan grandes, extrañas y feas...

— Para nada, para mi son preciosas —sonrió Eddie con dulzura mientras ella le soltaba finalmente la muñeca.

— Definitivamente tienes que cambiar de camello, la hierba que fumas te hace delirar —no pudo evitar reír levemente.

— La hierba está en perfecto estado, me ofende esa insinuación señorita White —dijo frunciendo el ceño, provocando que la risa de Isabella fuera mayor.

— Como sea —puso los ojos en blanco—. No sé que tienen de precioso estas cicatrices.

— Pues que recuerdan que, a pesar de todo, luchaste por tu sobrevivir y volviste con nosotros —pasó un mechón de pelo de Isabella detrás de su oreja—. Que, a pesar de lo débil que estuviste, luchaste por volver junto a tus amigos y tu familia —se agachó levemente para besar con ternura una de sus cicatrices e Isabella se estremeció ligeramente—. Luchaste con todas tus fuerzas y volviste a mi lado —subió de nuevo, colocando una mano en su mejilla—.Tus imperfecciones te hacen todavía más perfecta —sonrió para después darle un dulce beso en la comisura de sus labios.

— Nunca imaginé esta parte tan cursi y romántica de ti, Munson —bromeó Isabella, mirándole a los ojos y posando también una mano en su mejilla —Eso hace que me gustes todavía más.

— No siempre soy así de romántico... —la miró fijamente a los ojos.