Inazuma.

264 26 3
                                        


Lumine.

Han pasado dos semanas desde que zarpamos este barco, una desde que nos hemos vuelto más cercanos. Cercanos rio, simplemente no lo he ignorado y tampoco hubieron discusiones. A veces también tomo la iniciativa para hablar como él suele hacerlo; le dije que olvidaría su pasado pero mentí, si quiero conocerlo no puedo seguir juzgándolo, al menos no directamente. Mantén a tus amigos cerca, y a tus enemigos más cerca aún.
Las puntas de la Montaña Yougou se alzan supremas a la distancia, es un claro mensaje, a pesar de la situación que atravesó Inazuma son una nación fuerte y poderosa, y nadie debería enfrentarse a su fortaleza.

—¡Deberíamos visitar a Ayaka! —salta Paimon en mi oído. Niego lentamente.

—Seguramente esté ocupada con un millón de cosas, sería bastante egoísta que vayamos solo a interrumpirla y molestarla.

—¡Pero... podríamos ayudarla! ¡Ella nunca pide ayuda y le vendría muy bien!

¡Yo también necesito ayuda y nadie me la ofrece! Suspiro sin remedio, exasperada. La decisión está tomada, y es mía. Nadie a bordo de este barco o este viaje podrá cambiarla, ni deberían intentarlo. Los caprichos de Paimon son tolerables hasta cierto horario, cuando la primera estrella aparece en el cielo mi cerebro comienza a ignorar automáticamente, como si solamente existiera yo. Pero últimamente no es tan sencillo, los ojos penetrantes de Tartaglia persiguen cada uno de mis movimientos todo el tiempo como si fuera una presa que estudiar antes de atacar y creo incluso que eso es más molesto que mi compañera de viaje. Él debería ser la presa en todo caso, pienso. Giro mi rostro para mirarlo fijamente y él ni siquiera se inmuta, como si lo hiciera a propósito ¡Qué molesto!

—¿Dónde dormiremos, eh? ¡Ves, no sabes qué contestar! —se apresura antes de que pueda decir algo. —Es por eso que necesitamos ir hacia Ayaka, ella puede ofrecernos bebidas calientes, una buena habitación, comida que no sea racionada... —luce como si fuera a desvanecerse en el aire.

—Acamparemos, es lo que estamos haciendo últimamente.

Paimon amenaza con caer y vuelve a reponerse, sorprendida por lo que acabo de decir.

—¿Qué? —susurra. —¡Eso no es justo, hemos hecho demasiados contactos a lo largo de nuestra jornada como para no utilizarlos!

La vergüenza se instala en mi pecho y el orgullo que tanto intenté mantener amenaza con quebrantarse en varios pedazos. Ella tiene razón, además de injusto es tonto no pedirle alojamiento a las personas que tuve salvar, pero si Tartaglia verdaderamente está en serios problemas no puedo llevarlo a la casa de una gran amiga. Si los Fatui se enterarán que el clan Kamisato ayudó a su ex líder ahora fugitivo a esconderse... ¡Ah! No quiero ni pensarlo. No pondría ni a Ayaka ni a Ayato en ese peligro de ninguna forma.
Por el contrario, descansar acunados con el canto de las olas al mecerse no suena tan mal. De hecho, la idea me parece emocionante, porque a pesar de todo él no parece querer dejar este mundo y eso significa que Aether y yo dormimos bajo el mismo cielo cada noche. Puede sonar tonto, pero eso lo vivo como un momento que compartimos juntos. Cada suspiro del viento, cada estrella titilando, cada sonido extraño que únicamente se puede oír bajo el manto de la luna llena... todas esas cosas son como mensajes entre nosotros, cosas que él está intentando decir y espera que yo pueda entender. Honestamente, no entiendo ninguna, pero siento su compañía palpitar como un dulce calor contra mi piel y creo que eso es más que suficiente.

—¡Paimon no dormirá otra noche más en un frío y húmedo suelo, ya verás! —amenaza antes de salir volando hacia algún lugar del barco. No me preocupo, Paimon ladra pero no muerde.

Cristal || ChilumiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora