Jornada 9.

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Childe.

Un círculo de personas se amontonaba nuevamente en la plaza de la ciudad e Igor Vaskovska sabía perfectamente porqué era. Ya no era sorpresa para nadie que el tercer hijo de la familia de los pescadores se metiera y ocasionara problemas uno detrás de otro, cada vez más peligrosos. En esta ocasión había decidido enfrentarse a uno de los jóvenes nobles que paseaban por las luminosas calles de Snezhnaya, nadie sabía cómo había comenzado la pelea pero sí sabían cómo terminaría si nadie intervenía. Su rostro contraído en furia se deformó en horror cuando vio la escena en el centro de la ronda, su hijo estaba repleto de sangre, pero por supuesto que no era suya sino del desafortunado debajo suyo. Sus manos cerradas en puños caían con fuerza una y otra vez en la cara de un chico con ropas caras y ostentosas. Si seguía así podría matarlo, y matar a un cortesano tiene un castigo igual de terrible.
Empujó a la multitud queriendo llegar a su hijo, sacarlo de esa situación. A este punto ya ni le importaba la vergüenza de tener un monstruo por hijo sino entender cómo podía ser que en tan poco tiempo un niño alegre y sensible se haya transformado en eso. A veces sospechaba que esos tres días donde no podían encontrarlo los había pasado en algún laboratorio y no en el abismo como dice él. Se rumorea entre las madres que la organización de la Emperatriz ha dejado los animales y comenzó ha experimentar con humanos, niños principalmente. Era doloroso aceptarlo pero lo más probable es que esos soldados desquiciados hayan trabajo en él.

—¡Ajax, déjalo! ¡Déjalo, suéltalo! ¡Vas a matarlo! —gritó fuertemente, cada vez que lograba apartarlo él se deslizaba entre sus brazos y volvía a atacar a su víctima. Era una imagen aterradora. Eso no era su hijo. No podía serlo. —¡Nos será solo tu cabeza la que colgarán si lo asesinas! ¡Piensa en tu madre, en tus hermanos!

La mano se detuvo en el aire e Igor aprovechó para tomarlo y arrastrarlo fuera de la muchedumbre. Cosas terribles se gritaban detrás de ellos pero él simplemente las ignoró. No valía la pena enredarse entre la gente que quería a su hijo muerto.
La nieve de la calzada se teñía de rojo a su paso, ni siquiera se preocupaba en ser delicado. Él no lo merecía.
Una vez que se alejaron lo suficiente lo soltó bruscamente al suelo. Ajax cayó de espaldas pero se repuso rápidamente.
Cuando el niño alzó la vista para enfrentarlo su corazón se encogió un poco. Esa cosa que había vuelto verdaderamente no era su hijo. Sus ojos eran opacos, apagados, muertos. Ajax siempre se había caracterizado por su brillo contagioso. Negó varias veces mientras debatía la terrible decisión que estaba a punto de tomar.

—No puedo seguir haciendo esto. —susurró decidido. Lo tomó de la muñeca y lo llevó a rastras hacia su nuevo hogar. No importaba qué tanto forcejeara, su padre era tan duro como un ancla y no podía contra él. De vez en cuando caía al suelo e Igor lo levantaba de un tirón, como si fuera un animal.

—¡No papá! ¡Por favor!

Lloró, suplicó, intento detenerlo pero nada podía nivelar la furia determinante de Igor Vaskovska.

—¡Déjame despedirme de mamá al menos, por favor! ¡Quiero decirle adiós a mi mamá!

—No permitiré que le hagas eso a Irina. —se detuvo,  lo acercó con fuerza. —Esa mujer ya no es tu madre. —escupió.

—Childe, Childe... —abro los ojos de golpe. Lumine me mira desde arriba eclipsando la luna sobre nosotros. Parece preocupada y eso me confunde, hasta que recuerdo. Oh no... ¿Lo habrá visto? Hago el afán de revisar debajo de mi camisa pero ella me detiene rápidamente. —Estabas llorando.

Cristal || ChilumiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora