3 - Vuelta a casa

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23 de septiembre de 1985

Había pasado una semana desde que Isabella comenzó a hablar y parecía que el coma no había afectado al lenguaje, por ahora el único problema era que la joven no recordaba nada de lo ocurrido los últimos tres años.

Su sistema psicomotriz también respondía correctamente a los estímulos después de haber hecho rehabilitación desde el momento en que despertó. Aunque no podía hacer grandes esfuerzos como correr o largas caminatas, si podía empezar a hacer vida normal, así que decidieron darle el alta para que empezara a recuperar su vida.

Sus amigos no volvieron a visitarla por petición de los padres de ella. Al verla tan abrumada por la pérdida de sus recuerdos, pensaron que era lo mejor para que se calmara poco y aceptara esta nueva situación.

A pesar de que todos intentaban aparentar normalidad, se sentían algo preocupados por Isabella ya que era una situación bastante delicada . Aunque, quien peor lo llevaba eran Eddie y Max.

A Eddie le seguía persiguiendo cada día desde hacía una semana esa mirada de indiferencia o extrañeza con la que le miró Isabella, la tenía clavada como un puñal en el pecho.

El castaño ya había interiorizado que jamás podría tener algo romántico con ella, y lo aceptaba; pero lo que no conseguía aceptar era que ni tan siquiera ahora pudiera ser su amigo porque no recordaba nada de los momentos que habían pasado juntos.

Por su parte, Max, el día que se enteró que Isabella despertó sintió un atisbo de felicidad dentro de la gran tristeza que la invadía desde que Billy murió de forma brutal ante sus ojos. Para ella, Isabella se había convertido prácticamente en su hermana mayor, así que sintió algo de alivio al pensar que, al menos uno de ellos dos, volvería para protegerla.

Por desgracia, esa situación duró a penas un suspiro. El día que se percataron que Isabella había perdido la memoria, Alice telefoneó a Susan para informarle de la situación y que se lo dijera a Max, para que la pequeña no se sorprendiera si Isabella la ignoraba o la miraba como a una extraña.

A pesar de que Susan intentó calmarla diciéndole que tarde o temprano Isabella la recordaría; cuando la pelirroja se enteró, lloró desconsolada en los brazos de su madre. Sintió que ahora sí que lo había perdido todo, las dos personas que más la protegían no estaban allí para ella y entró en un principio de depresión.








***

Ese  mismo día, por la tarde, en el hospital.

Isabella se encontraba con sus padres recogiendo todo para regresar de nuevo a su casa después de estar dos meses convaleciente. Pero, antes de partir, el psicólogo del hospital y el médico especializado en neurología fueron a darle unas pautas.

— Buenos días Isabella, ¿cómo te encuentras hoy? — dijo el neurólogo mientras le examinaba la vista a la castaña, estando ella sentada el el filo de la cama.

— Bien, doctor.— contestó ella con tranquilidad.

— ¿Alguna molestia al mover alguna articulación? ¿Has notado algún problema a la hora de seguir comunicándote con tus padres? — prosiguió el doctor mientras la auscultaba.

— No, todo bien, ningún problema.— sonrió.

— Estupendo, entonces por mi parte puedes irte tranquilamente a casa.— el doctor colocó una de sus manos sobre su hombro— Pero a la mínima que sientas algo raro, ven hacia aquí ¿de acuerdo?

Stay with me | Eddie Munson [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora