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Y la semana vuela como el agua entre los dedos y llega en menos de lo que me esperaba. Ni siquiera pude pegar un ojo en toda la noche. Esto es completamente notorio, mis ojos están rodeados por unas enormes bolsas de color violeta y mis labios parecen haber perdido toda vida; están completamente secos....

Sadie llega temprano en la mañana, casi dos horas antes, completamente emocionada.

—¿Qué-sucedió-contigo? — Pregunta modulando cada palabra incrédula.

—Estoy jodidamente nerviosa, eso es lo que sucede. No he podido pegar ojo. —

—T/n, sólo es como una consulta…imagínate al dentista. —

—Odio a los dentistas. — Contesto agarrando fuertemente la taza de café sin mirarla. Ella bufa sentándose frente a mí, con ambos brazos sobre la mesa.

—Buen punto… — Dice susurrando. — Pues imagínate que es, tu...bueno, cualquier médico, quien solamente te hará un simple chequeo, nada más. —

—Eso es completamente incoherente. Primero que nada, él no es un médico, es una especie de psicólogo... ¡De sexo! — Exclamo levantándome rápidamente, botando casi todo el café en la encimera. — Un sexólogo a quien tendré que contarle mi "problema" y luego se reirá de mí en cuanto me vaya y quizá lo publique en algún libro que tenga pensado escribir, llamándole a este "Virgen a los veinticinco" una comedia erótica para que se diviertan con el estúpido caso de una joven que le tiene fobia a que los hombres la toquen. — Grito histerica tomándome el cabello con desesperación y con la respiración completamente agitada caminando de un lado para otro. Sadie me miraba entre asustada y divertida aún sentada en la barra de la cocina.

—Estás completamente loca, él no hará eso, ¿No crees que tendría miles de libros con los "problemas" de todos sus pacientes? No eres la única chica que está pisando los veintiséis y aún es virgen. Eso es algo normal. —

—¿Conoces a alguna otra estúpida igual que yo? —

—No. — Murmura. ― Pero sé que en algún otro lado puede que haya, y hasta con más edad, no deberías porque ponerte así con un problema tan minúsculo como ese. Aidan te ayudará a superar tu fobia. Así que no te pongas nerviosa y paranoíca y ve por tu bolso que es hora de irnos. El camino es un poquito largo. —

Suspiré tranquilizándome y subí las escaleras a mi habitación para tomar mi bolso, un poco de perfume y arreglar un poco más las ojeras para que no fueran tan notorias.

Sadie tenía su auto ya y quiso que fuéramos ambas en el por miedo a que yo pudiera desviarme del camino y escaparme a otro lugar.

Jodida puta que me conoce tan bien.

Reí pensándolo y cerrando los ojos para poder descansar aunque sea un poco. El camino, como ella había dicho, era un poco largo y muy agotador.

Quedaba a las afueras de California. Casi llegando a Nevada, apartado de la civilización (como Sadie dijo). Sadie sonrió estacionando y desabrochando su cinturón de seguridad y haciendo un gesto con la cabeza para que nos bajáramos. Los nervios que se habían ido hace unos minutos volvieron fuertemente. Mis manos comenzaron a sudar y tenía muchísimo frío. Al parecer, Sadie se dio cuenta del problema y me tomó del brazo y comenzó a caminar más rápido hasta entrar completamente en la consulta del sexólogo.

Un gran mesón de caoba estaba en la gran sala de espera. En ella, una secretaria rubia con una sonrisa algo fingida y muy mal pintada de un color rojo.

Sadie se acercó a ella sonriendo y le saludó alegremente mientras decía cantarina mi nombre.

—Pues, ponganse cómodas allí. El doctor Gallagher esta aún dentro con un paciente. —

—¿La conoces? —

—¿Recuerdas que he venido ya? —

—Claro, al parecer muchas más veces de lo requerido. —

—Se me había olvidado que aún no ves al doctor… — Murmuró con una sonrisa picarona.

—¿Cómo es eso...de doctor? — Pregunté ignorando completamente su tono de voz y sonrisa. Ella rodó los ojos y se acomodó en el blanco sillón para mirarme.

—A los psicólogos también se les dice así, es algo normal. ¿Por qué no decirle a él también así? —

—¿Porqué…él no es un psicólogo normal? —

—Sí lo es, t/n es solo un psicólogo especializado en sexo. Al igual que un psicólogo especializado en parejas o en gente loca. —

—Esos son los psíquiatras. —

—Como sea. Debes llamarle doctor Gallagher cuando quieras hacerle alguna consulta. Si es que vienes seguido y si él te da la confianza, hasta le podrás llamar por su nombre. —

—Estoy emocionada por eso. — Pronuncié sarcástica. Recostándome en el sillón.

La puerta color blanca a un lado del mesón se abrió y de ella, salió un sexy muchacho de cabello color castaño. Unos maravillosos labios y para que decir, con un cuerpo de infarto. ¿Él era un paciente?

—Él es. —

—¿El doctor? — Pregunté sorprendida.

—Sí, ¿A que está buenísimo? — Susurró sonriendo. Mis nervios aumentaron aún más y pensé que me desmayaría en cualquier momento.

𝐕𝐢́𝐫𝐠𝐞𝐧 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora