Más Que La Enfermedad

Capítulo 23

Deva

Me desperté alrededor de las cuatro o cinco de la mañana porque tenía calambres en la espalda. Eran bastantes y dolorosos, aunque para ese punto ya me había acostumbrado. Una vez que terminaron me levanté para ir al baño, ahí, cuando me encontré un poco más despierta note que Tahiel no estaba en la cama.

Terminando mis asuntos en el baño fui a la habitación y no lo vi, luego fui a la habitación de la bebé, pensando que quizá podría estar allí imaginando el futuro o cosas así. No estaba. Decidí bajar al primer piso, se sentía muy raro no estar en el departamento, creo que en esto influyó el que bajara con todas las luces apagadas, no puedo estar del todo segura, quizá solo extrañaba el pensar "Oh, debe estar en el balcón".

Revisé el living y el comedor, tampoco estaba ahí, por lo que fui a la cocina; me acerqué despacio, casi sin hacer ruido, lo encontré. Tenía los codos apoyados en el mesón alto y sus manos sostenían su cabeza, a su lado había una copa de vino a la mitad. Fui hacía él sin hacer ningún ruido, apoyé mi mano en su brazo, él se estremeció dado un pequeño salto por el susto. Se veía estresado.

-¿Te desperté? -preguntó en un susurro.

-No, al menos tú no. ¿Cuánto has tomado? -Tenía su teléfono a un lado de la copa, las luces seguían apagadas, aunque ya me había acostumbrado a la falta de luz porque pude diferenciar bastante bien lo que tenía sobre el mesón.

-No he tomado nada, me serví hace unos veinte o treinta minutos, pero no he tomado. Estoy cansado y pensé que eso podría ayudarme a dormir pero luego fue como "No quiero ser el sujeto que bebe para poder dormir." Así que no lo he hecho.

Sonrió un poco, sus ojeras se veían muy marcadas, las tuvo desde que lo conocí, la universidad las regala por montones, pero esta vez eran particularmente notorias.

-¿Por qué despertaste?

-¿Me vas a interrogar ahora?

-Tahiel.

-Deva.

Nos quedamos en silencio, mirándonos. Ambos sabíamos que si seguíamos así comenzaría una discusión. Él respiró hondo y apoyo su codo derecho en el mesón. Su mirada reflejaba completa seriedad; algo importante había pasado y no sabía cómo manejarlo ante ello. Con Tahiel nunca se podía saber si había algo bueno o algo malo, pero a juzgar por su mirada, era algo malo.

-Me ofrecieron ir a un pequeño festival en Lelystad, dentro de quince díaz. -me sorprendió bastante que fuera eso y que estuviera tan abrumado, solía decirme muy seguido durante nuestra amistad y noviazgo que le encantaría ser invitado a algun evento, aunque asistieran dos personas, era algo que sabía que le haría muy feliz.

-Y... ¿Es malo?

-Sí, bueno, no del todo, es complicado.

-¿Por qué? ¡Has querido esto toda la vida!

-Cuando tienes ocho o veintiséis no tienes en consideración las cosas que tendrán prioriedad por sobre tus sueños porque tus preocupaciones cambien -me quedé en silencio, esperando a que siguiera hablando. -. Cuando eramos amigos, te hubiera enseñado como eran las cosas allí. Cuando eramos novios, te hubiera extrañado y te hubiera mostrado como eran las cosas mientras contaba los días para volver a besarte, o te hubiera llevado en ambos casos, no lo sé con certeza, pero ahora, fuera de que seas mi esposa, también estás embarazada de alto riesgo, y lo que pasó hoy fue una falsa alarma, ¿qué pasa si la próxima vez yo no estoy y no es una falsa alarma? ¿Si algo les pasa mientras yo no estoy para ayudarte? Incluso si sensillamente tienes una mala noche, con mareos, vómitos, dolores, o te pones sensible y comienzas a llorar con angustia por lo que sea, estarías sola, totalmente sola, sin nadie que esté a tu lado si te despiertas en la madrugada, sin alguien que te sostenga el cabello cuando vomites, sin alguien con quien puedas sentarte a llorar tranquila, incluso para algo bueno, más movimientos de la bebé, no podría experimentarlo contigo. Si voy, estaría diez días fuera. Diez días en los que pueden ocurrir muchas cosas, sé que quizá sueno como un paranóico, pero es lo que siento. ¿Recuerdas lo que pasó cuando tuvimos el accidente?