--Narra Gavi--
Tuve suerte y me dejaron entrar al quirófano. Ella estaba despierta porque la anestesia era local. Yo estuve apretándole la mano durante 2 horas. Llegó un momento que vi tanta sangre y a mi mujer abierta, que me empecé a marear. La enfermera me enseñó al bebé, era la criatura más bonita del mundo, era una cosita diminuta, indefensa, pero estaba lleno de sangre y no pude evitar desmayarme.
Cuando me desperté estaba en una habitación, tumbado en una cama al lado de Estef. A su lado había otra cama. En ese momento no me daba cuenta de porqué había una cama pequeña en la habitación. Me levanté de la cama sin hacer ruido porque mi mujer estaba dormida. Fuí andando hacia la camita diminuta que había allí, y había una personita que se parecía mucho a mí. Levanté la vista y ví a Pedri sentado en el sofá del hospital.
- ¿Viste qué bonito es?- preguntó él.
- Es precioso.
- Se parece mucho a tí.
- Es cierto. Oye ¿y Estef cuánto lleva dormida?
- No más que tú. Es que menudo cagón eres tío. Anda que desmayarte en el nacimiento de tu propio hijo.. Tiene tela eh.
- Cállate. Que al menos yo tengo uno. Tú no eres capaz ni de decirle a Cris que la sigues queriendo.- En ese momento no me dí cuenta, pero él me señaló detrás mía y yo me giré. Allí estaba ella. Cris.
- ¿Aún me quieres?- preguntó.
- Nunca dejé de quererte Cris.- dijo mi cuñado mientras se levantaba y andaba hacia ella.
- Si nunca dejaste de quererme, ¿por qué no hiciste nada para salvar lo nuestro?
- Mejor vamos fuera a hablarlo, no quiero despertar a mi hermana y a Adrián.- ellos se fueron y yo me quedé contemplando a mi hijo. Era precioso. De repente, Estef se despertó.
- Hola mi vida. Lo has hecho genial, ¿sabes?- dije.
- Todo lo contrario a tí.- dijo quejándose de dolor al reírse.
- Ey, no te rías. Que vas a abrirte la cicatriz.
- Es cierto.
- ¿Sabes que me has hecho el hombre más feliz del mundo?
- Y tú la mujer más feliz del mundo.
- ¿Puedo cogerlo?- dije refiriéndome al bebé.
- Claro, te recuerdo que también es tu hijo.
- Tienes razón. Pero te preguntaba por si querías ser la primera persona que lo cogiera en brazos.
- Tarde. Se me adelantaron los padrinos. Resulta que empezó a llorar y ellos lo calmaron para que no me despertara, aunque lo pude escuchar de todas formas. Ahora está dormido. Aprovecha que no te llorará.- reí.
- Vale, gracias Estefi.
Me giré a la cuna. Destapé el cuerpo pequeño de aquella criatura, en ese momento empezó a llorar. Debió de ser por el frío. Me volví a girar para ver a mi mujer y ella me dijo que daba igual, que lo cogiera y lo calmara yo. Eso hice. Puse una mano por debajo de su espalda, era tan pequeña que hasta mi mano podía cubrir todo su dorso. Pasé mi otra mano por su cabecita para que no se cayera. Lo elevé y lo acerqué a mi pecho. Era súper pequeño. Empecé a mecerlo mientras veía su cara arrugada al llorar. Su boca no tenía ni un solo diente y sus manos eran diminutas y estaban arrugadas. Él se empezó a calmar y yo sentí algo por dentro y mi cabeza solo repetía la frase "este es tu hijo y tú eres su padre". Me hizo sentir un cosquilleo. La mejor sensación del mundo. Quería pasar el resto de mi vida con esa personita, porque sabía que cambiaría mi vida a mejor.