8.~ Desde cero.

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JENELL

Tuve que regresar a casa de mi mamá. Me recibió bastante bien, dijo que me extrañaba. Y agradecí en mi interior porque no tocara el tema de mi sexualidad, esperaba que ya no lo hiciera.

Estuve una semana sin trabajar, ya que me había quedado sin trabajo por culpa de Elly. Por suerte me lo compensó y me consiguió trabajo en una buena empresa, dijo que empezaría de asistente, al principio no me agradó mucho la idea pero me callé cuando supe cuánto iba a ganar. Lo mejor es que me había dicho que poco a poco subiría de puesto, lo que significaba más dinero, además podía trabajar y estudiar. También me compró el celular nuevo que me debía y lo bueno es que tenía un número nuevo, así Aleyda no me podía marcar.

Estaba triste, no lo podía negar, toda la semana me la pasé llorando en las noches. La extrañaba mucho, quería verla, abrazarla, que estuviera durmiendo a mi lado. Pero de tan solo recordar que había puesto sus labios sobre la cara de Astrid, se me quitaban las ganas de verla. No me podía engañar cada que quisiera.
Me iba a costar superarla, pero tenía que hacerlo, lo único que debía de hacer era no verla.

Estaba nerviosa por el trabajo. Tenía que usar ropa formal, la cuál me incomodaba.
Elly me ayudó a elegir la ropa, estaba muy emocionada por mi. Y no quise preguntarle sobre Aleyda, ella tampoco me la recordó, lo cuál agradecía.

-Te prometo que si duras ahí, estarás en el mejor puesto -dijo Elly mientras me rodeaba los hombros con sus brazos-. Mamá tiene buenos contactos. -Me susurró.

-¿Y por qué tú nunca trabajaste ahí? -pregunté.

-Naa, no me gusta, las oficinas son demasiado aburridas. -Fingió un bostezo-. Como tú, por eso te encantará.

-Vete a la mierda. -Le quité su brazo de mi y la empujé bromeando.

El día que llegué a la empresa fue raro, habían muchas personas ocupadas, demasiadas computadoras y papeles por dónde quiera, personas estresadas gritándole al teléfono. Admitía que no tuve una buena primera impresión, me asusté.

Un señor me estaba presentando con la mayoría de las personas del lugar, mientras me daba instrucciones de lo que sería mi trabajo. Era básicamente ayudar a todo aquel que requiriera mi ayuda por más estúpida que fuera. Suponía que no era tan difícil.

-Este será tu escritorio -me dijo el señor mientras lo señalaba. Estaba lleno de cosas, era un desastre-. Todos ponen sus cosas aquí, pero ahora puedes arreglarlo a tu gusto.

-¡Hola! -una señora me agarró de la muñeca-. Ella nos ayudará ¿verdad? Necesito que me ayude a bajar unas cajas.

El señor asintió rendido, la señora se veía muy apurada. Me llevó hasta su oficina.

-Lo siento, es que me acaban de operar y no puedo subirme a las escaleras, te agradecería que me ayudaras, me urge. Aquí todos están ocupados, nadie tiene tiempo de nada, que bueno que llegaste, nos falta mucho personal.

-Está bien, yo lo haré. -Me subí a las escaleras para alcanzar sus cajas y las bajé todas.

-Muchas gracias, ya no sabía que hacer. -agarró varios documentos de las cajas y lo puso en su escritorio.

-De nada. -me retiré cuando vi que ya no necesitaba de mi ayuda, estaba muy metida en lo suyo.

Regresé a mi escritorio para tratar de acomodarlo. No sabía por dónde empezar, había hojas por todos lados y ni siquiera sabía de quién eran. Traté de ponerlas en el suelo pero un hombre me regañó diciendo que no se ponían documentos en el piso.

-¿Y cómo mierda arreglaré aquí? -susurré para mi misma.

Abrí los cajones y había basura, más que nada envolturas de chocolate y papas. Fue lo primero que tiré.

¡NO ME ALTERES!  (Crossover)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora