39

2.2K 136 17
                                    

Comprobé que las esposas estuvieran firmes alrededor de los abarrotes y que no estuvieran tan apretadas en sus muñecas, pero al parecer, las esposas tenían la tarea de no apretar demasiado, tenía casi un centímetro de espacio, así que si Aidan quería sacarlas, sólo debía encoger su mano y deslizarla por la abertura.

—Creo que deberé usar las ligas. En cualquier momento podrías sacar tus manos. — Le dije y él sonrió, deslizando las manos, sus manos toparon con el metal, comprobando que salir de ellas no era fácil.

—No se puede, estaré bastante excitado como para pensar. Así que no te preocupes. — Él se inclinó y me besó cortamente, para volver a recostarse sobre la almohada.

Sonreí apartándome de él. Si seguía besándome así, me distraería y no podría hacer nada. La canción cambió, un pequeño contoneo de caderas ordenó mi cerebro sin darme cuenta y pude notar como la lengua de él se deslizaba entre sus labios mojando estos, haciéndolos verse deseosos. Aún más de lo que era posible.

—Tranquilo, no hagas nada. — Le ordené roncamente. Él asintió mirándome fijamente, su mirada oscura como la noche. Mi mano derecha se dirigió a mi camisa y sacó el primer botón del ojal, dejando a la vista una pequeña parte de la piel de mi pecho. Él gimió y las esposas chocaron contra los abarrotes de madera. — Tranquilo. — Advertí, mi voz en un susurro.

Mis caderas se contonearon una vez más y mi cabello se movió al compás de la música. La sensual voz de la cantante me llenó y cerré los ojos. Mis manos desabotonaron ágilmente los botones de mi camisa y sentí la suave brisa rozar mi abdomen.

Él gimió y repetí su actuar. Tocándome a mí misma. Deslizando mis manos sobre mis pechos cubiertos sobre la suave tela del brasier.

"—Tócate, disfrútalo, sedúcelo. Muévete, siente la música en ti. — Dijo Sadie. — Sé tú misma, deja que tu cuerpo hable por ti. —"

Mis ojos se mantuvieron cerrados. La camisa rozó mis brazos y cayó a mis pies. Toqué mi abdomen y me giré, bajando y subiendo mis caderas, provocándolo.

—Acércate. — Susurró roncamente Aidan.

Lo hice, sin abrir mis ojos me acerqué, la cama tocó mis rodillas y bajé una vez más.

—Dios... — Musitó Aidan sin aliento. — Súbete arriba de mí. —

—No, aún no. Cállate, soy yo la que da las órdenes aquí. —

Aunque moría por subirme arriba de él aquello debía esperar, mis pantalones aún seguían puestos y aún no estaba tan segura de que mi "baile sensual" había hecho algo. La cremallera hizo un silencioso sonido al bajar y saque el único botón que tenía el pantalón rápidamente.

Suspiré y abrí sólo un poco la delantera de mi pantalón dejando a la vista un poco de la tela de mis bragas negras. Le escucho aguantar la respiración a la vez que la tela se desliza por mis piernas. Suelto las correas de mis zapatos y saco ambos, sacándolos en un segundo del camino.

—Touch me... — Canta él, al compás de la canción. Niego con la cabeza retrocediendo, le doy la espalda y suelto el broche de mi brasier. — Cielos... — Suplica. Sonrío volviendo a abrochar el brasier.

Del bolso marrón, saco la venda negra.

—No. — Pide él. — Déjame verte. —

—Tranquilo, Aidan. — Murmuro y soplo sobre sus labios. La venda cubre sus hermosos ojos verdes. Él se mueve intentando quitarla de sus ojos. Pero la aprieto aún más y retrocedo. — No te la saques. Yo diré cuando podrás sacártela. — Él bufa y yo sonrío mientras dejo de moverme, suelto una vez más el brasier, haciendo que el sonido de éste al desabrocharse retumbe sobre la suave música. Él gime en voz alta y se retuerce. — Escucha esto, Aidan, escúchalo. — Murmuro, deslizando la fina tela negra del brasier por mis brazos.

Cierro los ojos disfrutando el tacto de la seda con mi piel y por un segundo siento el sonido que éste hace por la fricción. Cuando el brasier negro sale de mis brazos, lo dejo caer al suelo como una pluma, aún lado de la ropa que ya no pertenecía a mi cuerpo.

—Acércate. — Suplica él. ― Déjame sentirte. —

Gimo, caminando lentamente hacia él. La música sigue sonando de fondo, ahora más lejano. Sólo escucho su respiración agitada y como las gotas de sudor caen por su frente.

Mi dedo traza el contorno de su mentón, erizando su piel a mi toque. Sus labios resecos se abren dejando salir una pequeña bocanada de aire cuando mi uña recorre el contorno de su boca. La fina y reciente barba hace cosquillas en mis dedos.

Tiro el borde de su camisa con mi dedo índice hacia abajo, dejando ver su piel pálida.

Me detengo, la elasticidad de la tela la hace volver a su estado original. No habíamos pensado en eso. ¿Cómo mierda sacaría su camisa? Yo también debía tener el gusto de observar y saborear su piel.

—Aidan... — Dije, angustiada, él frunce el ceño bajo la venda. — Lamento matar el momento, pero...no sé cómo sacar tu camiseta. —

Él ríe roncamente, la lujuria en cada sonido de ella. Gimo. La espesa atmósfera de pasión aún apresándonos.

—En el baño hay unas tijeras, puedes cortarla. — Murmura, sacando mi dedo de su cuerpo, camino hacia la puerta marrón de a un lado y entro al baño.

Las tijeras crean un brillo enceguecedor al tocar la luz el reflejo del metal. Tapo mis pechos y entrelazando dos de mis dedos por los agujeros del mango negro mientras la abro y cierro, acercándome una vez más a él divertida por el sonido.

—¿Seguro? — Pregunto, apresando la tela entre la tijera.

—Sólo córtala. — Dice él y rio, la tijera se mueve con facilidad por la tela gris de la camiseta de Aidan.

Con cuidado de no hacerle daño, detengo mi carrera y cuando solo queda un poco de la tela sin cortar, la rompo con mis manos fuertemente.

—Oh, Dios. — Él jadea.

La piel de su pecho está caliente al igual que mis manos. Deslizo mis dedos por la separación de sus abdominales.

"—Cuando esté amarrado y su camiseta fuera, inclínate y lame su pecho. —"

Saco mi lengua y trazo un húmedo camino por su pecho con está, tal y como Sadie me dijo. Siento su cuerpo estremecer y de su boca salir una deliciosa melodía de gemidos.

—Oh, t/n. — Gruñe. Su cuerpo se mueve en un vaivén, las esposas chocan contra los abarrotes y mi cuerpo se incendia. — No pienses, no dudes. — Haciendo pequeños saltos con mis dedos sobre su abdomen, toco el pequeño botón de su pantalón y en un rápido movimiento, lo suelto de su ojal.

No dudes, no dudes. Bajo su cremallera con lentitud y sensualidad. Mi aliento chocando contra sus bíceps. Sus gemidos inundando la habitación.

Cuando el largo recorrido del cierre de su cremallera termina, mi cuerpo se congela.

—Sácalo rápido y móntalo. —

Suspiro y tomo el borde de su pantalón abierto y lo deslizo por sus piernas. La tela blanca de su bóxer llama mi atención y muerdo mi labio.

—Rápido, rápido. — Gruñe.

Asiento, sacando por completo su pantalón y dejándolo vestido solamente por su ropa interior.

Era ahora o nunca.

𝐕𝐢́𝐫𝐠𝐞𝐧 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora