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Esa tarde, a las ocho, el estudiante Min YoonGi acababa de retocarse el peinado mientras su novio lo miraba con deseo desde la puerta del cuarto de baño. Lo adoraba. Era evidente en cada mirada, cada caricia, en el modo en que se quedaba embobado observándolo hacer las cosas más sencillas. 

Se había peinado, dejándose algunos mechones enmarcándole el rostro, mechones que Jungkook deseaba enrollarse en el dedo. La esteticista de Toronto le había dado un tubo de maquillaje corrector, capaz de ocultar hasta las marcas más rebeldes. Era tan eficaz que YoonGi no tuvo que ponerse el pañuelo para cubrir la marca del mordisco de Simon. Poder olvidarse de eso durante unas horas le causó una gran alegría, entre otras cosas porque el bonito pañuelo de Grace no habría quedado bien con su atuendo.

Era un sedoso traje nuevo, verde esmeralda, de manga larga y corte italiano. Llevaba medias negras con ligas y estaba a punto de ponerse los zapatos de tacón negro de Prada. 

Mientras Jungkook lo observaba agacharse para ponérselos, se juró que le compraría muchos más pares. Los zapatos de tacón no sólo hacían maravillas con sus piernas, sino también con su trasero al agacharse.

ㅡPermíteme ㅡdijo, acuclillándose delante de él con su traje azul marino recién planchado. 

Le cogió la mano y la apoyó en su hombro para ayudarlo a mantener el equilibrio, mientras le levantaba un pie y después el otro para ponerle los zapatos.

ㅡGracias ㅡmurmuró YoonGi.

Él sonrió y le besó la mano.

ㅡPor ti cualquier cosa, príncipe. 

Él sacó su gabardina tres cuartos negra del armario y se disponía a ponérsela cuando Jungkook se la arrebató de las manos.

ㅡDéjame hacerlo ㅡle pidióㅡ. Quiero mimarte.

ㅡEs una gabardina, Jungkook. Puedo ponérmela solo.

ㅡYa lo sé. Pero también es una oportunidad para comportarme como un caballero y honrarte. No me prives de ella. 

Él se ruborizó, pero asintió. No estaba acostumbrado a recibir tanta atención, aunque con él estaba empezando a acostumbrarse. Quería aceptar sus atenciones con naturalidad, pero no siempre le resultaba fácil creer que merecía ser tratado así. Levantó la cara para darle un beso y susurrarle las gracias contra los labios.

Con él cogido de su brazo, Jungkook lo guió hasta el restaurante. 

YoonGi y Jungkook pasearon tranquilamente por las calles adoquinadas. Desde el Palazzo Vecchio fueron al Palazzo dell'Arte dei Giudici, riendo y recordando anteriores visitas a la ciudad. Iban despacio, porque recorrer Florencia con zapatos de tacón no era tarea fácil. Por suerte, Jungkook lo llevaba bien sujeta del brazo y eso le permitía caminar con seguridad, aparte de evitarse los silbidos y piropos de los jóvenes florentinos. La ciudad no había cambiado mucho desde los tiempos de Dante.

El restaurante que Jungkook había elegido se llamaba Alle Murate. Estaba situado cerca del Duomo, en un edificio del siglo XIV que había albergado un gremio y tenía unos impresionantes frescos de la época en las paredes y el techo. Incluso había un retrato de Dante. YoonGi se quedó abrumado por la belleza de las pinturas y se distrajo mirándolas mientras el maître los conducía a su mesa.

Jungkook había reservado un rincón tranquilo en el altillo que dominaba la sala principal, justo debajo del techo abovedado. Era la mejor mesa, ya que permitía contemplar de cerca las imágenes medievales. Cuatro ángeles petrificados en las pinturas al fresco flotaban sobre sus cabezas. YoonGi cogió la mano de Jungkook y la apretó. Estaba exultante de felicidad. 

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⏰ Última actualización: Jun 13 ⏰

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THE DIVINE HELL [KookGi] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora