Cacería En El Oeste

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Rin estaba en su habitación preparándose para la cacería, aunque estaba un poco distraída, Ryokuto, Kagome y Yako ocupaban su mente, miró su anillo, imaginarse casada con Ryokuto no le era difícil, era alguien que amaba y le había regalado un lindo día, tanto como Rin así como la reina, era el hombre que mejor la conocía, quien estuvo siempre a su lado.

También estaba su hermana, quién le habia declarado su atracción por Yako, su atracción y deseo de luchar por él aún sabiendo lo que ella sentía por ese hombre, Kagome mejor que nadie conocía su historia, se sentía traicionada, lo peor es que ella no podía exigirle que se alejara, el anillo en su dedo así lo decía.

Por su parte Yako no abandonaba su mente y su corazón, odiaba eso ¿Xq no podía simplemente hacerlo a un lado? Fácil, xq aún lo amaba, odiaba eso también, odiaba que hace unos meses el único afecto que sentía era por tres personas y de una forma sana, casi infantil y ahora conocía todos estos sentimientos y emociones que la abrumaban, no estaba preparada psicológicamente para todo eso, era muy poco tiempo y todo seguía cayendo sobre ella, además ¿Xq Yako tenía que verse con la maldixa de Kagura? Juraba que le daría un tiro en la frente a esa mujer en cuanto la viera.

Tocaron a la puerta y luego entró Ryokuto.

—¿Xq tocas?—lo mira sorprendida.

—Básicamente xq no quería un disparo en la frente, te noté un poco alterada, todos lo notamos.

—Mi herm… Kagome nunca me había retado, y hacerlo así frente a todos…—estaba muy dolida.

—¿Que te puedo decir?—le sonrió—se supone que soy tu prometido y tienes un arranque de celos frente a todos por otro hombre.

—No fue un arranque de celos—dijo sonrojada.

—¿No? Curiosamente me lo pareció, pero no vine a hablar de eso sino del sur.

—Yako ya está en eso, descuida.

—No lo sé, no confío en él y sabes que tengo mis razones pero… sabes que no le gustó que nos comprometimos, no quiero pensar que en venganza te haga daño.

—El nunca me lastimaría.

—Yo… creo que fue el quién asesinó a kohaku—Rin lo mira sorprendida.

¿Yako?¿Yako asesinó a kohaku? No, había sido Taisho… del que nunca encontraron pruebas de que pisó la mansión. Pero Yako venía de otro lugar del que se mostraba en las cámaras, aunque pudo salir por las habitaciones y volver fingiendo no saber nada ¡No! Él dijo amarla, no le causaría tal dolor.

—I…imposible.

—Kagome me dijo que lo estaba investigando ¿Donde está el celular de él?

—Nunca apareció—recordó que Yako la acompañó ¿Él lo tomó? Yako ocultaba más de lo que parecía ¿Sería posible que kohaku hubiera descubierto algo sobre Yako que le costó la vida?

—¿Quieres que lo investigue?

—No—lo mira con fiereza—esto lo soluciono yo.

—Ya estamos listos para salir de cacería.

—Esperarán lo que tengan que esperar—se dirige a la puerta.

—¿En que sentido irás con él?—ella se detiene—¿lo vas a encarar, le creerás las mentiras que te diga o lo vas a matar?

—No es asunto tuyo.

—Lo es cuando no veo la suficiente ira en tus ojos, solo te vas a reunir con tu amante—su voz parecía serena pero no lo estaba, estaba muy molesto, lo estaba desde que comprendió la conversación entre las mujeres, fué allí para encararla pero tenerla enfrente, mirarla a los ojos lo volvía débil, sumiso, aún cuando ella no lo comprendiera, ella tenía un poder peculiar sobre todos, a algunos le causaba terror, otros como Yako y como él la amaban.

Morir No DueleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora