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Bueno, esto era raro. Aidan me miraba realmente diferente y eso me hacía poner nerviosa. La parte baja de su espalda estaba apoyada en el borde del escritorio y sus brazos estaban cruzados sobre su pecho. Caminé lento sin quitar la mirada de sus ojos hasta el sillón más cercano. Los mareos habían seguido todo el fin de semana y lo último que quería hacer, era preocupar más a Sadie.

La cual había entrado para contarle todo a Aidan diez minutos antes. Quizá ese era el motivo de su mirada, me miraba como si fuera alguien extraño e indefenso y eso no me gustaba para nada.

—¿Tengo algo en la cara? — Pregunto llamándole la atención. Él niega con la cabeza moviendo su cabello de un lado a otro.

Y siento que no puedo respirar. Es increíble que sea realmente sexy aún cuando él no es conciente. Digo, cuando lame sus labios cada vez que deja de hablar, y también como los muerde cuando...cuando está...bueno, no sé porqué los muerde pero es un gesto caliente. Y como despeina su cabello y este queda exactamente igual. O cuando sus ojos pestañean lentamente cuando te miran y se siente como si pudiera llegar más allá de tu alma. Cuando sonríe y puedes sentir que todo lo que te hace mal se va lejos. O cuando...

—¿Tengo algo en la cara? — Pregunta él, repitiendo mis palabras. Salgo de mi pequeño trance y me doy cuenta de que me había quedado mirándole como estúpida.

Ahora es mi momento de negar y los cabellos llegan a mi cara y los debo sacar rápidamente de allí. Y esto fue así como un intento fallido de ser sensual.

—No, sólo, quise intimidarte como lo estás haciendo tú conmigo. — Respondí divertida. Él rió sentándose frente a mí en su sillón habitual.

—Lo lamento, sólo quería saber si tenías también problemas con la mirada de los chicos. —

—Tu mirada no me hace nada. — Miento, claro que lo hacía. Me ponía nerviosa solamente cuando él me miraba, pero no podía decírselo. Ni siquiera hacerlo obvio.

Era conciente de que a veces sólo mi mirada podía delatarme, era una chica bastante expresiva y ese era uno de mis más grandes problemas.

—Auch, estaba seguro de que solo mi mirada hace que las chicas me deseen. — Bromeó, aunque no lo tomé con una broma, era difícil no sentirse atraída por él. Realmente difícil.

—Pues ya ves que no. Conmigo no funciona. —

—Tendremos que cambiar eso. — Murmuró algo que no pude decifrar. Pero no quise preguntarle qué había sido, así que solamente me senté más cómoda esperando que la sesión comenzará. — Bueno, ¿Es mejor que comencemos, no? —

—Sólo si quieres. —

—Claro que quiero, venga, levántate. — Me ordenó y lo miré confusa bajando mis piernas del sillón y quedando parada frente a él, exactamente unos diez centímetros bajo sus ojos y sólo a cinco de poder tocar sus labios.

Deja de pensar estupideces t/n. Me ordeno en voz baja. Él se mueve graciosamente frente a mí, mirando cada milimetro de mi cara y ojos. Tengo ganas de reír, pero antes de que el sonido saliera de mi boca, él hace un gesto con su dedo de que mantenga silencio.

—¿Qué haces? — Susurro con la voz ahogada, sus labios pasaban cada vez más cerca de los míos, tanto, que podía sentir su respiración chocando con ellos de una manera agresiva.

—Shhh, no hables, y haz lo mismo que yo, mírame. —

—Lo estoy haciendo. — Le informo, él sonríe sin mostrar los dientes aún mirándome fijamente.

—Hazlo como si buscaras el más mínimo detalle en mi cara. — Dice y lo hago.

Puedo ver pequeños lunares esparcidos por toda su cara, en especial dos que quedan cerca de la comisura de sus labios. Y estos que se ven mucho más apetitosos desde esta distancia, suspiro cuando me veo realmente desesperada por inclinarme hacia él y besarlo, pero mi cordura vuelve a mí y sigo con mi tarea. Buscando los pequeños detalles de Aidan en su cara.

—Ahora, levanta tu mano y acércala a mi cara, me acariciarás suavemente. — Susurra tomando mi mano y colocándola en su fría mejilla.

Trago duro trazando pequeñas líneas sobre su piel. Es tan suave y delicada. Y me pregunto como se sentirán sus labios…

Pero sé que no debo hacerlo, él sólo quería que yo acariciara su cara.

—Toca todo lo que quieras. — Murmura y quiero gritar fuertemente de que él no dijo aquello.

Sé que si toco sus labios con mis dedos estaré perdida y querré besarlos y eso es algo que no debe pasar en absoluto. Pero mis dedos actúan como si tuvieran vida propia y sus labios, fueron su primer objetivo.

𝐕𝐢́𝐫𝐠𝐞𝐧 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora