LumineLuego de cuatro días caminando bajo el sol, el agua finalmente ha comenzado a escasear. Las reservas que cargamos antes de partir están agotadas y solo nos queda una pequeña botella de vidrio que resguardo en la mochila.
El sol arde y quema mi hombros con rayos abrasadores, pero por suerte, para eso sí tengo una solución. Una gran reserva de agua mágica interminable, un amante que me refresca cada vez que siento que ardo.—Tienes la espalda... —no tiene que terminar la oración, porque ya lo sé. Asquerosa. Ampollas horribles comenzaron a brotar porque la herida de las alas nunca termina de curarse, y el fuego sobre nosotros no ayuda en nada. Unos harapos carmesí, anteriormente una capa hermosa, me cubre sutilmente. Aprieto fuertemente los dientes para no gritar del dolor.— Prometo encontrar un lugar para que puedas sanar.
—Ese es mi trabajo. —contesto, con cierto tono de ironía. Lo miro y me pierdo en él. Es increíble. Luce tan limpio, tan sano, tan inmortal. Sus ojos brillan como una laguna fría en la que deseo zambullirme y su piel no tiene ningún rastro del desierto. Sonríe y acaricia gentilmente mi cabello, luego me acerca lo suficiente como para dejar un beso en mi frente. Cierro los ojos con su tacto.
—Tenemos que cuidarnos entre los dos, ¿recuerdas?
Sus dedos recorren mi mejilla y las refresca rápidamente. Un hilo de alivio me abraza sutilmente.
Me concentro en la rudeza que decora la palma de sus manos y los cayos en la punta de sus dedos. Es escalofriante saber que las mismas manos que me hacen sentir tan viva alguna vez se la arrebató a alguien más. ¿Cuál es el verdadero él? ¿Ajax, el que me trata con suavidad, bromea en los peores momentos y llora en las noches por pesadillas que no dejan de atormentarlo? ¿Tartaglia, el heraldo sanguinario leal a su Emperatriz, asesino sin piedad? No lo sé. ¿Ninguno, quizás? ¿Hay un tercero que desconozco, o simplemente los dos conviven en él? Hay tantas cosas que todavía tengo que saber sobre Childe, y siento que no hay tiempo suficiente para acallar todas mis dudas. Necesito conocerlo completamente. Desmenuzarlo e inhalar cada parte de él, absorberlo entero, comprenderlo.
¿Qué lo volvió así? ¿Tan oscuro? ¿Tan cruel?
¿Qué lo mantiene tan gentil?—Según el mapa que nos dio Candace, hay una posada cerca. —asiente y se separa.
La posada no está relativamente cerca, pero sí mucho más que la siguiente nación a la que debemos visitar.
Últimamente me he cuestionado mis propias decisiones a la hora de trazar los caminos de nuestra jornada, pero cuando le compartí a Childe mis inquietudes, él me aseguró que no hay muchas maneras de entrar a Snezhnaya. Que ir por Natlan es la opción correcta.
Me recuerda un poco a Inazuma y el cierre de fronteras, pero sé que la Emperatriz de ese reino helado tiene otros motivos para mantener a su pueblo encerrado. Motivos mucho más cínicos.
Es sorprendente que sea la arconte del amor, porque no hay ni un ápice de cariño en su corazón por los demás, por nada en este mundo.—¡Ah! ¡Sí, Paimon quiere descansar! —exclama con voz chillona. Se interpone entre nosotros dos y casi puedo ver la pequeña arruga que se le forma en el entrecejo a Childe por la interrupción. No puedo evitar reír. La felicidad por la familia que he formado a largo de mi viaje llena un espacio que siempre pensé quedaría vacío. Todavía arde cuando pienso en Aether, pero la frescura en la que nado cada vez que observo a Paimon y Childe es capaz de calmar ese fuego.
La posada apenas es visible entre tanta oscuridad. Dos pequeños faroles en la entrada son lo único que permite que sepamos que existe.
Tiene una estructura extraña, y sin embargo familiar. Mantiene detalles de Sumeru pero puedo darme cuenta de la arquitectura de un lugar que todavía no conozco.
Mis sospechas sobre su origen se confirman al ver al dueño. Un hombre viejo, frágil y con la piel tostada como si hubiera pasado muchos años cerca del fuego.

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Cristal || Chilumi
FanfictionChilumi en descomposición lenta. Escapando de un ejército Fatui y de la Arconte Cryo, Childe se escabulle intentando llegar a Snezhnaya lo antes posible y por caminos deshabitados. Convence a Lumine de acompañarla en su viaje y así, según él, hacerl...