Rin se sentó tras el escritorio y oyó hasta la última palabra sobre lo ocurrido con “La Grulla”, ahora debía actuar, no permitiría que nadie se atreviera si quiera a traicionar su reinado, los asesinaría a todos, no dejaría piedra sobre piedra en el sur. Solo el golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos de muerte y destrucción.
Entró kagome y Ryokuto, sus miradas eran frías, tanto como la de la reina, ahora es cuando Sesshomaru debía estar alerta, tenía que escuchar y recordar todo, era la reunión que como detective había estado esperando, para eso estaba allí no para un absurdo enamoramiento adolescente.
Kagome miró a Yako y luego a Rin, podía notar un gran distanciamiento entre ambos, sus expresiones corporales eran de dos personas que no querían estar juntas y esto la hizo sentir un ligero alivio, la llegada de Ryokuto había Sido provechosa si había logrado separarlos, aún cuando el primo fuera un pesado en su forma de actuar.
Ryokuto solo miraba a Rin, le gustaba verla así, centrada, con la mente fría y no calentándola con tonterías, también amaba su parte dulce e inocente pero el mejor que nadie sabía que para el trabajo debía ser ruda o se la comerían viva, la asesinaría hasta su sombra. Fué a acercarse cuando volvieron a tocar, entraron 8 sujetos a la oficina y se pararon en fila, firmes esperando las indicaciones de su reina.
Sesshomaru reconocía a casi todos de su prontuario policial, por el número de personas debían ser los que compartían pasillo con él, solo a un par había visto por la casa, por lo que sabía eran 7 hermanos, letales para quien se cruzara con ellos ¿Pero quién era el octavo? Tenía el cabello púrpura claro y ojos rojos pero no como los de la familia de Naraku, tenía un uniforme chino, estaba seguro, además de brazaletes negros con rojo.
—Al parecer estamos todos—dijo Rin mirando a cada uno sin detener la mirada en nadie en especial—me he enterado que Naraku quiere mi lugar haciendo rodar mi cabeza, ustedes me conocen perfectamente ¿Creen que me quedaré aquí sentada esperando mi fin?—apoyó el codo en el escritorio y en su palma su mentón, una posición relajada pero su expresión no se relajó.
—Mis hermanos y yo iremos hasta donde usted diga mi reina—dijo un hombre moreno de cabello largo trenzado, Sesshomaru lo reconoció de inmediato, era el líder de los Shichinintai, un grupo de asesinos temibles que dejaban un rastro de muerte a su paso. Bankotsu.
—¿Hasta el Inframundo?
—Y más lejos si es necesario—sonrió de lado, su tono coqueto no pasó desapercibido por nadie, Kagome rodó los ojos con fastidio, Ryokuto suspiró con cansancio, uno de los hermanos soltó una risita burlona mientras otro se cruzó de brazos torciendo el gesto. Sesshomaru estaba atento a todo esto ¿Acaso no había hombre que no coqueteara con la reina? La miró, ella parecía satisfecha con su respuesta.
—Perfecto xq para allá vamos—miró al octavo hombre que permanecía en silencio—Shishinki, ¿Sigo teniendo tu lealtad?—él sonrió ampliamente.
—¿Sigo teniendo la autoridad para asesinar a los hermanitos Taisho?—Sesshomaru prestó mayor atención a este sujeto ¿Él era el encargado de asesinarlo?
—Son tuyos—dijo la reina sin dudar—Por cierto, el menor de ellos está en la ciudad, no se si lo sepas.
—Lo se—dijo con una mirada brillante—ambos lo están.
—¿Que?—esto sorprendió a los miembros de la mafia—¿Sesshomaru Taisho también lo está? ¿Estas seguro?—la reina se sentó erguida y miró apenas por un segundo a Yako.
—Yo mismo lo he visto su magestad—rió—tienen un padre muy cruel para exponer a sus hijos a la muerte de tal forma, por lo menos al menor lo tiene cerca, pero al mayor…—rió—definitivamente debe odiarlo.
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Morir No Duele
FanfictionRin era la princesita de papá, criada en un mundo de mafiosos. Cuando su padre es asesinado frente a ella decide tomar el mando del negocio familiar, para ello debe hacerse respetar por todos. La nueva reina de la mafia tiene el dominio de la ciudad...