O7

92 16 0
                                    

YoonGi dejó la bicicleta cerca de casa de los Clark, un edificio grande y blanco, y se dirigió al porche. Nunca llamaba a la puerta antes de entrar, así que subió el escalón de un salto y abrió la puerta mosquitera. La escena que se encontró lo dejó helado.

La mesa auxiliar del salón estaba hecha añicos y había manchas de sangre en la alfombra. Las sillas y los cojines estaban tirados por el suelo y Jin y Taehyung estaban abrazados en el sofá. SeokJin estaba llorando.

—¿Qué ha pasado? —preguntó YoonGi, con los ojos como platos.

—Jungkook —respondió Taehyung.

—¿Jungkook? ¿Está herido?

—¡Él está bien! —respondió SeokJin, riendo histéricamente—. Hace menos de veinticuatro horas que está en casa y ya se ha peleado con mi padre a empujones, ha hecho llorar a mi madre dos veces y ha enviado a Yugyeom al hospital.

Taehyung, muy serio, siguió acariciando la espalda de su novio para tranquilizarlo.

YoonGi ahogó un grito.

—¿Por qué?

—¿Quién sabe? Es imposible saber qué le pasa por la cabeza. Ha discutido con papá y cuando mamá se ha interpuesto entre ellos, la ha empujado. Yugyeom le ha dicho que lo mataría si volvía a ponerle un dedo encima, y Jungkook le ha dado un puñetazo y le ha roto la nariz.

YoonGi bajó la vista hacia la mesita. Vio que había trozos de cristal clavados en la alfombra, junto a la sangre, restos de tazas de café rotas y galletas desmenuzadas.

—¿Y qué ha pasado aquí? —preguntó, señalando la macabra escena.

—Yugyeom se ha caído sobre la mesa por culpa de un empujón de Jungkook. Papá y Yugyeom están en el hospital. Mamá se ha encerrado en su habitación y yo voy a pasar la noche en casa de Tae.

Dicho esto, SeokJin se levantó y arrastró a su novio hacia la puerta de la calle.

YoonGi seguía inmóvil en el sitio.

—Tal vez debería ir a hablar con tu madre.

—No pienso quedarme aquí ni un minuto más. Mi familia está rota. —Con estas palabras, su amigo se marchó.

YoonGi se acercó a la escalera, pero entonces oyó un ruido que venía de la cocina, por lo que se dirigió a esa parte de la casa. La puerta trasera estaba abierta y vio que había alguien sentado en el porche, llevándose una botella de cerveza a los labios. Tenía una abundante mata de pelo castaño, que brillaba a la luz del atardecer. Lo reconoció por las fotos que tenía Jin.

Sin pensarlo dos veces, salió de la casa y se sentó cerca de él, en una tumbona de jardín, abrazándose las rodillas y apoyando la barbilla en ellas.

Jungkook lo ignoró.

YoonGi lo examinó a conciencia, grabándose su imagen a fuego en la memoria. En persona era todavía más guapo. Tenía los ojos castaños inyectados en sangre, pero aun así resultaban impresionantes y contrastaban vivamente con sus cejas oscuras. Resiguió el ángulo de sus pómulos, de su nariz, noble y recta, y de su mandíbula cuadrada. Se fijó en la barba de dos o tres días que le oscurecía la piel y casi le ocultaba un hoyuelo. Finalmente, clavó la vista en sus labios, observando la forma y grosor del labio inferior antes de darse cuenta de los moratones.

Tenía sangre en la mano derecha y un cardenal en la mejilla izquierda. El puño de Yugyeom lo había alcanzado, pero sorprendentemente, Jungkook no había perdido el conocimiento.

—Llegas tarde para la sesión de las seis. Ha acabado hace media hora.

Su voz era suave, casi tan agradable como sus rasgos. Por un instante, YoonGi pensó cómo sería oír esa voz pronunciando su nombre.

THE DIVINE HELL [KookGi] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora