Me gustas tú

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Samantha se acercó con cautela, me daba besitos y me acariciaba con ternura la cara. Yo apenas y estaba volviendo en si, por un momento pensé que me había desmayado.

- ¿Qué demonios fue eso?
- Eso fue algo hermoso, simple y espectacularmente hermoso
- Sam, en serio --la mire preocupada--
- Relax mamacita --noté que tenía gotas por todo su rostro y hasta el cabello mojado--
- ¿Eso es...?
- Si --sonrió y me beso con dulzura-

Me agarró con sus manos y me empezó a dar picos sonoros por toda la cara, estaba muy feliz y yo no terminaba de comprender el motivo.

- ¿Grite muy duro?
- Si --dijo muerta de risa-- no te preocupes que sigue profundo

Respire profundo aliviada y me cogió un ataque de risa nervioso. Ella se acostó a mi lado y me abrazo para tratar de calmarme, montando una de sus piernas sobre mi torso. Me miraba con ternura a los ojos, me acariciaba el rostro y el cuerpo sin que nada le borrara esa sonrisita placentera.

- ¿Qué?
- De que
- ¿Por qué me miras así?
- Por nada
- Sam
- Por nada, en serio
- Ya escúpelo
- Si quiere se lo escupo otra vez --levantando una ceja con picardía--
- Boba, no creo que me pueda volver a venir
- ¿Eso es un reto?
- Ya Sam, idiota --nos reímos juntas-- dilo de una vez
- Porque me gustas, por eso 
- Mejor no lo hagas
- ¿Por qué? ¿qué tiene de malo?
- Porque no se puede --enseñándole el anillo en mi dedo--

Nos quedamos un rato ahí abrazadas sin hablar, disfrutando de sus eternas y adictivas caricias.

- Ele, me puedes regalar un tampón, creo que cuando me vine...
- ¿Te viniste, pero si yo ni te toqué?
- Ay mamacita, imposible no hacerlo, después de probar tremendo postrecito
- Ah ya ¿por eso fue que me metiste el dedo?
- Si jajajajajajaja

Le señalé el baño y le dije dónde estaban. Mientras ella se cambiaba, me senté mirando a la nada perdida en mis pensamientos tratando de descifrar de que se trataba todo esto. Salió del baño y se acercó colocándose a nivel del suelo para captar mi mirada.

- ¿Estás bien?
- ¡Maldita sea! no
- ¿Qué pasa? --me acaricio el rostro--

Con temor a aceptarle lo obvio o a sonar como una de esas locas intensas que se enamoran después de una noche casual de sexo, tuve que decírselo.

- Vos también me gustas demasiado
- Nah, no creo, puro efecto de primera vez con otra nena
- No --la mire con preocupación-- de verdad me gustas y no solo por lo increíble que eres en el sexo, me gusta tu forma de ser, me gustas mucho y no sé qué hacer
- No tenemos que hacer nada, vivamos el momento y después vemos que ¿te parece?
- Está bien

 Me dio un gran abrazo y nos quedamos así junticas y en silencio por unos momentos. Ninguna lo quiso decir, pero la forma en que latían nuestros corazones no era normal. Se separó de mí, sacudió su cabeza como queriendo alejar alguna idea.

- ¿Sabes qué? creo que es buena idea deshacernos de las evidencias 

- ¿Sabes qué? creo que es buena idea deshacernos de las evidencias 

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Ella es: SamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora