Capítulo 25

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Tahiel

Llevaba casi media hora esperando, esperando y esperando.

Cuando me comienzo a estresar es como si toda mi piel comenzara a picar, estaba desesperado y no sabía que más hacer, temía por lo que a Dev podía pasarle apesar de haber dicho que estaba bien.

Quería calmarme como fuera, pero se me hacía casi imposible, estaba rascando mi piel cuando note algo de sangre en mis dedos, era algo que solía pasar normalmente, pero Dev siempre me ayudaba a calmarme.

Las veces anteriores que estuve en un hospital acompañándola fue cuando casi pierde la vida o estuvo en riesgo, ya sea un infarto, un accidente de autos, crisis de estrés o preeclampsia, había estado bien los días antes pero se suponía que Anabella tenía que llegar dentro de tres días.

Sentí mi corazón latir a mil por hora, intenté calmar mi respiración pero fue casi imposible, me temblaba todo el cuerpo y la idea de que ella hubiera dado a luz y yo estuviera en una estúpida reunión de trabajo mientras eso pasaba era aterradora.

Un médico entro a la sala de espera y preguntó por "familiares de Deva Urriaga". Me paré de un salto y fui hacía él. Me dijo que ya la podía ver sin problemas, estaba en la misma habitación en la que había pasado los últimos tres meses.

Subí corriendo por las escaleras ya que el ascensor tardaría mucho en llegar.
Me acerqué a la puerta con miedo de lo que pudiera ver al otro lado.

Al abrir lo primero que me recibió fue un sonido muy familiar y terriblemente aterrador.

"Bip, bip, bip..."

Miré la camilla y...

Ahí estaba Deva, con una bata de pijama que le había regalado hace unas cuantas semanas, tenía el cabello algo desordenado y... una bebé en sus brazos.

Estaba envuelta en una pequeña manta blanca, no lloraba, por un segundo creí que podría no haber sobrevivido pero este miedo se fue al segundo que vi su pequeña manito agarrando un mechón de cabello suelto de mi esposa.

Tomé conciencia de que no había cruzado el umbral de la puerta, por lo que me puse del otro lado y cerré la puerta a mis espaldas, el ruido que esta hizo sacó a Dev de su pequeño transe y volteó a verme, noté que estaba en una especie de shock y que sus ojos tenían lágrimas cayendo de ellos. Me acerqué a ellas, sin poder creer que era real. Miré a la pequeña, era muy pequeña para poder decir a quien se parecía, pero tenía ojos claros, un azul muy suave, sus ojos eran más rasgados que almendrados, tenía mucho cabello, era muy castaño, un poco más claro que el cabello de Dev, pero igual de ondulado. Sus demás rasgos eran una mezcla entre los míos y los de su madre.

Me senté en la silla cercana y apoyé mi mano en el antebrazo de la chica.

-¿Esto es real?

-Sí, lo es.

La pequeña comenzó a hacer pequeños quejidos, Deva llevó una mano cerca de la boca y rozó su piel con los nudillos y la pequeña comenzó a mover su cabeza hacía la mano de Dev.

-¿Tiene hambre? -pregunté intentado recordar para qué hacía eso con los neonatitos cuando la enviaban a trabajar con ellos.

-Sí, pero... No sé qué hacer -murmuró casi para sí misma -, o sea, sí pero no...

-¿Quieres que salga? ¿Qué llame a una enfermera o algo?

-En realidad me sentiría más cómoda contigo aquí. Déjame intentar algo y si no funciona, llamas a la enfermera.

Sonreí a modo de respuesta y tomé a la pequeña en cuanto me lo pidió.

Tenerla en mis brazos se sentía irreal, seguía sin creer que era mi hija, que parte de mí estaba en ella, mezclada con una parte de Deva. Esta niña es una mezcla entré la mujer que amo y yo. Tenía sus ojitos abiertos y miraba a todos lados como diciendo "¿Dónde estoy?", Pasaba sus manitos por su diminuto rostro; en un momento comencé a recordar como eran los hijos de John y Dilan al nacer y caí en cuenta de lo pequeña que era Anabella en comparación con ellos.

Más Que La EnfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora