#30: El teléfono

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Por mucho que corra, y mis piernas saben que estoy corriendo, no alcanzo el final de este pasillo. Cada vez se hace más estrecho. Imposible decir que oscurece cada metro, pero la oscuridad parece espesarse. No puedo cambiar la dirección de mi huida. Eso que me hace correr sigue detrás mío. Por fin, algo más que interminables muros negros: un teléfono. Mi esperanza descansa colgada de una pared aún lejana. Un ring retumba por todo el lugar y ahoga el repiqueteo de mis pasos y mis gemidos de cansancio. La llamada es para mí, y si no, da igual: debo alcanzarla. La estrechez del pasillo impide el paso total de mi cuerpo pero logro alcanzar el auricular estirando un brazo y descuelgo antes que cese el tono.

-Aquí no hay salida. Permite que te coma y muere en paz –es todo lo que dice el susurro calmado al otro lado de la línea y me abandona a mi suerte en la no soledad del lugar.

Siento su aliento en mi nuca. Sé que está detrás de mí.

No intentes esconderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora