3.~ Tal vez.

1.1K 78 15
                                    


SHARON


Habían pasado más de tres años desde que Adeline y yo  terminamos.

Tenía que estudiar en una universidad que se encontraba al otro lado del país. Ella no quería que me fuera ¿Pero que podía hacer? Era mi futuro.
Aún recordaba la despedida tan triste y dura que fue para las dos. Esos ojos tristes, rojos y llorosos, no los podía olvidar tan fácil. Recuerdo que me suplicó que me quedara y por más que quería en ese momento, no podía hacerlo. Se sintió muy feo terminar. Antes de conocerla creía que no tenía sentimientos, pero ella me demostró que si. La extrañaba.

Ella estudió en una universidad en su misma ciudad, me lo había dicho antes de separarnos, porque después me bloqueó de todos los medios posibles y ya no volví a saber de ella.

Después de tanto tiempo salí de la universidad. Por mi buen desempeño y los contactos que había hecho, logré conseguir un trabajo en la misma ciudad en donde había conocido a Adeline. Estaba de vuelta y moría por  buscarla, saber que había sido de su vida después de mi.

Llegué a tener dos relaciones mientras estaba estudiando, pero ambas fueron cortas y banales. No podía sacarme a Adeline de la cabeza, y aunque ya había pasado tiempo, todavía no la superaba por completo.
Ya no éramos las misma niñas de dieciséis años, ni de dieciocho, que fue cuando lo dejamos. Ahora tenía veintidós, y podía entender muchas cosas que hicimos mal en nuestra relación, pero a pesar de todo fue mi primer amor y dejó una marca en mi corazón. Aún tenía esperanzas de encontrarla y si ocurría un milagro, tal vez poder recuperarla. Aunque después de tanto tiempo, sabía que era una tontería.

Lo primero que hice fue ir a la casa en la que vivía, pero fue inútil porque ya la habían vendido y se encontraban otras personas, las cuales no sabían nada de los antiguos dueños.

Era probable que Adeline y su hermano ya no se encontraran en la ciudad o en el país, pero aún seguía manteniendo la esperanza.
Nunca me dijo con exactitud a que universidad se metió, lo que me hacía más difícil la búsqueda.  

Cuando terminé mi carrera, mis padres me regalaron un carro. Eso facilitaba mis idas al trabajo y a cualquier lugar.
Había decidido hacerme independiente y rentar un departamento en la ciudad, por lo que del trabajo volvía al departamento a instalarme.

Cuando me había aburrido de la rutina, decidí darme una vuelta por el centro y ver qué tanto había cambiado la ciudad a la que hacía años no veía. En realidad no cambió tanto, solo había nuevos lugares y otros que ya no estaban. Pero lo que más me llamó la atención fue un bar lésbico. No sé porqué pensé que tal vez Adeline podía estar ahí, así que decidí meterme. Obvio no se encontraba, pero pude descubrir que al igual que ese bar, habían más en la ciudad. Estaba convencida que tenía que visitar todos. Si es que ella se había aceptado, seguro que visitaba algunos de los bares.
Siempre me encontraba a chicas de todo tipo, algunas querían ligar conmigo, pero yo sabía que probablemente no iba a servir de nada salir con ellas porque no me podía enamorar tan fácil.

Después de dos años de terminar con Adeline, salí con un chico que me insistió mucho para que estuviera con él. Si me atraía pero no logré enamorarme y lo terminé a los tres meses porque la universidad me consumía, aunque por una parte me sirvió de excusa para dejarlo. Igual se merecía a alguien que lo quisiera de verdad.
Comenzaba a pensar que solo me gustaban las mujeres, hasta que conocí a una chica con la que salí cinco meses. Sentí que nunca conectamos en serio y solo duramos porque casi no hablábamos, terminé con ella poniendo la misma excusa de la escuela.

Disfrutaba de mi soledad, pero me estaba excediendo. Mi única vida social eran mis compañeros del trabajo y ni siquiera me agradaban tanto.
Mis pocos amigos de la universidad estaban muy lejos y a mis padres los veía de vez en cuando. No podía creer que me estaba sintiendo sola y mi única distracción era ir a bares, solo para ver si me encontraba a mi ex.

—Es extraño ver a alguien tomando refresco en un bar —me dijo una chica desconocida tratando de romper el hielo.

Creo que llamaba la atención estar sentada sola en un bar y sin la presencia de alcohol en mi mesa.

—En un mundo de locos, el cuerdo es loco.

—¿Eeh? —levantó la ceja.

—Nada —reí por lo que dije.

—Te invito un trago —sonrió.

Estaba siendo amable y aunque no tenía intenciones de ligar, no tenía nada de malo algo de compañía.

—Lo aceptaré.

Estuvimos platicando por un largo rato. Fue relajante conversar con alguien más y que no se me insinuara, tal vez ella solo quería platicar con alguien al igual que yo.

Se podría decir que todo estaba bien en mi vida, me estaba yendo muy bien en muchos aspectos a excepción del amor, y no sé si por eso me estaba sintiendo triste. ¿A quién engañaba? Lo de Adeline ya había pasado, cabía la posibilidad de que jamás la volvería a ver, y yo todavía seguía esperanzada y aferrandome a un amor que solo seguía existiendo en mi cabeza. Tenía que dejar ir aquellos recuerdos que sabía que nunca iban a volver...


—Oye, Sharon, prométeme que algún día nos casaremos —dijo Adeline mientras le ayudaba a pararse en mi patineta.

—¿Qué? —la miré a los ojos tratando de saber si decía la verdad —¿De verdad te quieres casar conmigo?

—Si, sabes que me tienes loca, obvio que me quiero casar, babosa. —Sonrió y casi se cae de la patineta —. ¡Cómo odio esta cosa! No debí aceptar que me enseñaras, que horror, es...

—Te lo prometo —le dije para que dejara de quejarse —. Prometo que me casaré contigo, Adeline —Sonreí creyendo en mis palabras.

Ella brincó de la patineta hacia a mi para abrazarme y besarme con emoción.



Bueno... Las promesas fueron hechas para romperse ¿No?

Puedo apostar que la mayoría de personas creyeron en algún momento que se iban a casar con alguna de sus ex parejas, pero al final terminaron mal.
O por lo menos eso me gusta pensar para no sentirme tan miserable con mi vida amorosa. 

Después de algunas semanas tratando de encontrarla, mis pensamientos negativos ganaron la partida y dejé de buscarla, tenía que ser realista y madurar, ya no la volvería a ver.

Continúe con mi vida, me concentré en mi trabajo y tenía pensado estudiar una maestría en la ciudad. Seguía un poco triste, pero sabía que se me pasaría, todo estaba bien y no necesitaba estar con alguien para ser feliz, ni siquiera con Adeline.

Comenzaba a irme mejor en el trabajo y algunos compañeros lograron agradarme. Incluso salíamos de vez en cuando a comer y platicar.

Poco a poco se me estaba olvidando la idea de encontrar a Adeline. Hasta que un día salí con mis compañeros a un restaurante, decidimos comer en un lugar diferente a lo que acostumbramos, era de esos lugares de comida que sabías que ibas a salir con la cartera vacía después de comer. Se veía lujoso y caro, pero esperábamos que valiera la pena.

—Me voy a lavar las manos —les dije después de ver el menú. Me paré, y mientras me dirigía al baño vi un rostro familiar que me hizo pararme mientras observaba con miedo y detalle. Mi corazón comenzó a palpitar, sentía que me faltaba la respiración y me dió mucho calor. Tragué saliva mientras trataba de procesar el rostro que veía.

Era ella.

Seguía igual de bonita, llevaba un vestido corto dorado y aretes del mismo color, su piel lucía muy bien, bronceada, parecía que había visitado la playa recientemente, le quedaba bien, por lo menos eso pude notar en la distancia en la que me encontraba. Adeline estaba sentada y concentrada hablando con un hombre mayor, se veía como la clase de hombre con el que nadie quisiera tener problemas porque te llevaría a la tumba de inmediato. Me preguntaba si era su novio, parecía que discutían. No podía acercarme, no sabía que hacer, me quedé muda y estática por su presencia.
Miré mi ropa de trabajo y sentía que me veía ridícula, ella no me podía ver así. Después de unos segundos más observándola para confirmar que era verdad lo que estaban viendo mis ojos, decidí irme del lugar, sin más, como una completa idiota y cobarde, no me atreví a hablarle. Pero por lo menos sabía que se encontraba en la ciudad.

¡NO ME ALTERES!  (Crossover)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora