Los Niños De La Mafia

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Rin caminó sin mirar a Yako, sentía la sangre hervir, estaba molesta, estaba dolida, estaba triste pero sobre todo se sentía vacía. Yako había dañado su casería, no se sentía extasiada por la sangre y los cuerpos a su alrededor, no se sentía excitada por las explosiones y los disparos, y todo por culpa de él ¿Xq debió nombrar a otra? ¿Xq debió recordarle que kohaku ya no estaba?

Kohaku la animaba a cazar más, a asesinar más, a ser más sádica con sus víctimas, recordaba como él le preguntaba que si aquello era suficiente sufrimiento “Vamos Rin, la vez pasada había más sangre”, “Eso estuvo fantástico, eres grandiosa”, “asesinalos a todos, que honor tan grandes le das a la basura de vida que llevaban”, siempre la aupaba a más y más homicidios, en cambio Yako… él… ¿Cómo podía saber cómo la hacía sentir él si él era tan cambiante? Aún cuando era un misterio su identidad también lo que le trasmitía, en ocasiones lo sentía piadoso y misericordioso, dulce, amoroso, y en otras ocasiones era frío, distante, arrogante, estoico, calculador y la sorprendía con sus comentarios que le demostraban su deseo de sangre, deseo que no veía en sus ojos como si lo veía en muchos otros. Yako era un hombre intrigante y eso era parte de su atractivo, lo cual le molestaba más.

Sesshomaru estaba alerta, en cualquier momento podría ser descubierto, tenía el arma lista por si debía usarla, Kirinmaru no estaba cerca para cubrirlo así que debía ser rápido y más certero que nunca.

—Yako—se detuvo la reina y él a su lado—Quiero que me traigas la cabeza de uno de los Hitomi.

—¿La cabeza?—preguntó para saber si había entendido bien.

—Sí, literal—ella no miraba a nada, esa sensación de vacío la estaba devorando y no tenía de dónde sujetarse.

—Imagino que deberé ser creativo, nos vemos aquí en una hora—se fue a retirar pero ella sujeta su muñeca.

—No dejes que te maten tan fácilmente —volteó la mirada intentando sonar irrelevante.

—Eso no pasará, quieres una cabeza, te la traeré—ella lo mira al ver su determinación.

—No cuenta si era un cadáver —frunció el ceño.

—¿Y xq me voy a condoler de escoria como estas?

—Escoria—repitió—como yo.

—¿Te comparas con ellos? Eres mejor que ellos—ella suspiró y luego sonrió.

—Finjamos que te creo—ante esto el retiró la mirada, ella tenía razón, era escoria, una criminal y nuevamente le era fácil perder su objetivo ante su dulce sonrisa.

—No te muevas —ante ésto ella se sorprendió, era admirable su seguridad.

Sesshomaru se puso en marcha ¿Asesinar a alguien? No solo eso, cortar su cabeza, él podía asesinarlos a la mayoría sin remordimientos alguno, como dijo eran escorias, pero decapitarlos era un acto infame y abominable, más aún estando con vida.

Pronto se cruzó con uno de los hermanos Hitomi, lo recordaba de cuando fue a la mansión del sur, Goshinki, aquel hombre alto de dentadura deforme, a su alrededor se esparcían cadáveres, al parecer era muy eficiente en su misión de no dejar nada a su rastro, en eso y en no medir el nivel de saña en su ejecución.

Habían cadáveres desmembrados, acuchillados una y otra vez, todas eran heridas para causar daño, dolor, agonía antes de que murieran.

Ahora esta bestia estaba de espaldas a él, al parecer con una nueva víctima frentes él, se acercó pero se volvió a detener al percatarse de que sus siguientes víctimas eran unos niños ¿Que hacían niños allí en medio de aquel caos? En medio de aquel mundo, tal vez serían los hijos de algún criminal. Recordó las palabras de la reina, ella no quería a nadie del oeste vivo, eso incluía a aquellos niños.

Morir No DueleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora