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Estaba haciendo el rídiculo. Rápido limpié las lágrimas de mis mejillas y moví la cabeza de un lado a otro y sonriendo lo más falso que pude, lo miré....

—¿Quién es Frank, t/n? — Preguntó nuevamente ahora esperando una respuesta, suspiré agachando la cabeza, no quería responder, a algo que ni siquiera yo sabía.

—No lo sé. — Musité, mi voz salió ahogada. Él suspiró apartando su mano de la mía, cansado de la estúpida respuesta que le daba a cada rato.

—Te pusiste como loca recién y gritabas su nombre a cada rato ¿Quién es él? —

—Él me tocaba, le pegaba a mi madre, pero no sé quién mierda es. —

Para cuando Aidan iba a responder, su secretaria, Susanne, entró a la oficina avisándole que una paciente la esperaba desde hace rato, afuera. Sequé bien las lágrimas de mis mejillas y viéndome en el pequeño espejo de mi cartera, retoqué el maquillaje escondiendo cualquier rastro de lágrimas de mi cara.

—Nos vemos nuevamente el lunes, t/n, necesito que aunque sea doloroso, recuerdes quién es Frank. — Asentí silenciosamente tomando el pomo de la puerta y encontrándome con la sonrisa de Sadie tras ésta.

Ella se mantuvo silenciosa todo el camino, ofreció pasar a tomar un café. Había tomado la tan ansiada siesta y quería seguir haciéndolo, pero con sueño, no podía seguir conduciendo.

—¿Qué sucedió, en la consulta? — Negué jugando con la etiqueta del vaso, ella suspiró tomándome de la mano.

—Tengo una fobia llamada Afenfosfobia. —

—¿Eso que significa? —Preguntó tomando un largo sorbo de café.

—Miedo a ser tocada. Aidan cree que fui violada. —

La cara de Sadie se transformó, el café salió disparado de su boca, cayendo como pequeñas gotas en la mesa blanca. Sus ojos demostraron miedo y puedo suponer que dejó de respirar por un segundo.

—¿Recordaste alguna cosa? — Preguntó con temor, un notable temor. Negué con la cabeza confundida, ella sabía algo que yo no. — ¿Nada? —

—No, nada, sólo...que alguien me tocaba, pero no sé quién, sólo recordé su nombre. —

—¿Qué nombre? —

—Frank. — Dije segura, la escuché suspirar fuertemente mientras se pasaba una mano por el cabello quitándolo de su cara.

—¿Segura que no recordaste nada más? —

—No, Sadie, nada más. ¿Hay algo que debes decirme? —

—No. — Respondió rápido. — ¿Qué tal si ya nos vamos? Creo que ya puedo conducir. —

En menos de diez segundos, Sadie se encontraba lista para salir del establecimiendo de café. La seguí a paso lento. Mirando de vez en cuando sus reacciones. Suspiraba nerviosa, apretaba fuertemente el volante y pude ver sudor en su frente.

—Sadie… — La llamé, ella jadeó, echándome una rápida mirada. — ¿Estás bien? —

—Si, bueno, tengo dolor de estómago, creo que vodka y café no hacen una buena combinación. — Respondió con su voz de "No, nada esta bien".

Decidí ignorar su tono, cerrando los ojos y pasando esas ráfagas de recuerdos que me hacían estremecer. Al llegar, se estacionó en frente despidiéndose de mí tan rápido que me extrañó, gritándome que me llamaría luego.

Como no tenía nada mejor que hacer, abría el libro "Sexo para dummies" en la sección de "Cómo tener relaciones para procrear". Bajando el libro a mis piernas, respiré recostando mi cabeza en la cabezera del sillón, pregúntandome a mí misma, si alguna vez podría tener hijos, o simplemente, perder la virginidad antes de pasar a otra etapa, aunque, a este paso, era un enigma.

𝐕𝐢́𝐫𝐠𝐞𝐧 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora